Dengue: logran ver la estructura del virus
También comprueban que, si se le impide circularizarse (formar anillos), no puede replicarse
Cuando Andrea Gamarnik y Lía Pietrasanta vieron la imagen amarronada que figura a la derecha de esta nota se emocionaron hasta las lágrimas.
Es que la "foto" tomada por el microscopio de fuerza atómica del Centro de Microscopías Avanzadas de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA no había sido vista jamás por ojos humanos: mostraba (aumentada millones de veces) la estructura interna del virus del dengue, microorganismo que infecta a más de 50 millones de personas por año y que, según se estima, amenaza a dos mil quinientos millones de individuos.
La primicia de Gamarnik y Pietrasanta, que esta semana se publicó en el Journal of Virology, produjo repercusiones instantáneas en el mundo científico, a tal punto que las investigadoras son intensamente requeridas como disertantes en congresos y foros internacionales. "No pueden creer que esto se haya hecho íntegramente en la Argentina", comenta Gamarnik.
El virus del dengue es una gran molécula de 11.000 bases de ácido ribonucleico (ARN). "La molécula es lineal -explica Gamarnik-, pero hace aproximadamente 20 años viene postulándose que todos estos virus tienen unas secuencias complementarias en los extremos que les permitirían circularizarse [formar anillos]. Ahora bien, hasta ahora nadie había podido demostrarlo."
Por métodos bioquímicos, biofísicos y de virología clásica, los científicos argentinos manipularon el virus, le impidieron circularizarse y, de ese modo, impidieron su replicación.
"A pesar de que es lineal, cuando la molécula de ARN está en un tubo de ensayo toma la forma de un ovillo -describe Gamarnik-. Por eso aunque uno quiera no puede ver los extremos. Entonces, lo que hicimos fue diseñar una estrategia para hacer rígida la parte central y dejar libre las zonas que podían tocarse. Creamos la molécula, la introdujimos en células de mosquito y de mamífero, y desencadenamos el proceso de replicación del virus y producción de partículas virales. Así, pudimos ver que, con la parte central de la molécula rígida, los extremos trataban de tocarse y formar anillos. Si ese proceso se impide, se interrumpe también la replicación." Las imágenes fueron la culminación de un año de esfuerzos.
Gamarnik, jefa del Laboratorio de Virología Molecular de la Fundación Instituto Leloir -que creó hace tres años y es único en la Argentina-, y Pietrasanta, del Centro de Microscopias Avanzadas, trabajaron con Diego Alvarez, María Lodeiro y Silvio Ludueña. Ambas regresaron al país hace alrededor de tres años, en plena crisis, después de haber pasado casi una década en el extranjero.
Ciencia de alto vuelo
"Nosotros hacemos investigación básica -explica Gamarnik-, de modo que tratamos de entender los mecanismos moleculares de acción de los virus: cómo se apoderan de la célula, cómo a partir de elementos mínimos se amplifican sus componentes y la obligan a producir nuevas partículas virales. El dengue nos pareció un modelo interesante porque su biología se conocía muy poco. Y ahora nos convertimos en referentes en el tema."
Pero para las investigadoras, lo más interesante de esto es haber podido trabajar en conjunto, combinando distintas disciplinas.
"Una de las cosas que impresiona más en el extranjero es que la molécula de ARN es muy difícil de manipular -cuenta Pietrasanta-, porque es muy inestable y se degrada rápidamente. Por eso nadie quiere trabajar con ARN. Andrea desarrolló una serie de herramientas interesantísimas y el microscopio de fuerza atómica nos permitió registrar las imágenes. Para entender cómo funciona este aparato se puede pensar en una analogía muy sencilla. Opera como un antiguo tocadiscos: la muestra ocuparía el lugar del disco de pasta y la púa es un sensor que va tocando la topografía de la molécula y construyendo una imagen. Es decir, que en lugar de «ver», «toca»."
Esta investigación fue posible gracias a subsidios de la Fundación Antorchas y de la Fundación Bunge y Born , y de aportes oficiales a través del Programa de Proyectos de Innovación Científica y Tecnológica (PICT).
Pero Gamarnik y Pietrasanta no piensan detenerse: "Tenemos preguntas muy grandes, y tenemos la tecnología -cuentan-. Ahora nos aceptaron otro paper, también muy bueno, en el que publicamos una serie de herramientas que podrían servir para diseñar vacunas y otras estrategias antivirales contra el dengue."
Y con el próximo desafío a la vista aseguran que no tienen intenciones de irse a trabajar al exterior.
"Yo siempre tuve ganas de volver", dice Gamarnik. "Para mí es muy importante haber regresado", coincide Pietrasanta.
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