¿Está el país preparado para enfrentar el nuevo coronavirus?
La pregunta ya no es si desembarcará en el país. Por estos días, la incógnita que desvela a los encargados de dirigir la respuesta al Covid-19, la pandemia desatada en China hace poco más de tres meses, pero que está dando la vuelta al mundo con la celeridad que le toma a un avión despegar de Fiumiccino y aterrizar en Ezeiza, o volar de París a Washington, es cuál será su progresión. Por eso, el "mantra" que se escucha entre epidemiólogos, sanitaristas, virólogos y matemáticos que estudian estos problemas es que hay que tratar por todos los medios de "aplanar la curva" de nuevos casos; es decir, lograr que no se amontonen. Que se mantenga la situación bajo control o, por el contrario, que se desborde dependerá, en gran medida, de este dato. ¿Está preparado el país para enfrentar lo que se acerca?
"La epidemia recién está en el comienzo y en los hechos su evolución es exponencial –explica el físico Hernán Solari, especialista en modelos epidemiológicos, docente de la UBA e investigador del Conicet–. Pero en algunos países se duplican los casos cada dos días, y en otros, cada 17. La diferencia entre una situación y otra es brutal". Según los últimos datos de la OMS, a Italia le tomó cuatro días duplicar sus casos confirmados, a Irán, seis, a Corea del Sur, 12, a España, tres, a Francia, Alemania y Estados Unidos, tres.
Rodrigo Paz, investigador argentino correspondiente del Conicet, que reside en los Estados Unidos, está siguiendo las huellas del virus en todo el mundo y coincide en que es muy difícil anticipar la progresión de la pandemia. "Hay dos aproximaciones predictivas para epidemias de este tipo –explica–: una es la estadística y otra, la biológica. Ambos modelos son muy simples desde el punto de vista matemático, pero requieren datos y parámetros que alimentan esas ecuaciones para, primero, calibrarlas, y después poder predecir el crecimiento con confianza alta, ya que hay muchas variables que inciden, como el clima, el tipo de virus, los vectores de transmisión, las políticas de prevención, contención y mitigación. Todavía hay mucha incerteza para Covid-19 y para distintas regiones, solo podríamos hacer predicciones a muy corto plazo (unos pocos días, 3 o 4 como mucho). Sobre todo porque esos parámetros están cambiando día a día, y de región en región. Dudaría un poco de alguien que venga con pronósticos".
"Es difícil predecir en qué momento se va a producir la explosión [de casos], porque todavía el SARS-CoV-2 no empezó a circular en el Sur –afirma Mirta Roses, directora emérita de la OPS y designada por la OMS ‘embajadora’ para el COVID-19–. Pero hay dos puntos importantes para tener en cuenta. Uno, los insumos, todo lo que se necesita para responder. Y el problema es que faltan, en parte por el mal uso (salieron a comprarlos personas que no los necesitan) y en parte porque, como sucedió en la pandemia de gripe H1N1, hay países con gran poder de compra que bloquean el suministro mundial. Lo mismo pasa con respiradores, kits de diagnóstico… Cuando la demanda se dispara, de pronto se supera la capacidad de producción".
En segundo lugar, la experta menciona la organización de los servicios, que pueden saturarse. "Lo primero que tenemos que evitar es la mortalidad, no la enfermedad –destaca–. Es importante identificar sitios dedicados, capacidad ociosa, salas que no se utilizan o establecimientos psiquiátricos que no están en uso que puedan acondicionarse para que la gente sea rápidamente derivada".
