El ejemplo de Australia
TOWNSVILLE, Australia.- El barco corcovea como un caballo mitológico que deja su rastro en el océano hasta que, tras navegar unas dos horas, llegamos a una zona de aguas mansas, cálidas y transparentes.
Estamos a setenta kilómetros de la costa norte de Australia, sobre la Gran Barrera de Coral, ese enorme conglomerado de organismos cuyo esqueleto calcáreo conforma desde hace miles de años arrecifes extraños y fascinantes, que parecen edificios submarinos diseñados por Antonio Gaudí.
La bióloga de a bordo invita a los pasajeros a calzarse patas de rana, antiparras y snorkels para ver de cerca una de las maravillas del mundo: el hábitat de los corales y de alrededor de 1500 especies de peces, moluscos, algas y esponjas multicolores que prosperan en estos parajes, rodeados del silencio de las profundidades.
La escena es deslumbrante.
Desde hace más de 25 años, investigadores del Instituto Australiano de Ciencias Marinas (AIMS, por Australian Institute of Marine Sciences) auscultan estos dominios en los que habita lo que algunos llaman "el animal más grande del mundo", ya que las formaciones de corales se extienden a lo largo de 2900 kilómetros.
Recogiendo datos en gran escala (sus dos barcos pasan más de 250 días anuales en el mar), los científicos del AIMS hicieron mucho.
Por ejemplo, documentaron la gran diversidad de los corales del Pacífico, describieron la ecología de la Gran Barrera, estudiaron los patrones de nado y alimentación del plancton, analizaron la circulación del agua, trazaron mapas de las principales flujos de nutrientes y produjeron un tratado matemático sobre las olas oceánicas y los procesos físicos que las originan, entre otros innumerables logros.
Esta historia singular ilustra elocuentemente cómo se entreteje la trama inextricable e impredecible de la ciencia y la innovación.
Fue sólo cuando el programa estaba por completarse que comenzaron a hacerse evidentes las aplicaciones de las investigaciones que se habían realizado durante más de dos décadas.
La lista es extensa.
Empieza por el diseño de estrategias para proteger los arrecifes... y al mismo tiempo los dos mil millones de dólares anuales que ingresan con el turismo.
Además, en las algas que los colonizan, los científicos identificaron una sustancia que bloquea poderosamente la radiación solar. (El mercado de las pantallas solares ronda actualmente los 40.000 millones de dólares anuales.)
También llevan catalogadas 20.000 sustancias de potencial uso farmacéutico presentes en organismos marinos.
Desde hace quince años, impulsan las investigaciones en acuacultura -estudiando, por ejemplo, cómo evitar el ataque de virus en los tanques de cultivo-, que sólo por la producción de crustáceos podría reportarles 10.000 millones de dólares anuales.
Y uno de los instrumentos diseñados por el propio instituto para llevar adelante sus investigaciones, la primera computadora submarina, ya dio origen a una compañía tecnológica privada.
El conocimiento es dinero.