Creció 12% el consumo de antidepresivos
Su uso "indiscriminado" alarma a los médicos
Un informe de la Confederación Farmacéutica Argentina (COFA), que abarca los 24 colegios farmacéuticos provinciales y más de 10.000 farmacias en todo el país, revela que en el último año (entre agosto de 2004 y el mismo mes de 2005) el consumo de antidepresivos aumentó el 12 por ciento.
El dato no es menor si se tiene en cuenta que los médicos están alarmados por el consumo “indiscriminado” que se hace en el país de psicofármacos que afectan el sistema nervioso, en particular, ansiolíticos, tranquilizantes y antidepresivos.
Especialistas consultados por LA NACION advirtieron sobre los serios riesgos que corre la salud de aquellos que toman este tipo de fármacos sin un tratamiento médico y psicoterapéutico adecuado.
La ansiedad es un problema frecuente en la Argentina. Tanto es así que la Organización Mundial de la Salud (OMS) estimó que en 2004 casi seis millones de argentinos padecieron trastornos de ansiedad, de los cuales sólo 40.000 están con tratamiento.
Las causas de esta enfermedad son diversas e incluyen desde problemas biológicos hasta trastornos psicológicos y simplemente dificultades de la vida diaria. Pero el adecuado tratamiento terapéutico y farmacológico (prescripto para determinados casos) al que el paciente debe someterse, es habitualmente desvirtuado cuando se lo diagnostica mal o directamente cuando se automedica.
"El uso de ansiolíticos se ha generalizado muchísimo. De uso pasó a ser abuso, debido a la alta automedicación que constatamos todos los días en el consultorio", dijo el doctor Juan Manuel Bulacio, psiquiatra y director del Departamento de Ansiedad y Estrés del Hospital Francés.
Según Bulacio, la creencia popular de que los ansiolíticos y tranquilizantes son inocuos y perfectamente controlables es errónea. Tomar continuamente estos fármacos pertenecientes a la familia de las benzodiazepinas genera dependencia, adicción y tolerancia (disminución de los efectos), y lleva al paciente a un estado peor que aquel en que se encontraba antes de tomarlos.
Una investigación realizada en el Hospital de Clínicas en 2004 reveló que el 42% de los 900 pacientes que iban por primera vez a los consultorios de Clínica Médica y de Salud Mental se automedicaba. Esto evidenció un crecimiento alto respecto del mismo estudio que en 2002 determinó que esa proporción era del 32 por ciento.
Y hay más: el 87% de los psicofármacos que consumían los sujetos que intervinieron en esa encuesta eran ansiolíticos.
"La necesidad de alivio sintomático apelando a los ansiolíticos es una conducta que tiende a convertirse en abuso. El alivio casi inmediato que produce en los síntomas psicológicos o somáticos de ansiedad le otorga un alto poder adictivo", dijo el doctor Jorge Franco, jefe de consultorios externos de Salud Mental del Hospital de Clínicas y coautor de este estudio.
Para evitar ese riesgo, según agregó Franco, es indispensable constituir una relación médico-paciente estable, en la que se deposite la confianza suficiente como para efectuar un plan terapéutico responsable.
Vivir contra reloj
El ritmo frenético que nos imprimen nuestras múltiples ocupaciones y la necesidad de enfrentar presiones de todo tipo no es, según los especialistas, el más saludable. "Vivimos en estado permanente de alerta, con mucho estrés laboral y cansancio generalizado. Estamos siempre contra reloj, incluso las amas de casa", dijo María del Carmen Vieyra, licenciada en psicología del Instituto de Ciencias Cognitivas Aplicadas (Iccap).
Y agregó: "Tener un nivel normal de ansiedad nos permite movilizarnos, estudiar para aprender o trabajar para cubrir las necesidades de todos los días. Pero las sobrecargas de horario y de actividades conducen a una persona al desequilibrio tanto físico como mental. Es como tener un auto encendido en punto muerto y acelerándose. Consume mucho, pero no avanza nada".
Así, los trastornos de ansiedad son tratados como un conjunto de enfermedades que afectan las conductas, los pensamientos y las sensaciones físicas de una persona, que se tornan tan intensos y persistentes, que interfieren drásticamente en su calidad de vida.
La sintomatología ansiosa consiste en palpitaciones, mareos, sudoración, cefaleas, contracturas musculares, dolor de estómago y sensaciones de ahogo, entre otras afecciones.
La doctora Elena Levin, médica psiquiatra de la Universidad de Buenos Aires (UBA), explicó cómo actúan los psicofármacos más utilizados. "Los ansiolíticos disminuyen la ansiedad y la angustia. Los hipnóticos o sedantes combaten el insomnio. Los antipsicóticos o neurolépticos modifican los trastornos de conducta y suprimen los delirios. Y los antidepresivos modifican el estado de ánimo y revierten la depresión y la tristeza".
"Los ansiolíticos son medicaciones útiles y necesarias en un marco de tratamiento médico y por un tiempo determinado. Pero existen otras soluciones contra los estados de trastornos de ansiedad, como el yoga, el reiki y demás técnicas de relajación, que favorecen el aumento natural de la benzodiazepina que todos los seres humanos fabricamos", afirmó Levin.
Otro de los especialistas consultados por LA NACION fue el doctor Carlos Damín, jefe de la primera cátedra de Toxicología de la Facultad de Medicina de la UBA, que destacó que existe un altísimo consumo de psicofármacos en la Argentina y, por ende, mucha automedicación.
"Hay pacientes que durante años toman ansiolíticos, cuando el límite aconsejado dentro de un tratamiento médico es de tres meses. Esto genera un paciente con acostumbramiento grave que generalmente lo lleva a triplicar en tres años la dosis que tomaba. Su organismo desarrolla un síndrome de tolerancia que lo obliga a incrementar la dosis de la droga o a cambiar a un medicamento más potente", explicó Damín.
Esto produce también otros problemas. "Muchas personas que toman ansiolíticos necesitan luego ingerir un antidepresivo. A veces se recetan en forma conjunta", indicó Carlos Gurisatti, farmacéutico y director del Departamento de Salud y Sociedad de la COFA.
Depresión enmascarada
El crecimiento del consumo de los antidepresivos tiene dos razones claras para el doctor Franco. Por un lado, gran parte de las depresiones son ansiosas. La ansiedad enmascara la depresión y muchas veces se tarda en detectarla y hacer un buen diagnóstico. Por otro lado, los nuevos antidepresivos llamados IRSS (inhibidores de recaptación selectivos de serotonina) tienen menos efectos secundarios que los anteriores, llamados tricíclicos. Esto lleva a tener menos recaudos cuando se los receta.
Franco advierte que es necesario que el psicofármaco esté incluido en un proyecto terapéutico integral, dado que la automedicación sin un control médico lleva al paciente a la desesperanza y al pesimismo, en los casos más leves, y al suicidio, en los más graves.
Poder adictivo
El 42 por ciento
- De los 900 pacientes que por primera vez acudieron al Departamento de Salud Mental del Hospital de Clínicas en 2004 recurría a la automedicación. En 2002, esa proporción era del 32 por ciento.
6 millones
- Son los argentinos que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), padecieron trastornos de ansiedad durante 2004. Actualmente, sólo 40.000 se encuentran bajo tratamiento.
El 87 por ciento
- De los psicofármacos que consumen las personas que se automedican corresponde al grupo de los ansiolíticos, que se utilizan para disminuir la ansiedad y también la angustia.