Danza cósmica: la Vía Láctea y la galaxia Andrómeda ya están en fusión
La Vía Láctea y su vecina Andrómeda están destinadas a chocar y fusionarse. Hace tiempo que los astrónomos de la NASA saben que las mayores galaxias de la treintena que forman el Grupo Local, en el que vivimos, se atraen mutuamente. Esta danza cósmica se produce por la fuerza de gravedad combinada de los dos gigantes sistemas de estrellas y planetas.
La Vía Láctea, la galaxia donde se encuentra el Sistema Solar en el que habitamos, tiene un diámetro de unos 100.000 años luz, un trillón de kilómetros aproximadamente, y contiene entre 200.000 y 400.000 millones de estrellas, entre ellas nuestro Sol.
La galaxia Andrómeda, también llamada M31, es probablemente el doble de grande que la Vía Láctea y contiene, según datos recientes del telescopio Spitzer, cerca de un billón de estrellas que publicó la NASA .
Andrómeda se encuentra a unos 2,5 millones de años luz de distancia de la Vía Láctea (un año luz es casi 9,5 billones de km). Si bien la distancia es enorme, su velocidad también es altísima: se acerca a nosotros a 400.000 km por hora, es decir unos 111 km por segundo. A esa velocidad se podría llegar a la Luna en solo una hora.
Aunque la colisión de estas galaxias resulta inevitable y ya se están percibiendo los primeros signos del evento cósmico, nadie con vida actualmente podrá ser testigo ya que ocurrirá dentro unos 4500 millones de años.
Hubble recently mapped out the halo of gas around the Andromeda Galaxy. It’s too faint to see, but at some points it extends almost halfway to our Milky Way Galaxy!This illustration shows what we’d see from Earth if the halo was visible to the naked eye: https://t.co/8TbcIhI0lOpic.twitter.com/yoTwNoVFiQ&— Hubble (@NASAHubble) August 27, 2020
Los primeros signos de la fusión de galaxias
Según un estudio publicado el 27 de agosto en The Astrophysical Journal, que forma parte del programa AMIGA (Absortion Map of Ionizad Gas in Andromeda), los astrónomos de la NASA gracias al Telescopio Espacial Hubble lograron cartografiar por primera vez en detalle el halo de Andrómeda, la inmensa nube de gas que la rodea por completo.
Para ello los investigadores examinaron la luz de 43 distantes cuásares (núcleos brillantes de galaxias lejanas), observando cómo esa luz es absorbida por el halo de Andrómeda y cómo esa absorción cambia en diferentes regiones.
El dato más importante que pudieron recabar es que este este halo casi imperceptible de plasma se extiende hasta 1,3 millones de años luz de Andrómeda y hasta 2 millones de años luz en algunas direcciones. En otras palabras, la vecina galaxia ya está colisionando con el halo de la Vía Láctea.
"Comprender los enormes halos de gas que rodean las galaxias es sumamente importante", explicó Samantha Berek, de la Universidad de Yale en New Haven y coautora de la investigación. "Estos depósitos de gas contienen el combustible necesario para la formación de futuras estrellas dentro de las galaxias. Están llenos de pistas sobre la evolución pasada y por venir de las galaxias, y por fin podremos estudiar uno con gran detalle en nuestro vecino galáctico más cercano", agregó.
Nicolas Lehner, autor principal del estudio, detalló que "encontramos que la capa interna que se extiende hasta aproximadamente medio millón de años luz es mucho más compleja y dinámica. La capa exterior es más uniforme y caliente". Además, sostuvo que "esta diferencia es un resultado probable de la actividad de supernovas en el disco de la galaxia, que afecta más directamente al halo interno".
Una evidencia de esta actividad de explosiones estelares es el descubrimiento de un gran número de elementos pesados en el halo de gas de Andrómeda. Precisamente, los elementos más pesados de la tabla periódica se generan durante las explosiones de supernovas. Luego estos elementos pesados se mezclan con gases como el hidrógeno o el helio y como resultado nacen nuevas estrellas.
Aunque el halo de Andrómeda es inmenso, no es fácil de detectar porque está hecho de un gas ionizado y enrarecido que emite radiación en muy bajas intensidades. Por eso, una de las mejores formas de poder analizarlo es rastrear cómo absorbe la luz procedente de otras fuentes luminosas a grandes distancias.
Si bien en 2015, Lehner y su equipo pudieron determinar que el halo de Andrómeda debía ser gigantesco, no pudieron determinar su complejidad ni estimar su tamaño. Ahora esto cambió y pudieron observar mayores precisiones.
Sin embargo, es mucho más complejo estudiar el halo de la Vía Láctea, ya que vivimos en ella. Pero los miembros de AMIGA creen que los halos de nuestra galaxia y Andrómeda deben ser muy similares.