Descubren huellas de dinosaurios que iban por la playa
En Chos Malal, al norte de Neuquén
Las primeras huellas de dinosaurios carnívoros (bípedos) del Cretácico inferior de la Argentina fueron encontradas cerca de Chos Malal, al noroeste de la provincia de Neuquén, por geólogos y paleontólogos de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA. Estas pisadas evidencian que, hace unos 130 millones de años, la zona constituía un mar poco profundo y sometido a mareas, según explican los investigadores, que presentaron el hallazgo en la V Reunión Argentina de Icnología, realizada en Ushuaia.
Integran el equipo que hizo el hallazgo los doctores en geología Pablo Pazos y Darío Lazo, y las doctoras en biología Claudia Marsicano y Beatriz Aguirre-Urreta, todos investigadores del Conicet.
Mientras estaban recorriendo la zona, les llamó la atención la ausencia de fauna típica de fósiles marinos, muy frecuentes en otras áreas. De pronto, el doctor Lazo dio con nueve pisadas que indicaban, claramente, que por allí habían pasado dinosaurios.
"Paramos casi de casualidad porque se veían unos rasgos en la roca que sugerían la presencia de mareas", dice Pazos. Y Lazo acota: "Era la tardecita, volvíamos a Chos Malal, subimos por una quebrada, exploramos el área y cuando bajamos, me encuentro con un lugar plano, bastante descubierto, y veo una huella".
Si bien se sabía que la cuenca del río Agrio había estado bañada por aguas que ingresaban del paleopacífico, se creía que había sido un área marina profunda. Las evidencias, sin embargo, no lo confirman.
"Estas huellas hablan de una zona costera, sometida a mareas y muy poco profunda", indica Pazos, que estudia las rocas sedimentarias para determinar el ambiente y sus cambios en el tiempo.
Aunque son frecuentes en otras partes del mundo, en la Argentina éstas son las primeras huellas de dinosaurios en un ambiente influido por el mar. "Este estudio permite inferir cambios de profundidad, acción de oleaje y la dirección de entrada y salida de las mareas y, en consecuencia, se puede determinar la posición de la línea de la costa", agrega.
Los investigadores, en primer lugar, encontraron nueve huellas. Pero días más tarde, en una nueva búsqueda en rocas con rasgos semejantes, Pazos dio con 45 pisadas en un lugar casi inaccesible.
Pisadas que hablan
Las huellas informan sobre el tamaño del pie, el número de dedos, y también si el animal era bípedo o cuadrúpedo. "Se trata del mismo grupo taxonómico, pues son todas tridáctilas, y todas denotan un andar bípedo", asegura Marsicano.
Las marcas de garras aguzadas indican que son dinosaurios carnívoros. Además, las pisadas, que miden entre 35 y 40 centímetros, hablan de animales de gran porte, de unos tres metros de altura.
El estudio de las huellas junto con otros datos permite reconstruir el ambiente. "El sedimento es muy fino, arcilloso, y se contrae y se agrieta, lo que indica que hubo pérdida de agua", detalla Pazos.
Marsicano acota: "Cuando el terreno está inundado, las pisadas aparecen generalmente más separadas, porque el animal tiende a separar sus patas al caminar, para tener más estabilidad en un medio muy inestable".
Este hallazgo podría tener también implicancias económicas. En efecto, gracias a estas huellas y las evidencias de mareas los investigadores pueden tener casi una fotografía de cómo era el ambiente hace 130 millones de años, y ello es fundamental para los estudios de prospección de petróleo. "Los ambientes de este tipo, arenosos, podrían ser reservorio de hidrocarburos", señala Pazos.
Encontradas las huellas, ahora los investigadores van por más: los huesos de los animales que recorrieron la antigua costa marina.
Centro de Divulgación Científica de la FCEyN
También podían nadar
- PARIS (AFP).- Los dinosaurios eran capaces de nadar, reveló un equipo de investigadores españoles en un estudio que se publicará en la revista Geology . A partir de sedimentos pertenecientes al Cretácico inferior (hace unos 125 millones de años), los científicos detectaron una pista recta de unos 15 metros de largo, con una sucesión de 12 huellas. Esas huellas son en realidad estrías de una secuencia de natación, precisaron los autores del trabajo, para quienes esto constituye la primera prueba directa de la capacidad de los dinosaurios de nadar de forma eficaz.