Efecto Greta: ¿es bueno o malo para las negociaciones por el clima?
"No hemos logrado nada. Llevamos más de un año de acciones y básicamente nada ha sucedido", el lamento de Greta Thunberg al llegar a Madrid para participar de la cumbre de cambio climático COP25 se metió como una cuña en un movimiento juvenil que desde la aparición de la joven sueca en la cumbre anterior (en Katowice, Polonia, 2018) no ha hecho sino crecer en todo el mundo, la Argentina incluida.
El argumento era que pese a que ella misma se convirtió en una figura mundial y que el movimiento ha ganado fuerza en las calles -en Madrid hubo el viernes pasado una manifestación grande, situada entre las 500.000 personas que dijeron los organizadores y los 15.000 que postuló la policía- y en los lugares de decisión (Jóvenes por el Clima, la versión argentina, tuvo que ver bastante en la sanción de la ley nacional de cambio climático), lo cierto es que las emisiones globales de gases de efecto invernadero no han hecho sino continuar en alza: 4% más desde el Acuerdo de París en 2015. Y el reglamento de ese acuerdo, que es una de las cuestiones que se discuten con fervor estos días en esta capital, tiene temas espinosos que a 48 horas del cierre de las negociaciones hacen temer que no se pueda cerrar con éxito.
¿Es entonces que el movimiento juvenil ha corrido el eje de las coberturas periodísticas y olvidado de poner el foco en, por ejemplo, cómo reparar los daños y las pérdidas que genera en la actualidad el cambio climático? ¿El star-system otra vez se come a sus hijos dilectos y los neutraliza? El tema es motivo de discusión y controversia en los pasillos de Ifema, el predio cercano al aeropuerto de Barajas que transitan cada día miles de delegados de los países, científicos, miembros de organizaciones no gubernamentales y periodistas.
Para Gabriel Blanco, profesor de la Universidad Nacional del Centro y autor coordinador del IPCC (el organismo científico que presenta periódicos informes sobre el tema), con experiencia en otras COPs, "la aparición de figuras que traigan estas temática a la agenda pública o global me parece siempre positivo, con un pero: muchas veces se termina banalizando el asunto y convierte, muy hábilmente por parte de los factores de poder, en tema de la farándula". Para Blanco, que fue negociador argentino durante diez años, desde la COP de 2007 en Bali hasta la de 2016 en Marrakech, "el hecho de que Greta haya cruzado el Atlántico en un yate de lujo de una familia monegasca es una muestra de eso. En ciertas radios se habla mucho de Greta, pero nunca del cambio climático y jamás de las causas del cambio climático. Se la usa para lo frívolo y se banaliza el mensaje".
Sin embargo, por lo menos de manera oficial y on the record, negociadores y observadores varios consideran positiva la presión que el movimiento juvenil ha desarrollado el último año y en especial durante esta cumbre, para la cual están acreditados y donde hoy irrumpieron en la sesión plenaria para disgusto policial. Por ejemplo, Joseluis Samaniego, histórico funcionario de la CEPAL presente en Madrid, "las manifestaciones influyen sobre los negociadores. Es beneficioso que haya una muestra social y que los negociadores tomen nota y en función de eso sean un poco más radicales, más ambiciosos. Está claro que sin los jóvenes no tenemos futuro". Coincide con él la periodista de El País Berna González Harbour: "El trabajo de Greta y de los jóvenes es parte de la concientización y mete presión a los gobiernos porque se trata de los futuros votantes. Los que la toman como una enemiga en realidad es que están buscando alguien a quien culpar, casi con la misma metodología con la que se emplean las fake news".
Mientras tanto, una de las respuestas de la propia Greta -elegida personalidad del año por la revista Time- al acoso desaforado de medios y gente hacia su persona (no pudo marchar por las calles de Madrid por esto), el último lunes fue una inteligente conferencia de prensa abarrotada en la que se subió con otros siete miembros de su movimiento y dijo simplemente que sus compañeros debían ser oídos, no ella. Y vaya si lo aprovecharon. Jóvenes que habitan desde las Islas Marshall hasta Rusia, pasando por Chile y la resistencia de pueblos indígenas norteamericanos, contaron sus pesares y problemas que ya suceden debido a la emergencia climática y otros asuntos sociales y ambientales relacionados. Cada uno de ellos,incluyendo la argentina Nicole Becker, está haciendo valer la oportunidad de mostrar las condiciones en las que viven y participan de la esfera pública. La pregunta es si terminarán colaborando en mejorar la situación climática o tristemente en las versiones nacionales de Bailando por un sueño.*Esta información fue producida como parte del
Programa Latinoamericano de Cobertura Periodística COP25.