Descubren un truco genético de las serpientes para volverse resistentes al veneno
Ciertas serpientes desarrollaron un truco genético único para evitar ser devoradas por serpientes venenosas, según una investigación de la Universidad de Queensland (UQ).
El profesor asociado Bryan Fry del Toxin Evolution Lab de la UQ dijo que la técnica funcionaba de manera similar a la forma en que dos lados de un imán se repelen entre sí. "El objetivo de las neurotoxinas del veneno de serpiente es un receptor nervioso cargado negativamente", explicó Fry.
"Esto provocó que las neurotoxinas evolucionen con superficies cargadas positivamente, guiándolas así hacia el objetivo neurológico para producir parálisis. Pero algunas serpientes evolucionaron para reemplazar un aminoácido cargado negativamente en su receptor por uno cargado positivamente, lo que significa que la neurotoxina es repelida. Es una mutación genética inventiva y se ha perdido por completo hasta ahora. Hemos demostrado que este rasgo evolucionó al menos 10 veces en diferentes especies de serpientes", aseguró en un comunicado.
Los investigadores encontraron que la pitón birmana, una especie terrestre de movimiento lento vulnerable a la depredación de las cobras, es extremadamente resistente a las neurotoxinas. "De manera similar, la serpiente topo sudafricana, otra serpiente de movimiento lento vulnerable a las cobras, también es extremadamente resistente", agregó Fry.
"Pero las pitones asiáticas que viven en árboles cuando son bebés, y las pitones australianas que no viven junto a serpientes neurotóxicas que comen serpientes, no tienen esta resistencia. Sabemos desde hace mucho tiempo que algunas especies, como la mangosta, son resistentes al veneno de serpiente a través de una mutación que bloquea físicamente las neurotoxinas al tener una estructura ramificada que sobresale del receptor, pero esta es la primera vez que un efecto imán ha sido observado. También evolucionó en serpientes venenosas para ser resistente a sus propias neurotoxinas en al menos dos ocasiones", comentó.
El descubrimiento se realizó después del establecimiento de la nueva instalación de interacción biomolecular de la Universidad de Queensland, la Instalación de Interacción Biomolecular Australiana (ABIF)."Hay una tecnología increíble en el ABIF que nos permite analizar miles de muestras al día. Esa facilidad significa que podemos hacer el tipo de pruebas que antes hubieran sido ciencia ficción, habrían sido completamente imposibles", declaró el autor del estudio. La investigación se publicó en Proceedings of the Royal Society B.