Coronavirus en la Argentina: ¿Por qué los casos están aumentando más rápido que en el invierno?
En los últimos días las historias de personas que reciben el resultado positivo de tests para detectar el coronavirus nos llegan con la misma contundencia que las estadísticas: las notificaciones de casos positivos se repiten entre nuestros conocidos y dibujan una pared empinada en los gráficos que auscultan el rumbo de la pandemia local. Están aumentando a un ritmo que incluso supera el de junio, según informó esta semana la viceministra de Salud, Carla Vizzotti en un informe matutino. El fenómeno se verifica desde alrededor de mediados de diciembre, pero con más contundencia a partir de principios del nuevo año.
¿Por qué está pasando esto a pesar de las altas temperaturas, que permiten hacer vida al aire libre? ¿Está circulando una nueva cepa más contagiosa, se está testeando más, es por la menor restricción de actividades? Según autoridades sanitarias e investigadores que siguen los números de la pandemia, hay varias razones que ofrecen una explicación. Y si bien hay diferentes puntos de vista, todos coinciden en que la aceleración se debe a una mayor frecuencia de encuentros sociales.
Para Fernán Quirós, ministro de Salud de la ciudad, los casos de la primera ola no son exactamente comparables con los de la segunda, porque se triplicó la cantidad de tests que se realizan y, como resultado, bajó la positividad. "Diciembre fue un período de mucha vinculación social, tanto en el espacio público como en el privado –afirma–. Fue luego de un año muy difícil y la gente por un tiempo perdió su capacidad de cuidarse [además de ser] muy particular afectiva y emocionalmente, sobre todo durante el período de las Fiestas. Hubo cierta sensación de que la pandemia ya había pasado y que la vacuna iba a resolver la situación, con lo cual el grado de interacción social fue muy alto y la enorme mayoría, más del 70% de los casos nuevos, habían participado de encuentros sociales, familiares o laborales, en lugares con condiciones de cuidado insuficientes."
Si los datos se examinan por fecha de inicio de síntomas (para evitar las distorsiones que introducen los retrasos de carga) la pendiente es aún más pronunciada. Pero todavía no parece quedar claro el papel del testeo. "¿Por qué sube el número de casos? Esa es la gran duda que todos tenemos y es difícil tener certeza –comenta Mauro Infantino, creador del sitio Covidstats.com.ar –, específicamente sobre la ciudad. Yo al principio creía que sí [se debía a un sesgo estadístico], porque las notificaciones se dispararon justo el primer fin de semana largo de diciembre (cuando empezaron a hacerse tests a los que volvieron a entrar en la Capital después de alejarse más de 150 km). El tema es que, si el testeo adicional corresponde todo a turismo y en comparación los casos por turismo son pocos, eso no nos permite ver claramente el panorama. Por eso, estoy reclamando que liberen ese dato de alguna manera". Para Infantino, esta semana o a lo sumo la que viene, se podría determinar si hubo algún fenómeno transitorio por las Fiestas. "Me sorprendió un poco ver lo que podría ser un freno en la positividad del conurbano (la de la ciudad no sirve por lo que decía antes) –agrega–. Igual llegaría un poco tarde, porque la suba en terapia ya es bastante clara y eso no tardará en llegar a fallecidos".
Buenos Aires y más allá
No es sencillo interpretar los números, tal como destaca el físico Jorge Aliaga, que viene analizando los datos desde el comienzo de la pandemia en el país. "Es una suba menos rápida que en marzo, pero más empinada que en mayo y mucho más que en junio –explica–. Para valores similares a los actuales, de cientos de casos o más, la pendiente es más rápida. Pero cuando creció de 10 a 100 lo hizo más rápido que ahora. La pregunta es: los 1000 que vemos ahora en la ciudad son comparables con los 1000 o con 300 de los que veíamos en julio. Esa es la duda". Para el investigador, si fuera solamente un sesgo por testeo, no deberían aumentar las personas en terapia intensiva, un indicador que está en ascenso. Y sobre qué puede haber incidido en este cambio de comportamiento de la tendencia, menciona dos factores: que con más calor estemos con el aire acondicionado en lugares cerrados, sin ventilar, sumado a múltiples señales que promueven la idea de que el riesgo ya pasó, como la llegada de las primeras dosis de vacunas o la presentación de fármacos con aprobación basada en resultados preliminares para uso de emergencia.
