Con la muerte de Wheeler y Lorenz, la ciencia pierde a dos gigantes
Uno desarrolló la noción de "agujero negro"; el otro creó la teoría del caos
NUEVA YORK (The New York Times) .- John A. Wheeler, un físico visionario que ayudó a desarrollar la teoría de la fisión nuclear, les dio a los agujeros negros su nombre y discutió acerca de la naturaleza de la realidad con Albert Einstein y Niels Bohr, murió en la mañana del domingo último por una neumonía en su casa de Hightstown, Nueva Jersey, a los 96 años.
Edward N. Lorenz, meteorólogo que mientras trataba de desarrollar un método para predecir el tiempo con computadoras creó la teoría del caos, falleció anteayer en su casa de Cambridge, Massachusetts, a los 90 años.
Ambos fueron figuras descollantes de la ciencia del siglo XX.
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El "superhéroe" de la física
Wheeler era un profesor joven en 1939 cuando el físico danés Niels Bohr llegó a los Estados Unidos y le confió que unos científicos alemanes habían tenido éxito en la fisión de átomos de uranio. En pocas semanas, él y Bohr habían delineado una teoría de cómo funcionaba la fisión nuclear.
Como profesor en Princeton y luego en la Universidad de Texas en Austin, Wheeler estableció la agenda para generaciones de físicos teóricos, utilizando la metáfora tan efectivamente como el cálculo para capturar la imaginación de sus estudiantes y colegas, y para plantear preguntas que, con sus mentes ardientes, los enviarían a las barricadas a confrontar con la naturaleza.
Max Tegmark, cosmólogo del Instituto Tecnológico de Massachusetts, dijo de Wheeler: "Para mí, fue el último titán, el único superhéroe de la física que todavía se sostiene".
Con su liderazgo, Princeton se transformó en el más importante centro de investigación de la teoría general de la relatividad, un campo de investigación que estaba moribundo por su escasa conexión con los experimentos.
"El rejuveneció la relatividad general; la convirtió en un tema experimental y la sacó de la órbita de los matemáticos", dijo Freeman Dyson, teórico del Instituto de Estudios Avanzados de Princeton, donde hoy trabaja el físico argentino Juan Maldacena.
Entre los estudiantes de Wheeler estaba Richard Feynman, del Instituto Tecnológico de California, cuyo trabajo sobre una sugerencia aparentemente insensata de Wheeler lo condujo a un Premio Nobel. También Hugh Everett, cuya tesis en mecánica cuántica con la dirección de Wheeler sugirió la posibilidad de que existieran universos paralelos que se cruzaran y se dividieran continuamente, noción que Bryce DeWitt, de la Universidad de Texas en Austin, denominó "muchos mundos" y que se ha transformado en uno de los temas favoritos de muchos cosmólogos tanto como de escritores de ciencia ficción.
Recordando sus días de estudiante, Feynman dijo una vez: "Algunos creen que Wheeler se volvió loco en sus últimos años, pero siempre estuvo loco".
John Archibald Wheeler había nacido el 9 de julio de 1911 en Jacksonville, Florida. Fue el hijo mayor de una familia de bibliotecarios y obtuvo su doctorado en la Universidad Johns Hopkins a los 21 años. Un año después, tras comprometerse con una vieja amiga, Janette Hegner, después de sólo tres citas, viajó a Copenhague a trabajar con Bohr, padre de la revolución cuántica que había conmovido los cimientos de la ciencia moderna con afirmaciones paradójicas sobre la naturaleza de la realidad. Participante del Proyecto Manhattan, lamentó no haber podido cambiar el curso de la guerra para salvar a su hermano Joe, que murió en combate en Italia, en 1944.
Fueron Wheeler y un estudiante, Hartland Snyder, quienes sugirieron que las ecuaciones de Einstein encerraban una predicción apocalíptica. Sugirieron que una estrella de suficiente masa podría colapsar en un punto tan denso que ni siquiera la luz podría escapar. En el centro, el espacio estaría infinitamente curvado y la materia sería infinitamente densa, un aparente absurdo conocido como "singularidad".