Un aspecto álgido, si la avalancha de casos crece rápido, es el de las terapias intensivas para atender a enfermos graves. Con un promedio de 4,5 camas por cada 1000 habitantes (públicas y privadas, sin distinción de complejidad), la Argentina casi duplica la recomendación de la OMS (2,5/1000). Hay 75.068 en la provincia de Buenos Aires, 13.084 en Capital, 15.150 en Córdoba y 14.643 en Santa Fe. "Los datos existentes sobre terapia intensiva no existen o son poco confiables, porque especialmente en el sector público muchas veces no funcionan debido a la escasez de recursos humanos médicos o de enfermería", apunta Rubén Torres, sanitarista y rector de la Universidad Isalud. Y destaca que éstas deberán destinarse tanto a los pacientes con el nuevo coronavirus, como a los que presentan las restantes patologías de cada invierno, como gripe, virus sincicial respiratorio y otros.
"La realidad es que, en una epidemia, las camas y sobre todo las de cuidados críticos, nunca alcanzan; en gran medida, porque la gente se asusta –afirma Zulma Ortiz, epidemióloga y ex ministra de Salud de la Provincia–. La única manera es aplanar la curva, y hoy estamos en condiciones de hacerlo. Depende mucho de las conductas individuales: si la gente se aísla todo lo posible, si practica hábitos de higiene, va a estar todo bien. Sería imprudente hacer predicciones que tienen que surgir de un suficiente número de casos, que no tenemos. Hoy, el desafío más grande es manejar la incertidumbre".
Tanto el gobierno nacional como el de la Ciudad ya tomaron medidas para paliar posibles déficits. En el ámbito de la Ciudad, el jefe de gobierno porteño y su ministro de Salud, Fernán Quirós anunciaron que se agregarán cien camas en áreas de cuidados intensivos, llamarán a 200 enfermeras retiradas recientemente e incorporarán a 50 médicos especializados en terapia intensiva. Además, se puso en marcha un plan de activación progresiva de salas de internación a medida que el número de pacientes aumente. Por el momento, el Muñiz, el Ferrer, el Santojanni y el Rivadavia ya están implementando este sistema, con salas de reserva.
En el plano nacional, se asignaron 1.700 millones de pesos extras para la adquisición de 64 respiradores, 150 bombas de infusión volumétrica, 50 bombas de infusión jeringa, 100 monitores multiparamétricos, reactivos y equipos para la red de laboratorios, equipamiento para unidades de terapia intensiva y para camas de aislamiento, kits de protección personal para los equipos de salud y 11.680.000 dosis de vacunas antigripales, 1.580.000 dosis más, que se destinarán especialmente a proteger a la población de adultos mayores, la más afectada por la epidemia.
Lecciones de Oriente
"Se está haciendo un inventario de la capacidad del sector público y privado, y de las Fuerzas Armadas, que pueden contribuir con hospitales de campaña, por ejemplo –detalla Pedro Cahn, expresidente de la Sociedad Internacional de Sida e infectólogo ad honorem del Hospital Fernández–. Más allá de los respiradores instalados, se compraron todos los disponibles en stock. La decisión política de equipar los servicios está".
Corea del Sur es considerado un ejemplo de éxito. Después de un momento inicial bastante caótico ("La primera semana era una hecatombe –ilustra Roses–, el personal de salud caía desmayado), implementaron un testeo precoz y masivo que parece haber sido una de las claves para contener la propagación del virus.
Precisamente, para evitar el cuello de botella de tener un solo centro de testeo (el Malbrán), el 25 de marzo están llegando al país más kits de diagnóstico. Está previsto transferir la tecnología y el conocimiento a la red de 35 laboratorios de influenza para que pueda detectar coronavirus. "De acuerdo con lo que estuvimos hablando, en 24 a 36 horas podremos tener un resultado –afirma Angela Gentile, expresidenta de la Sociedad Argentina de Pediatría y jefa de Epidemiología del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez–. Es importante tener claro el rol del laboratorio, que cambia según la fase de la epidemia. En este momento, se trata de detectar todos los casos que surjan para detener la cadena de transmisión, pero si comienzan a multiplicarse, tal vez se testearán los más graves".
