¿Estamos solos? Científicos escanearon 10 millones de estrellas y no hallaron rastros vida extraterrestre
El radiotelescopio Murchison Widefield Array (MWA), ubicado al oeste de Australia, terminó de escanear una porción de cielo alrededor de una constelación llamada Vela, que abarca unas 10 millones de estrellas, con el objetivo de encontrar frecuencias de tecnologías alienígenas. Luego de una búsqueda amplia y profunda, los astrónomos a cargo del estudio publicado en la revista de la Sociedad Astronómica de Australia, concluyeron que no encontraron un signo de vida extraterrestre.
The Murchison Widefield Array from ICRAR on Vimeo.
La investigación fue realizada por la doctora Chenoa Tremblay de la Organización de Investigación Científica e Industrial del Commonwealth junto con el profesor Steven Tingay del Centro Internacional de Investigación en Radioastronomía. La conclusión de los científicos es que "al menos en la parte del universo analizada las civilizaciones parecen esquivas en el caso de que existan".
El radiotelescopio buscó emisiones en frecuencias similares a las de la radio FM que podrían indicar la presencia de una inteligencia. "El MWA es una herramienta única que ofrece un campo de visión extraordinariamente amplio que permite observar millones de estrellas en simultáneo", explica Tremblay en el estudio que también fue recogido por el sitio Science Daily y por el periódico británico Daily Mail.
"Observamos el cielo alrededor de la constelación Vela durante 17 horas, lo agrandamos en escala de 100 para que se viera lo más ancho y profundo posible, pero, sin embargo, no encontramos señales de vida inteligente", dice el profesor Tingay.
De todas maneras, aunque se considera que el estudio fue grande, según los autores, "el espacio que observamos es el equivalente a intentar de encontrar algo en los océanos de la Tierra pero empezando con el volumen de agua de una pileta".
El MWA es el primer instrumento en su tipo y se lo considera el precursor del Square Kilometer Array (SKA), un observatorio hasta 50 veces más sensible que su antecesor, que contará con dos telescopios ubicados en Australia y Sudáfrica. La construcción demandará unos 1700 millones de euros.