Durante una conferencia en Nueva York, en 1967, Wheeler acuñó el nombre de "agujero negro" para designar esta dramática posibilidad para la estrella y para la física. Pero sus contribuciones fueron innumerables. En su cumpleaños número 90, Dyson dijo que Wheeler fue en parte un "maestro artesano" que decodificó la fisión nuclear y, en parte, poeta. "El poético Wheeler es un profeta -dijo- que como Moisés mira hacia la tierra prometida que algún día su pueblo heredará."
Wheeler tuvo también una vida familiar plena, junto a su esposa, que murió hace un año, tres hijos, ocho nietos, 16 bisnietos, seis tataranietos y 11 choznos.
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El "padre" del caos
Al descubrir el caos determinístico, Edward Lorenz estableció un principio que "influyó profundamente en un amplio rango de ciencias y le abrió la puerta a uno de los más dramáticos cambios en la visión humana de la naturaleza desde Isaac Newton", dijo un comité que le otorgó en 1991 el Premio Kyoto a las ciencias básicas.
Lorenz es conocido por la noción del "efecto mariposa", la idea de que una pequeña perturbación como el aletear de las alas de una mariposa puede tener enormes consecuencias.
Tal como cuenta James Gleick en el libro Chaos , su descubrimiento accidental del caos se produjo en el invierno de 1961. Lorenz estaba realizando simulaciones del tiempo utilizando un simple modelo de computadora. Un día quiso repetir una de las simulaciones por más tiempo, pero en lugar de repetirla entera, comenzó la segunda por la mitad. El programa que utilizó era el mismo, de modo que los patrones de la segunda simulación deberían haber resultado exactamente iguales a la primera. Sin embargo, las dos trayectorias meteorológicas rápidamente divergieron, siguiendo caminos completamente diferentes.
Al principio, él pensó que la computadora estaba funcionando mal. Después se dio cuenta de que no había ingresado bien las condiciones iniciales. Los números tenían una discrepancia de sólo el 0,1%, pero incluso esa pequeñísima divergencia había cambiado completamente el resultado final.
Lorenz se dio cuenta de que, en asuntos climáticos, la predicción perfecta era una fantasía. Un pronóstico perfecto requeriría no sólo un modelo perfecto, sino también conocimiento perfecto del viento, la temperatura, la humedad y otras condiciones de todo el mundo en el mismo momento. Incluso una pequeña discrepancia podría conducir a pronósticos completamente distintos.
Lorenz publicó sus hallazgos en 1963. "El trabajo que escribió es una obra maestra de claridad acerca de por qué el tiempo es impredecible", dijo Doyne Farmer, profesor del Instituto Santa Fe en Nuevo México. El año siguiente, Lorenz publicó otro trabajo que describía cómo un pequeño cambio en los parámetros de un modelo podía producir comportamientos completamente diferentes, transformando eventos regulares, periódicos, en un patrón caótico.
Durante una reunión de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia, en 1972, dio una charla con un título que capturó la esencia de sus ideas: "Predictibilidad: ¿puede el aletear de una mariposa en Brasil desatar un tornado en Texas?".
Lorenz no fue el primero en tropezar con el caos. A fines del siglo XIX, el matemático francés Henri Poincaré mostró que la danza gravitatoria de tres cuerpos celestes era tan compleja que resultaba imposible de calcular, aunque las ecuaciones que describen el movimiento parezcan simples. Pero las ideas de Poincaré no fueron reconocidas en su tiempo. Los trabajos de Lorenz atrajeron poca atención hasta mediados de 1970.
Nacido en 1917, en West Hartford, Connecticut, Edward Norton Lorenz se recibió de licenciado en matemática en el Dartmouth College y recibió un máster en matemática de la Universidad de Harvard. Fue miembro del Instituto Tecnológico de Massachusetts. Tuvo dos hijas, un hijo y cuatro nietos.
Lorenz permaneció activo casi hasta el final de su vida, investigando y realizando actividades al aire libre. "Hace dos semanas y media hizo una excursión y hace una terminó un trabajo con un colega", contó su hija, Cheryl.