Falleció ayer Manuel Sadosky, pionero de la ciencia local
Introdujo la computación en la Argentina
Un escueto mensaje electrónico trajo, ayer a la tarde, la triste noticia: murió el doctor Manuel Sadosky, "profesor emérito de la Universidad de Buenos Aires y padre de la computación en la Argentina".
El fallecimiento, ocurrido a la madrugada, enluta a varias generaciones de argentinos, los que empezaron a estudiar matemática con su texto de "Elementos de cálculo diferencial e integral" (que llegó a las veintitrés ediciones), los que lo frecuentaron en el exilio, los que lo conocieron como secretario de Ciencia y Técnica del gobierno del doctor Alfonsín. "Fue, antes que nada, un gran humanista", afirma el matemático Hugo Scolnik.
Uno de los siete descendientes de un matrimonio de inmigrantes rusos, Sadosky es el símbolo de una Argentina que quiso creer en el futuro. Aunque su papá fue zapatero y su mamá no sabía leer, tanto él como sus hermanos varones llegaron a graduarse en la Universidad de Buenos Aires.
Era un convencido de que el mayor capital que puede tener un país es el talento de su gente. Tal vez por eso recordaba con orgullo sus épocas en el Mariano Acosta, una escuela pública que calificaba de maravillosa, con maestros de la talla de Alberto Fesquet, practicantes como José Luis Romero y Jorge Romero Brest, y alumnos como Julio Cortázar y él mismo.
Doctorado en matemática en la Universidad de Buenos Aires y posdoctorado en Francia, cumplió a lo largo de su vida una tarea enorme, dentro y fuera de las aulas. Fue vicedecano en la época de oro de la Facultad de Ciencias, entre 1958 y 1966. Creó el Instituto de Cálculo y, con el apoyo de Bernardo Houssay, que entonces presidía el Conicet, importó la primera gran computadora del país y de América latina, la célebre "Clementina". También creó la Escuela Superior Lationamericana de Informática (Eslai), que tuvo un gran impacto en la región a pesar de su corta vida.
Junto con su primera mujer, Cora Ratto, también matemática, organizó la Fundación Alberto Einstein para que los alumnos destacados, pero sin medios, pudiesen dedicarse a estudiar. Como secretario de Ciencia y Técnica, inauguró el Observatorio El Leoncito y el Laboratorio Nacional de Insulina; creó Puerto Curioso, un museo de la ciencia para chicos; impulsó la construcción de un satélite científico para estudiar el Sol y, obsesionado por lograr el retorno de los científicos argentinos radicados en el exterior, convenció a César Milstein, de que dirigiera el Instituto Tecnológico de Chascomús.
Padre de una hija -Corita, también matemática-, y ya casado con Katun Troise, su inseparable compañera de la madurez, hasta no hace mucho seguía vinculado con la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales (FCEN) de la UBA, integraba el comité de redacción de la revista Exactamente y seguía relacionado con autoridades y profesores.
"Era una persona de un optimismo increíble que siempre estaba a disposición de quien lo necesitara, y especialmente de la gente joven", recuerda el doctor Pablo Jacovkis, actual decano de la FCEN.
De él escribió Paco Poblet que era sabio "en el sentido más extenso del término: el del sabio de la tribu que toda sociedad, y más la nuestra, necesita".
En el libro homenaje "Honoris causa, Manuel Sadosky en sus noventa años" (Libros del Zorzal, 2004), que reúne cinco semblanzas, Tomás Eloy Martínez afirma que era "uno de esos raros prodigios de la naturaleza que avanzan al mismo tiempo en madurez y juventud".
Para Guillermo Jaim Etcheverry, actual rector de la UBA, "Sadosky representa un símbolo. El símbolo de lo mejor que hemos podido ser". Y escribió Mario Bunge: "Por su visión, su tesón y su generosidad, Manuel Sadosky seguirá siendo un modelo para los jóvenes argentinos empeñados en que el país recupere el medio siglo perdido."
Hoy, varias generaciones de estudiantes, científicos y artistas argentinos se sienten un poco huérfanos.
Los restos del doctor Manuel Sadosky se velan en O´Higgins 2842, y serán cremados en el cementerio Parque Memorial; el cortejo partirá del velatorio a las 12.30.
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