Coronavirus en la Argentina. Cómo impacta en la salud pública comparado con otras enfermedades
A poco más de cuatro meses del comienzo del brote del nuevo coronavirus en el país y con 3200 fallecidos (en una aceleración que sumó casi 2000 solo en el último mes, ya que el 28 de junio el Sistema Integrado de Información Sanitaria Argentino contabilizaba 1232), ¿qué se puede concluir sobre su impacto en la salud pública comparado con otras patologías?
Lo primero, como afirmó en uno de sus recientes informes matutinos Carla Vizzotti, secretaria de Acceso a la Salud del Ministerio de Salud de la Nación, es que no sería correcto reducirlo a cifras: detrás de cada uno de los alrededor de los 5300 nuevos casos diarios, en promedio, de esta semana, hay una persona, una historia y una familia.
Además, cabe destacar que el escenario epidemiológico de la Covid-19 está influido por condiciones extraordinarias que no se dieron en ninguna de las otras enfermedades con las que puede compararse: nunca en la historia, la humanidad había tomado la decisión de suspender sus actividades económicas y sociales en un intento de interrumpir la circulación de un microorganismo para el que todos somos susceptibles, no tenemos fármacos efectivos ni vacunas, y cuyo comportamiento no conocíamos.
Según explica la epidemióloga Elvira Calvo, exdirectora nacional de Maternidad e Infancia del Ministerio de Salud de la Nación, para hacer este tipo de análisis lo correcto es comparar cada causa de muerte con su serie histórica, por lo que una evaluación adecuada solo podrá realizarse cuando se publiquen las estadísticas vitales de este año, que será a fines de 2021. Hasta entonces, todo es preliminar y tentativo.
"No se puede comparar la muerte por ACV con la diabetes –coincide Zulma Ortiz, exministra de Salud de la Provincia de Buenos Aires durante el Gobierno de María Eugenia Vidal–. Eso permite hacer un ranking de las patologías más frecuentes (cardiovasculares, cáncer y traumas), pero no tiene sentido desde el punto de vista epidemiológico, porque si uno se fija por grupo etario, aparecen otras, como la mortalidad infantil, la prematurez".
Medidas inéditas
Con estas salvedades, una de las primeras comparaciones que podría hacerse es con otra pandemia de una enfermedad respiratoria, la de la Gripe A H1N1, que en 2009 y después de muchos alertas por parte del sistema científico, también recorrió el planeta. La OMS anunció su fin el 18 de septiembre de 2010. Se calcula que produjo unas 19.000 víctimas mortales en el mundo. En la Argentina, esa cifra ascendió a 626 personas.
También se intentó estimar el impacto de la Covid en relación con la gripe estacional, que se calcula causa unas 30.000 muertes anuales. Según un informe del Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias (INER) Dr. E. Coni, de Santa Fe, en la Argentina en 2015 se produjeron 56.901 muertes por enfermedades del sistema respiratorio, lo que representó el 17,07% del total por cualquier causa y fue la tercera causa de muerte detrás de las enfermedades del sistema circulatorio y los tumores. La tasa de mortalidad fue de 131,92 muertes por 100.000 habitantes. El 48,85% fueron por neumonía, el 22,89% por otras enfermedades del sistema respiratorio y el 13,49% por patologías crónicas de las vías respiratorias inferiores.
Pero esos números corresponden a un mundo con actividad económica y contacto físico, abrazos, peluquerías, cafés y encuentros con amigos, fútbol, cines y teatros, viajes en transporte público sin restricciones y turismo nacional e internacional.
La letalidad del SARS-CoV-2 no puede evaluarse sin tener en cuenta las medidas inéditas que se implementaron en todos los países. "Al ser un virus pandémico, tomamos decisiones que uno no tomaba con otras enfermedades como influenza o neumonía, para las que hay vacuna", explica Angela Gentile, jefa de Epidemiología del Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez y miembro del consejo asesor del presidente Alberto Fernández.
De hecho, las medidas implementadas para frenar el SARS-CoV-2 también se hicieron notar en otras enfermedades respiratorias. "En este momento, del total de muestras que llegan al Malbrán, el 97% corresponden a SARS-CoV-2. Hay un 1% influenza, 1% de adenovirus y 1% de rinovirus –dice Gentile–. Pero no hay casos ni circulación del virus sincicial respiratorio. Y lo vemos claramente en el Hospital de Niños, ya que habitualmente en esta época del año tendríamos por lo menos dos o tres salas de internación ocupadas por esta patología y la terapia intensiva completa con chicos con respirador por el virus sincicial y este año no tenemos un solo caso internado por bronquiolitis".