Según Santiago Olszevicki, bioquímico y analista de datos, que la curva suba, se mantenga o baje depende esencialmente del fino equilibrio entre la transmisibilidad del virus, la conectividad social y el porcentaje de susceptibles (aquellos que pueden infectarse, porque no están inmunizados). "Dado que no hay un virus más transmisible (o al menos no se demostró la presencia de una variante con esa propiedad en el país) y el porcentaje de población susceptible solo puede bajar y nunca subir, creo que la explicación está en el aumento de la conectividad social y el relajamiento de cuidados".
Por otro lado, aclara que el crecimiento se está dando en todos los grupos etarios. "En la ciudad se ve que aumentó antes y más en menores de 30 –detalla–. De hecho, en menores de 30 ya se superaron los valores máximos de mediados de 2020. En la provincia de Buenos Aires (PBA) no es tan marcado, pero también aumentó proporcionalmente más en jóvenes".
Pero este no es un fenómeno exclusivo del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA). En Mendoza están en los niveles de principios de agosto y los indicadores muestran el mismo crecimiento que entonces, afirma Diego Arameo, investigador de la Universidad Nacional de Cuyo. Algo similar ocurre en Córdoba, donde los casos también aumentaron a partir de ese mes. "Vemos que los casos suben muy aceleradamente desde comienzos de este año. Algo que llama la atención es que a mediados de diciembre se ve una separación de la tendencia de internaciones y muertes respecto del número de casos –dice Sol Minoldo, socióloga e investigadora del Conicet y asesora del Centro de Operaciones de Emergencia (COE) de su provincia–. Solo se puede explicar por dos razones: que parte de la reducción real de la transmisión no se reflejó en la curva porque el testeo mejoró o que la edad, en promedio, de las personas infectadas sea más baja, con lo que las complicaciones también se reducen. Puede ser un poco de cada cosa. La curva de casos y fallecidos de mayores de 50 son parecidísimas cuando las miramos en comparación con las de hace dos semanas, pero –aclara– no podemos saber aun si la suba se va a mantener".
Entre Ríos es otro ejemplo en el que el crecimiento se está dando a la misma velocidad que en el AMBA. "Pasamos de un máximo de 380 casos diarios promedio, a fines de octubre, a tener ayer un promedio de 506 –puntualiza Soledad Retamar, integrante del Grupo de Investigación en Bases de Datos de la Facultad Regional Concepción del Uruguay de la Universidad Tecnológica Nacional (UTN)–. Esto para mí se debe en parte al movimiento generado durante las Fiestas , pero también en gran medida a la falta de cuidados al convivir con esta ‘nueva normalidad’. Hubo innumerables fiestas clandestinas, en las playas, en costaneras, de más de 100 personas, en su mayoría jóvenes. Se habilitó el turismo desde diciembre sin controles de presencia de la enfermedad. De los 17 departamentos de la provincia, ayer eran 15 los que tenían ambos indicadores sanitarios propuestos en el decreto que sugiere cuándo establecer restricciones de movilidad por encima de lo estipulado y los dos restantes tenían uno de los indicadores en rojo".
La velocidad de aumento depende del R (el número reproductivo básico que estima a cuántas personas les transmite el virus cada infectado). Si es mayor a 1, la curva sube; si es menor, baja. "En diciembre empezó a aumentar la frecuencia de reuniones grandes: despedidas de fin de año, fiestas de egresados, cumpleaños… –plantea Rodrigo Quiroga, bioinformática de la Universidad Nacional de Córdoba–. Estoy haciendo unas cuentas y veo que eso, sumado a las Fiestas y el agotamiento por la pandemia, más el relajamiento en el uso de barbijo explican la aceleración de los contagios".
