Descubrimiento: la increíble colección de fósiles que apareció en medio de un basural
Entre ellos, hay restos de especies primates que podrían ayudar a completar el cuadro de la historia evolutiva de la raza humana
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La ampliación de un basural en Cataluña, España, llevó a un increíble descubrimiento: bajo los deshechos se encontraron muchas especies extintas, incluidas algunas que fueron precursoras de los simios. Un equipo de paleontólogos lleva trabajando dos años allí, en busca de nuevas pistas sobre la historia evolutiva humana.
El vertedero de Can Mata, situado a unos 50 kilómetros al noroeste de Barcelona, contaba antes de 2019 con 79 hectáreas, pero como había llegado a su límite hubo un referéndum y los vecinos votaron a favor de ampliarlo a 96 hacia el año 2030. Esto llevó a que en el lugar comiencen a trabajar las excavadoras a fin de realizar otro pozo para poder tirar más basura, proveniente de la Ciudad Condal y sus alrededores.
Como ya habían encontrado fósiles en el lugar, el paleontólogo Josep Robles se turnó con otros siete profesionales para vigilar de cerca las toneladas de tierra desplazadas por las máquinas. Cada vez que uno de los expertos veía alguna pieza que podría ser importante, la cubría con una lámina de metal y esperaba a que amanezca para poder retirarla a la luz del día. Luego, la excavadora continuaba trabajando.
Según consignó la revista National Geographic, el suelo de Can Mata alberga una amplia gama de fósiles que abarcan más de un millón de años en el Mioceno, desde unos 11,2 millones a 12,5 millones de años, aproximadamente.
Desde 2002, Robles y otros paleontólogos del Instituto Catalán de Paleontología Miquel Crusafont (ICP), de la Universidad Autónoma de Barcelona, habían hallado más de 70.000 fósiles de este periodo en este sitio. Entre ellos, caballos, rinocerontes, ciervos, parientes de los elefantes llamados proboscídeos, un primitivo pariente del panda gigante y la ardilla voladora más antigua del mundo. También, se encontraron una gran cantidad de restos antiguos de roedores, aves, anfibios y reptiles.
Entre los hallazgos más importantes realizados, se encuentran los fósiles de especies de primates que no se encuentran en ningún otro lugar. La mayoría de ellas son hominoides ancestrales, los precursores de los gibones, de los grandes simios (orangutanes, gorilas y chimpancés) y los humanos.
Durante esta división de la escala temporal geológica, que pertenece al periodo Neógeno, había docenas de especies de hominoides. Se originaron en África, pero hace 12,5 millones de años también aparecieron en Asia y Europa.
La importancia de los restos de primates encontrados en Can Mata es que brindan información que permite completar el cuadro de un período profundo del pasado, sobre la evolución de la raza humana.
“Can Mata nos permitió demostrar que los primates eran mucho más diversos en ese lapso de tiempo de lo que se consideraba antes”, indicó a National Geographic David Alba, director del ICP. Y agregó que cada nueva pista les permite “desentrañar algunos de los misterios más profundos de nuestra especie: ¿Qué somos? ¿De dónde venimos? ¿Y cuándo empezamos a ser?”.
El primer fósil de primates en este basural fue encontrado en 1940 por el paleontólogo Miquel Crusafont, quien descubrió en el yacimiento la mandíbula y los dientes parciales de un gran simio del Mioceno. Tras este hallazgo, se estableció a Can Mata como un sitio paleontológico documentado. A pesar de su estatus, el lugar también funcionó legalmente como un espacio para tirar basura, desde mediados de la década de 1980.
En 1995, el lugar contaba con 38 hectáreas, de acuerdo con la información brindada por la Associació de veïns i veïnes Mas d’en Gall Noves Generacions. A comienzos del 2000, la empresa Cespa Waste Management comenzó a realizar nuevas excavaciones con el fin de disponer celdas de almacenamiento de basura a una profundidad de al menos 30 metros.
En virtud de la Ley de Patrimonio Histórico Español, se vio obligada a asegurarse de que sus máquinas no trituraran fósiles ni los enterraran debajo de montañas de basura. Por eso, la compañía se contactó con algunos científicos especializados en la búsqueda de restos para que supervisaran las excavaciones, y estos aceptaron.
En 2002, los paleontólogos independientes -ahora todos del ICP- Isaac Casanovas-Vilar, Jordi Galindo y Alba empezaron a supervisar los trabajos en Can Mata. Tres semanas después, encontraron el diente de un dinoterio, un enorme pariente del elefante con colmillos curvados hacia abajo. Ahondando en ese sitio, descubrieron también un fragmento de un hueso de dedo. “Me dije esto parece un primate”, recordó Alba.
El paleontólogo buscó en su auto un molde de la mano del simio extinto Hispanopithecus, el cual había sido descubierto en un valle cercano. Al compararlos, no estaban seguros de lo que habían encontrado. Luego, hallaron tres fragmentos de un diente canino, que Alba pegó, y una serie de diminutos y frágiles fragmentos de hueso esparcidos cerca de un bloque de sedimento.
