El empacho bajo la lupa académica
Un investigador mexicano recopiló 136 ensayos sobre esta dolencia y su tratamiento ancestral
En esta Semana Santa, como es tradicional en muchas familias, alguna madre no esperará hasta la medianoche del 24 de diciembre para transmitirle a su hija las prácticas folklóricas más frecuentes para curar el tan molesto empacho.
Basta con consultarle a una vecina de años en el barrio o preguntarle en voz baja al farmacéutico para dar rápidamente con la persona indicada para aliviar con alguna maniobra acompañada de un rezo ese malestar estomacal por una indigestión.
Mientras que medir con una cinta, preferentemente roja, es la forma más frecuente de confirmar esa dolencia, tirar del cuerito es la técnica más utilizada en grandes y chicos para "quebrarlo" tanto en el campo como en la ciudad, según una recopilación de 136 ensayos académicos y la recolección de testimonios en el país realizadas por un investigador mexicano.
"La gente no es tonta ni ignorante, como suele achacar la medicina tradicional. Si este tipo de rituales y terapias ancestrales no funcionaran, seguramente desaparecerían. Pero cuando la población los usa durante siglos, los va incorporando en su cultura y los transmite de generación a generación", dijo a La Nacion por vía telefónica desde México el doctor Roberto Campos-Navarro, coordinador de investigación del Departamento de Historia y Filosofía de la Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Para su estudio, Campos-Navarro analizó todas las publicaciones médicas conservadas desde el siglo XVIII en bibliotecas de todo el país, en un recorrido que fue desde la Universidad Nacional de Salta hasta la Biblioteca Popular Sarmiento de Ushuaia.
En el camino, el investigador compartió creencias y costumbres populares sobre distintas dolencias, como el mal de ojo, el susto, la caída de mollera o el mal aire, además del empacho.
Una encuesta realizada en 2006, con la que también se cruzó el investigador, indagó en qué creen los argentinos: siete de cada diez están convencidos de que tirar el cuerito cura el empacho.
Otra encuesta, esta vez de un equipo de pediatras del Hospital Materno Infantil de San Isidro dirigido por la doctora María Bergmann, reveló en 2008 que el 90% de las madres que habían llevado a sus hijos al hospital recurrían a prácticas no tradicionales a cargo principalmente de curanderos (el 68%), abuelos (el 17%), tíos (el 4%) y madres (el 4%). Además, el 76% de esas mujeres no le mencionaban nada al pediatra.
"Es frecuente que quienes usan estos tratamientos folklóricos no lo hablen con el médico porque suele ser motivo de desprecio en el consultorio –comentó Campos-Navarro–. Ese tipo de actitudes termina lesionando la relación médico-paciente, ya que, como contaron muchas personas, el médico puede hasta burlarse del uso de la palabra empacho, que no es otra cosa que un problema digestivo, con el movimiento intestinal alterado y con algo detenido o asentado, que debe eliminarse."
Hasta ahora, la única práctica que tendría explicación lógica sería la de tirar el cuerito. Los pellizcos en la piel de la espalda a los costados de la columna vertebral no harían otra cosa que estimular inervaciones nerviosas para acelerar el movimiento estomacal y expulsar el bolo alimenticio "pegado" en el estómago.
La medición con la cinta, en cambio, no puede explicarse más allá de la convicción de quien la usa. "Evidentemente, salvo el ritual de la cinta, que seguirá siendo un enigma, lo demás tendría una explicación lógica", dijo el doctor Campos-Navarro, a quien un malestar estomacal en Salta le permitió conocer por azar a don Rolando, un curandero que ante la falta de una cinta improvisó con un cinturón para darle algo de alivio.
Nuevos nombres
A partir del siglo XIX, según el relevamiento realizado por el investigador mexicano, la medicina académica fue reemplazando la palabra empacho por otros nombres, como enterocolitis, dispepsia o gastroenteritis, según sus signos y síntomas.
Ese cambio de denominación comenzó a separar a la medicina folklórica de la académica. "Los doctores, con el afán de diferenciarse del vulgo, no negaron únicamente el nombre, sino que también en forma paulatina dejaron de pensar en la especificidad clínica de la enfermedad hasta el grado extremo de negar su existencia", escribió Campos-Navarro, en Medir con cinta y tirar el cuerito, el libro que reúne su estudio y que se presentará el 28 de este mes, a las 19, en la Facultad de Medicina de la UBA.
Pero mientras que para el investigador, que, como otros médicos que, no sólo les recomiendan a sus pacientes que se hagan curar el empacho, sino que también saben cómo hacerlo, otros aseguran que los efectos de esos procedimientos folklóricos se deben puramente a la sugestión.
"Es un efecto placebo. Pero no crea que sólo los usan personas de bajo nivel cultural. Hay personas con buen nivel educativo que creen más en esos rituales que en la medicina científica. Con el herpes zóster, por ejemplo, muchos pacientes se siguen pintando con tinta...", señaló el profesor Federico Pérgola, presidente del Ateneo de Humanidades Médicas del Instituto y Cátedra de Historia de la Medicina, en el que se presentará el estudio.
Para el experto, que es miembro correspondiente de la Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, "la magia es muy difícil de separar de la medicina científica y no se va a eliminar tan fácilmente. Lo del empacho es más una cuestión de medicina doméstica. Los médicos fueron aclarando que es una inflamación del intestino delgado y que si se estimulan los nervios posteriores de la columna se da una mejora abdominal. Lo cierto es que la medicina lo describió como una enterocolitis, que puede ser de origen viral, alérgico o microbiano. Por eso, lo mejor es decir: «Consulte a su médico»".
Y en eso también, aunque más permisivo, coincide Campos-Navarro: "Los datos que nos da el empacho son simples, por lo que sus tratamientos también deben ser sencillos. Si tirar el cuerito no da resultado, entonces sí, hay que ir al médico, porque hay casos graves que necesitan medicamentos".
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