Dan Peer: "Mi trabajo es como de ciencia ficción: se trata de hacer realidad ideas locas"
¿Por qué, si cada uno de nosotros tiene un fenotipo diferente (rasgos físicos y conductuales que son resultado de la interacción entre genes y ambiente), nos tratan a todos con la misma medicación?
Dan Peer, presidente del Centro de Investigación de Biología del Cáncer de la Universidad de Tel Aviv y director del programa de Medicina Traslacional de la misma universidad, empezó a hacerse esta pregunta hace alrededor de 20 años, cuando estaba en Harvard. "Si no somos iguales, no podemos administrar las mismas drogas y esperar que obtengamos los mismos resultados -explica-. Pensé mucho sobre esto, que necesitamos fármacos más precisos. Y es lo que estamos haciendo. Combinamos medicina personalizada, inteligencia artificial y nanotecnología".
Bioquímico de formación, el profesor e investigador israelí, autor de más de 100 patentes, que integra el consejo científico de más de 12 compañías, pasó por Buenos Aires para participar en una jornada sobre innovación organizada por la Asociación Amigos de la Universidad de Tel Aviv y expuso sobre los tratamientos de vanguardia adaptados a cada paciente que estudia en su laboratorio al mando de un grupo multidisciplinario de 35 científicos, entre los que hay médicos, ingenieros de materiales, biólogos, un matemático y dos físicos.
-Profesor Peer, ¿en qué consisten las nuevas estrategias personalizadas contra el cáncer?
-Tratamos de hacer realidad ideas locas. Le daré un ejemplo. Colaboramos con compañías que toman biopsias de melanoma y cáncer de mama, las secuencian en busca de nuevas proteínas, nuevos antígenos (sustancias que pueden estimular el sistema inmune del paciente). Luego, sintetizan el ARN (el mensajero de la información genética), que puede dirigir la síntesis de esas proteínas. Les proveemos lípidos especiales que forman nanopartículas capaces de transportarlo a las células tumorales. Desde el momento de la biopsia hasta que tratamos al paciente pasan tres semanas y media. Esto es ciencia ficción. Tenemos la capacidad de silenciar genes y de activarlos con ARN mensajero. De hecho, mi grupo fue el primero en mostrar que se puede enviar ARN mensajero específicamente a subconjuntos de células inmunes en un animal. También fuimos los primeros en mostrar que podíamos silenciar genes. Y esto es solo el comienzo.
-¿Estos tratamientos ya están aprobados?
-No, estamos haciendo ensayos clínicos, pero la belleza es que se hacen en pacientes individuales. Tenemos alrededor de 200 en fase 1 (para demostrar seguridad) y parecen estar funcionando.
-¿Trabajan también en otras patologías?
-Sí, por ejemplo, en distrofia muscular de Duchenne. En este caso, hay un gen mutado y el organismo no produce una proteína de los músculos. Desafortunadamente, es la proteína más grande que conocemos, es muy difícil enviar el mensajero que dirige su síntesis. De modo que nos unimos con una compañía sin fines de lucro creada por padres de chicos que padecen este trastorno. Ellos desarrollaron un ARN gigante, lo estabilizaron y nosotros lo "empaquetamos". Queremos pasar muy rápido a la clínica porque los chicos no tienen tiempo para esperar, es progresivo.
-La medicina personalizada es una buena idea, pero todo hace pensar que los costos serán inaccesibles para la mayoría...
Yo pensaba lo mismo, pero hay denominadores comunes que permitirán reducirlos. Para mí, hay que trabajar en dos actos. El primero es ajustar las drogas conocidas a cada paciente. El segundo se basa en el análisis del propio paciente.
-¿Cómo se podría avanzar más rápido?
-La tecnología es más veloz que la biología. Siempre. La respuesta biológica no es predecible. Por eso, creo que hay que pasar más rápido a los ensayos clínicos en seres humanos. Uno no quiere trabajar cinco o seis años en ratones y lograr un "efecto Mickey Mouse". Curamos a los animales, pero cuando vamos al humano algo sucede. Es tonto pensar que un ratón de 20 g es similar a una persona que pesa 70 kg.
-¿Piensa que en el futuro cercano todos tendremos que secuenciar nuestro genoma para recibir tratamiento?
-Ahí hay un conflicto. Por un lado, no sabemos interpretar la mayor parte de la información que recolectamos. Y por otro lado está el problema ético. ¿A quién le pertenece esa información? ¿Tendremos problemas con las compañías de seguros? Es algo que habrá que resolver.
-Sus trabajos dieron lugar a patentes y nuevas compañías. ¿Cómo promueve la innovación?
-Nunca lo hice solo, siempre fue con alguien que se dedica a full, un ex estudiante o posdoc, o una persona que conoce la industria. Se necesita a una pasión casi suicida, un campeón capaz de tomar la idea y llevarla al siguiente nivel. En Israel, creamos 1400 compañías biotecnológicas de medicamentos. Pero cuando son suficientemente buenas, se las llevan a los Estados Unidos o a China. No me gusta que mis estudiantes se vayan. No quiero producir cerebros brillantes fuera de mi país. Hay que ser creativos, tener motivación y ser persistentes. Pero sobre todo se necesita suerte. Es lo más importante.
Con el cáncer en la mira
Una misión de vida. La pasión de abrir nuevos caminos
"Trabajo en el cáncer y su relación con la inflamación -cuenta Dan Peer-. Tengo una buena razón para hacerlo. Perdí a mi madre por esta enfermedad cuando tenía 18 años. Murió cinco meses después del diagnóstico, a los 50. Durante la adolescencia creí que iba a ser médico, pero cuando el especialista nos dijo que tenía un tumor muy agresivo y que no había nada que pudiera hacer, sentí que esta era mi misión en la vida. Porque nuestra vida se está extendiendo y cada vez vamos a sufrir más de estas enfermedades".