Dislexia: cuando leer y escribir es un problema
Cerca del 10% de la población mundial sufre esta patología, caracterizada por las dificultades en el paso de la codificación visual a la verbal y de ésta a la escrita; la detección precoz es la clave para superar el problema
Algo que para muchos puede ser tan sencillo y automático como leer y escribir es una tarea más que complicada para los disléxicos, personas cuyo coeficiente intelectual es normal, pero tienen dificultades en el paso de la codificación visual a la verbal, y de ésta a la escrita; la memoria a corto plazo; la percepción de orden, y la secuenciación, entre otros problemas.
En ciertas ocasiones, tanto padres como docentes tardan en detectar este problema y califican al niño de vago, lento o distraído, pues las dificultades en esta área del pensamiento ocasionan graves problemas en la escolaridad.
Sin embargo, se ha demostrado que las personas disléxicas poseen grandes habilidades en otras áreas como las matemáticas, las finanzas, la física, el arte y otras disciplinas creativas. De hecho, algunos consideran que no es un problema, sino simplemente una manera diferente de mirar al mundo, un tipo de pensamiento inclinado a percibir a través del objeto y no de la palabra, como es habitual, según explicó a LA NACION LINE la psicóloga Sivia Di Base, a cargo del departamento de psicología infantil y perinatal de la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires.
Según las estadísticas, cerca del 7% de los argentinos padecen este trastorno y al menos el 10% de la población mundial. Así, se puede esperar que en cada aula de 25 alumnos haya al menos un niño con esta dificultad para el aprendizaje.
Las causas son múltiples y dependen de cada persona. Generalmente están asociadas a cuestiones hereditarias, trastornos madurativos, problemas vinculares en el seno familiar, falta de autonomía del niño o asuntos subjetivos no resueltos, según consideró Adriana Márquez, psicopedagoga de la Sociedad Argentina de Pediatría.
Dificultades escolares
¿Cuáles son las manifestaciones más comunes de este trastorno? En el aula, la dislexia puede detectarse por la lentitud en la lecto-escritura, la tendencia al deletreo, la escasa comprensión de los textos debido a la falta de ritmo, la ausencia de puntuación y una ortografía inconsistente.
Un chico disléxico escribe invirtiendo u omitiendo ciertas letras o sílabas, se paralizan ante las palabras difíciles y confunden los renglones, dependiendo del grado de la patología. Además, quienes padecen este trastorno carecen de automaticidad, tienen que pensar mucho antes de escribir una letra o una palabra y confunden vocablos similares.
"El chico percibe el texto de esta manera porque no están incorporadas en él las posiciones espaciales, ya que para poder aprender a leer y a escribir hay que tener en claro estas posiciones, especificó Márquez.
A medida que los cursos pasan, los problemas se agudizan, pues el trabajo escolar en general se basa en las habilidades que el niño no tiene y se retrasa progresivamente. Por eso, es importante la detección del problema con suficiente precocidad como para iniciar algún tratamiento psicopedagógico, que suele derivar en resultados positivos y una clara mejora en el rendimiento en el colegio.
A las dificultades en el aprendizaje se suman cuestiones emocionales que terminan por moldear una personalidad insegura, con baja autoestima y retraída, pues con gran frecuencia se atribuyen estas características simplemente a un mal funcionamiento escolar, presionándolo para que trabaje y de alguna manera menospreciándolo por su incapacidad para aprender.
Por eso, es necesario explicarle al niño que lo que le sucede no es voluntario sino producto de esta patología y que esas dificultades se pueden ir resolviendo, organizándose en el espacio de otra manera o despertando el interés a leer con lecturas cortas, pero nunca insistiendo en la teoría de la flojera.
Constanza Longarte
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