Según la especialista, esto responde a dos motivos. Uno es que la gran diseminación se produce sobre todo en la escuela, y los chicos están con un aislamiento bastante más estricto que los adultos. Por otro lado, el virus pandémico tiende a ocupar el nicho ecológico sobre todo de los virus a ARN. "Lo vimos en 2009, pasó exactamente lo mismo –agrega–. El virus pandémico anuló la circulación del sincicial respiratorio".
¿De qué nos morimos?
En su artículo ¿De qué nos morimos en la Argentina en tiempos de pandemia?, publicado en www.intramed.net, Martín Lombardero, jefe de Imagen Cardíaca de Sanatorios de la Trinidad y miembro titular de la Sociedad Argentina de Cardiología, destaca que la principal causa de muerte es la de origen cardiovascular, que aunque con un descenso del 22% en la última década, produce la muerte de 280 individuos por día (97.219 por año) tomando el último registro de 2017. Entre otras, en el ranking general y de acuerdo con números de 2019, las enfermedades cardiovasculares serían responsables del 28,5% de las muertes (97.219), los tumores, del 19,2% (65.488), las respiratorias, del 19% (64.869); las lesiones, del 5,7% (19.419), las infecciosas, del 4,2% (14.495), la diabetes, del 2,6% (8.893).
La pandemia también puede haber ocasionado mayor mortalidad por falta de atención a otras patologías. Lombardero destaca que un trabajo multicéntrico en el que participaron 31 centros de salud mostró que "las consultas debido a emergencias cardiovasculares disminuyeron un 75% y las hospitalizaciones, un 48%; los ingresos por dolor de origen coronario, un 62% y por accidente cerebrovascular en un 46%; los procedimientos invasivos también disminuyeron: 59% las angioplastias coronarias (colocación de stents) y un 58% las cirugías cardíacas".
Para establecer evaluaciones más adecuadas, algunos investigadores intentaron estudiar lo que se llama "exceso de mortalidad"; es decir, la cantidad extra de muertes que se produjeron por la pandemia. Un trabajo firmado por Daniel Weinberger, Jenny Chen, Ted Cohen y colegas, que se publicó este mes en el Journal of the American Medical Association (JAMA) acerca de la situación en los Estados Unidos, estimó que las muertes ocurridas por cualquier causa durante los primeros meses de la pandemia en ese país aumentaron aproximadamente en 122.000 entre el 1º de marzo y el 30 de mayo, alrededor de un 28% más que el número de muertes atribuidas a Covid-19. Otro estudio, del Instituto Nacional de Estadística (INE) de España, detectó un exceso de 44.395 muertes entre el 1 de enero y el 24 de mayo.
Un ejercicio matemático
Otra investigación, esta vez para la BBC, realizada a mediados de junio por Becky Dale y Nassos Styllanou sobre los datos de mortalidad de 27 países, también indicó que en la mayoría los números de muertes fueron más altos de lo normal, incluso más que los atribuidos al coronavirus. En Londres, con entre un 10% y un 15% de infectados, se triplicaron las muertes por semana. Si se hubiera dejado avanzar la infección sin freno, hasta que llegara a aproximadamente el 60% de la población (como ocurrió en el Barrio 31, que alcanzó al 53%), las muertes podrían haber llegado a ser alrededor de diez veces las de todas las demás causas juntas.
"La mortalidad por Covid, aunque sea más baja que la de otras enfermedades infecciosas, ataca a un universo de personas mucho mayor, porque no hay resistencia ni vacuna", subraya el químico analítico Roberto Etchenique, de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA.
El ejercicio de estimar qué hubiera pasado si el coronavirus se hubiera dejado circular sin medidas preventivas, como el aislamiento obligatorio, las restricciones a la circulación y el uso de tapabocas es revelador. Ajustando por edad de acuerdo con los datos del Censo 2010, el bioinformático de la Universidad Nacional de Córdoba, Rodrigo Quiroga, calculó el número de muertes para distintos porcentajes de la población afectada. Suponiendo un 70% de infectados, un rango que alcanzaron países como Ecuador, o ciudades como San Pablo y Río de Janeiro, la provincia de Buenos Aires hubiera tenido 41.818 fallecimientos, la ciudad de Buenos Aires, 10492, y el país, 103.950.
"Es una estimación con un cierto porcentaje de error –destaca Quiroga–, pero arroja cifras consistentes con lo que está sucediendo. Y estos cálculos están hechos suponiendo que el sistema de salud puede abastecer la demanda. Si hubiera saturación, esas cifras podrían llegar a duplicarse. En realidad, el principal problema de la Covid es ése, porque cuando el sistema no da abasto, aumenta la mortalidad no solo por SARS-CoV-2, sino de todas las otras enfermedades".