Buenas noticias
Esas son las malas noticias, pero aparentemente también hay buenas: si se disminuye la frecuencia de las reuniones y se vuelve a incentivar el uso del barbijo, todo podría volver a estar bajo control. "Limitar las reuniones a un máximo de 10 personas parece ser la medida más efectiva de toda la pandemia; inclusive, más que la cuarentena –sugiere Quiroga–. Estábamos en un contexto de R=0,95 aproximadamente, lo que hacía que la curva bajara muy lentamente. La disminución del uso de barbijos suma al R aproximadamente un 20% y el aumento de la frecuencia de reuniones, otros 0,2 o 0,3 puntos. Así, se agregan 0,5 puntos y se pasa de 0,95 a 1,45, y de una disminución lenta de casos a un aumento rapidísimo con tiempo de reproducción de dos semanas. Reunirnos con muchas personas en las Fiestas fue como echar nafta al fuego. Si podemos volver a algo más parecido a lo que pasaba en noviembre, los casos podrían estabilizarse o incluso volver a bajar".
Roberto Etchenique, químico de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, coincide y destaca la falsa sensación de seguridad que podemos tener al estar al aire libre. "Desde el punto de vista individual, es difícil contagiarse en una playa, por ejemplo –comenta–. El aire se lleva los virus, que pasan una sola vez frente a mi boca y es poco probable que los respire. Pero si en la playa hay una multitud, si bien es improbable que me entren justo a mí, es mucho más probable que a alguien le entren. Y basta con que cada infectado pueda transmitirlos a más de uno, para que se dispare el R. Por eso las fiestas son un peligro, incluso en un lugar abierto y, por supuesto, en un lugar cerrado. El aumento con respecto a junio es el doble de lo que parece porque en invierno estábamos todos adentro por el frío y menos del 20% del AMBA había tenido Covid. Hoy, más del 40%. Si esto que pasa hoy hubiera ocurrido en junio, la velocidad de crecimiento a mitad de año hubiera sido entre dos y cuatro veces mayor".
Y acerca de la posibilidad de que haya una variante del virus circulando afirma: "No hay ninguna variante conocida más infectiva en proporción suficiente como para mover el amperímetro. Podría estar dando vueltas la variante del Reino Unido y ser un problema enorme en el futuro, pero hoy no es culpable de más del 10% de los casos, si acaso existiera".
El escenario, que si no se revierte, seguirá agregando muertes cuando esperábamos tener un respiro, preocupa a las autoridades sanitarias, que tenían prevista para el jueves una reunión de los directores de epidemiología de todo el país para analizar indicadores y decidir acciones rápidas, localizadas y orientadas.
"Lo que vemos hoy es muy distinto de lo que pasaba en junio –dice Analía Rearte, directora de Epidemiología del Ministerio de Salud de la Nación–. En ese momento, en el AMBA estábamos en ASPO y muchas actividades no estaban permitidas. Esta región era la más afectada con el 90/95% de los casos. Hoy, no solo la velocidad de aumento está un poco más alta, sino que está afectando a muchas jurisdicciones a la vez, en el Sur, en el Centro. Diciembre fue un mes en el que había más actividades permitidas, después de un año de mucho aislamiento; entonces hubo muchas más reuniones sociales. Recién estamos a dos semanas del 31 y lo que vemos es lo que estuvo pasando. Ahora, lo que tenemos que hacer es esperar a ver qué sucede: si fue por diciembre, si las restricciones que muchas jurisdicciones han impuesto dan resultado... El mensaje claramente cambió. Hay que cuidarse. Si bien es verano y el aire libre tiene menos riesgo de transmisión, no significa que no hay riesgo en absoluto. En la medida en que haya más circulación y más contacto entre personas, más transmisión del virus hay. Por eso es que se está monitoreando muy de cerca. Tenemos que seguir tomando conciencia y pedimos el apoyo a la población para el cumplimiento de las medidas preventivas, para volver a los cuidados que en muchos casos se abandonaron un poco".