Al observarlo mejor, el equipo se dio cuenta de que estaba frente a un rostro antiguo. “Los tres, muy nerviosos lo levantamos”, señaló Alba. Y agregó: “Y ahí estaba la cara del Pierolapithecus mirándonos. Fue uno de los momentos más importantes de mi vida”.
El Pierolapithecus catalaunicus, apodado Pau, es una nueva especie de gran simio que descubrieron los expertos. Tiene una antigüedad de unos 12 millones de años y es uno de los esqueletos de primates del Mioceno más completos jamás encontrados.
El equipo desenterró más huesos del pecho, la parte inferior de la espalda y las muñecas del animal. Allí, encontraron que el fósil muestra pruebas inequívocas de una característica única entre los simios y los seres humanos: un plan corporal ortógrado.
“No hay que confundirlo con bípedo”, aclaró Alba. “Algunas personas utilizan el término ‘erguido’ para referirse a un bípedo. Esto es un error”, sostuvo.
Según explicó el experto, el plan corporal ortógrado permite trepar verticalmente, subir por las ramas, balancearse de árbol en árbol y, a veces, caminar sobre dos pies. Mientras que algunos de estos comportamientos probablemente evolucionaron varias veces de forma independiente, esta característica podría haberlo hecho de una sola vez, o quizás dos.
Alba y sus colegas explican que el fósil de Pau sugiere que el último ancestro común de todos los homínidos podría haber sido ortógrado. De comprobarse, podría ofrecer una pista sobre lo que dio a ciertas especies una ventaja evolutiva.
El equipo de paleontólogos halló también otro nuevo hominoide llamado Anoiapithecus brevirostris, apodado Luc, que data de hace aproximadamente 12 millones de años. A diferencia de la mayoría de rostros de los primates, que sobresalen, el de este macho fosilizado era intrigantemente plana, tanto que remitía a los del Homo.
Respecto de este descubrimiento, los investigadores propusieron que podría ser el resultado de la evolución convergente, en la que características similares evolucionan en organismos no relacionados o relacionados a distancia.
En 2011, apareció un nuevo fósil en Can Mata: el de una hembra de Pliobates cataloniae, apodada Laia. Esta especie vivió hace unos 11,6 millones de años, aproximadamente medio millón de años más tarde que Pau. Era diminuta, pesaba lo mismo que un gato doméstico, pero los paleontólogos se sorprendieron al descubrir que tenía algunos rasgos de simio, como los huesos de la muñeca y la forma del cráneo, similares a los del gibón.
“Comprender las raíces de los grandes simios es importante para averiguar los orígenes de los homínidos, los taxones que surgieron después de que nuestro linaje y el de los chimpancés se separaran de su ancestro común, hace entre seis y ocho millones de años. El linaje humano no apareció de la nada”, señaló Alba. Y resaltó que el objetivo es descubrir dónde evolucionaron.
A lo largo de estos años, Can Mata fue escenario del descubrimiento de más de 85 especies de mamíferos que convivieron con estos primates prehistóricos. Recientemente, se encontró un Chalicotherium, un ungulado alto y con garras que parece una extraña mezcla de perezoso gigante, oso, caballo y gorila.
También un falso gato de dientes de sable, llamado así porque no es un verdadero félido, la familia que incluye a los leones y los tigres. Se tata de un animal que pertenecía a una familia de carnívoros que divergió de los ancestros de los félidos hace quizá 40 millones de años.
Todos los fósiles hallados en este basural datan de un periodo de transición entre el Mioceno medio y el tardío, cuando las selvas subtropicales de la región se volvieron más áridas y las praderas se expandieron. Los científicos están utilizando estos hallazgos para ayudar a reconstruir los cambios ambientales de Can Mata a lo largo de aproximadamente un millón de años, en intervalos de tiempo de 100.000 años. Esto es posible gracias a que el yacimiento posee un registro geológico largo y continuo.
“Son varios cientos de metros de sedimentos, todos con fósiles”, indicó Casanovas-Vilar, quien trabajó desde el comienzo en el lugar. Y planteó los objetivos que están persiguiendo: “Los ecosistemas pueden tolerar los cambios durante un tiempo, pero ¿durante cuánto tiempo? Esa es una pregunta que podemos responder o que intentaremos responder para este entorno concreto y este momento concreto”.
La presencia de este inmenso basural genera controversia entre los residentes de los poblados cercanos. Muchos de ellos se agruparon en asociaciones que trabajan para que sea trasladado a otro sitio, ya que alegan que desprende un olor nauseabundo y que podría traer enfermedades.
En tanto, a comienzos de este año un escrutinio dio como resultado que más de 1000 vecinos, que representaban el 58,1% de los votos, apoyaron la idea de alargar la vida de la instalación más allá del año 2030.
Por este motivo, los científicos continuarán al menos una década más trabajando en el lugar. Pero eso no es todo, también tienen trabajo por hacer con los hallazgos registrados, ya que informaron que solo el 20% de los fósiles descubiertos fueron limpiados de sedimentos endurecidos y conservados químicamente. Otros miles están envueltos en papel y plástico, numerados y etiquetados, dentro de almacenes subterráneos. “Esto es algo para las próximas tres o cuatro generaciones de paleontólogos”, aseguró Alba sobre este trabajo inició hace 21 años y todavía parece tener prometedores resultados.