Gentile y Cahn, junto con representantes de las sociedades científicas de Emergentología, Terapia Intensiva, Geriatría, Medicina Interna y Pediatría, entre otras, son parte del comité que integran alrededor de 15 expertos que asesoran al gobierno. "Discutimos punto por punto cada resolución y sabemos que esto es dinámico. Hay que decidir día a día. Puede ser que en algún momento se suspendan las clases o incluso medios habituales de transporte, pero hay que tomar cada decisión oportunamente. Y prepararse, porque estas cosas no se pueden hacer de un día para otro. Si después pasa un mes y vemos que el escenario no es tan preocupante, mejor", comenta Gentile.
Eduardo López, infectólogo pediátrico y jefe del Departamento de Medicina del Hospital Gutiérrez, que también integra el consejo asesor, considera que el sistema está preparado para afrontar la circulación comunitaria del nuevo coronavirus. "En 2009, los hospitales públicos y la medicina privada soportaron bastante bien la pandemia, con una mortalidad aceptable –subraya–. Los hospitales están preparados. En el ‘Niños’ ya tenemos sala de aislamiento de nivel internacional y habitaciones de respaldo. En el Muñiz también. Si aumenta el número de casos (fase de mitigación), la idea es agregar los consultorios externos y el paciente leve será domiciliario. Solo se internarán pacientes críticos y con dificultad respiratoria. Las provincias tienen que identificar un hospital ‘cabecera’, y Córdoba, Rosario, Mar del Plata, centros preparados para recibir derivaciones".
"Alemania pudo amesetar la curva. Este es el punto importante –agrega–. Cuando aparezcan los casos autóctonos tenemos que intensificar las medidas para alejar el contagio, y yo no esperaría a tener 1000, hay que intervenir antes".
López también menciona algo que podría ayudar: ya hay trabajos que sugieren que a 27 grados el virus pierde un 50% de infectividad, y a 31 grados, un 80%. "Si se mantiene el tiempo moderadamente templado, podría retrasarse el avance del virus, aunque no lo bloquee totalmente", afirma.
Otros ven un panorama más sombrío. Jorge San Juan, sanitarista que ocupó un rol protagónico durante la pandemia de gripe A, advierte: "Si no somos más drásticos y paramos esto en la fase de contención, es una eclosión que puede destruir a cualquier equipo de salud –dice–. En la [gripe] H1N1 no había vacuna, pero había tratamiento. Ahora estamos totalmente desprovistos. Además, [en 2009] nosotros cerramos los colegios, y los padres se iban de vacaciones y se llevaban el virus a todos lados… Ojalá me equivoque".
Y agrega Adolfo Rubinstein, ex Secretario de Gobierno de Salud: "Todo depende de la progresión de la epidemia. En la Argentina, la infectividad (el número de personas que se contagian a partir de un caso confirmado) es un poquito menor al promedio, estaría más cerca de 2. Si cada cosa estuviera librada a su evolución natural, cuando comience la transmisión comunitaria se duplicarían los casos una vez cada diez días. Ya es probable que haya cientos de casos asintomáticos o en período de incubación. Hay que anticiparse y tomar medidas muy draconianas. Atemperar el crecimiento de casos es la única manera de preparar los hospitales para acompañar la demanda. Esto desafía los servicios de salud de manera brutal. Ojalá me equivoque… La respuesta la tendremos en los próximos días".
Por su parte, Ortiz opina que hay que contribuir dándoles gobernanza a los que tienen que liderar. "Viví varias epidemias. Hay que respetar una sola voz y es la del gobierno –afirma–. No es solo una cuestión de servicios: nos tenemos que cuidar nosotros. Si la sociedad cumple con las medidas para el aplanamiento de la curva, las capacidades son suficientes. Opinar pueden opinar todos, pero no hay que confundir".
Y concluye Cahn: "Se están tomando las medidas lógicas y razonables para controlar la epidemia. Si viene ‘en pico’ y caen 500 pacientes en una guardia, eso no hay sistema en el mundo que pueda enfrentarlo".