Ciencia: murió Héctor Otheguy, cofundador de Invap y pionero de la tecnología nacional
"Si estuviera con nosotros, con su gran creatividad seguro ya se hubiera puesto a ‘buscarle la vuelta’ al problema del coronavirus", dice con voz apesadumbrada Conrado Varotto, fundador de la compañía tecnológica argentina Invap, que creó en los años setenta junto a un grupo de jóvenes idealistas. Recuerda al primero que lo siguió en esa verdadera epopeya: el físico Héctor "Cacho" Otheguy, que ayer murió en esta ciudad. Tenía 72 años y hace dos había dejado su puesto como director ejecutivo de la empresa rionegrina a la que le dedicó su vida.
"Anoche, la noticia me agarró muy mal –se emociona Varotto–. Si tuviera que definirlo, lo llamaría ‘domador de tormentas’. ¡Las cosas que pasó y que a pesar de todo pudo resolver! ¡Admirable! Lo conocí cuando era estudiante del Balseiro. Era no solo brillante, sino generoso y cálido. Tenía el don del liderazgo. Hasta diría que fue una suerte que yo dejara Invap y siguiera él. Tenía problemas cardíacos, pero lo había asumido como algo con lo cual tenía que convivir y nunca dejó ninguna de sus actividades ni sus viajes por eso".
"Cacho fue una persona admirable. Dedicado enteramente al servicio del país, sucediendo a Varotto en la conducción de una empresa líder en Argentina y en América Latina en el área nuclear, espacial y satelital –apunta el físico Mario Mariscotti, integrante de la Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales–. Una empresa que se ha ganado un merecido prestigio en el mundo entero y que, a la vez, le ha hecho ganar al país una posición internacional de relevancia. Uno no puede dejar de sorprenderse por la cadena de sacrificios y esfuerzos insólitos que debió hacer en sus años como gerente general de Invap y de las responsabilidades que tuvo que asumir en las múltiples negociaciones internacionales que la empresa realizó".
Otheguy nació en Buenos Aires en 1947. Estudió en el Otto Krause y se graduó de físico en el Instituto Balseiro en la promoción N°13. Luego de estadías en Francia y Estados Unidos (esta última gracias a una beca Fullbright), regresó al país en 1973 y fue contratado por la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA).
En 1976 participó en la creación de Invap en San Carlos de Bariloche y en 1978 fue designado subgerente técnico. En esos días, tuvo una participación destacada en el proyecto de enriquecimiento de uranio.
Encaró la exportación de tecnología nuclear y convirtió a Invap en la principal productora de reactores de investigación del mundo.
Como sucesor de Varotto, fue gerente general de Invap desde 1991, hasta el 22 de septiembre de 2017, cuando pasó a ser presidente del directorio. Al frente de la compañía, atravesó cuarenta convulsionados años del país. Encaró la exportación de tecnología nuclear y la convirtió en la principal productora de reactores de investigación del mundo.
"Después del éxito de Pilcaniyeu (en el enriquecimiento de uranio), sobrevino un época muy dura donde Invap debió despedir a mucha gente –rememora Mariscotti– que había dejado cuerpo y alma en 'Pilca', sin fijarse en sueldos ni en horas extras. Le tocó a él hablar con cada uno. Bajo su gestión Invap logró recuperarse, aunque no libre de turbulencias, merced a su capacidad de escuchar, consensuar, buscar soluciones, resolver conflictos personales".
En el área espacial, la compañía fue contratista principal de la Comisión Nacional de Actividades Espaciales y de Arsat, y responsable de los satélites SAC-A, SAC-B, SAC-C, SACD/Aquarius, Saocom 1A y B, y los dos Arsat. Bajo su gestión, Invap también fue pionera en el diseño y construcción de radares de control de tránsito aéreo, de seguridad y meteorológicos en la Argentina, y en la provisión de equipos de medicina nuclear en el país y en la región.
Otheguy recibió numerosos premios, pero tal vez el mayor fue el cariño y reconocimiento de sus colegas y de la gran familia de su empresa, que lo reconocen como una persona de gran integridad y un líder con todas las letras. "Inteligente, pero con un enorme sentido común, supo encontrar caminos posibles a través de los más diversos problemas –dicen sus compañeros en un comunicado–. Invap fue gran parte de su vida, y él fue gran parte de Invap. Bajo su dirección la empresa creció, desarrolló nuevas capacidades, se internacionalizó, y se hizo ampliamente reconocida en el país como sinónimo de soberanía".
Bajo su gestión, Invap también fue pionera en el diseño y construcción de radares de control de tránsito aéreo, de seguridad y meteorológicos en la Argentina, y en la provisión de equipos de medicina nuclear en el país y en la región
Y más adelante agregan: "Un verdadero misterio para los que estábamos cerca de él es que Cacho siempre tenía tiempo. Tiempo para atender todas las llamadas por teléfono, tiempo para contestar hasta el último mail o WhatsApp, tiempo para reuniones y para hablar con todos, tiempo para viajes, para recibir visitas en Invap. Tiempo para formar y, con gran generosidad, dar paso a las nuevas generaciones de la empresa. Tiempo, también, para cultivar relaciones: Cacho ha dejado amigos por todos lados (…) Cacho además fue un maestro, que generosamente nos dejó su legado, nos enseñó, con la palabra y con el ejemplo, a ser mejores. Aprendimos con él y de él. (...) Aprendimos que 'la perseverancia siempre da una flor'".
En tiempos de cuarentena y sin la posibilidad de reunirse para despedirlo, esos sentimientos se reproducen en una página digital donde sus compañeros le rinden homenaje.
Allí, escriben: "Generoso Cacho. Brillante Cacho. Cabeza dura Cacho, que te fuiste cuando no te podemos despedir. Valiente Cacho. Querido Cacho. Eterno Cacho. Honramos lo que nos dejaste. Te vamos a extrañar cada día. Y vamos a trabajar para construir el país que soñaste".
"Cuando se va un grande uno se queda sin palabras. Cacho, pilar de Invap desde el principio, jefe como pocos, compañero como pocos, amigo como pocos, de los que dejan una huella muy profunda en los que lo conocimos, lo quisimos y lo extrañaremos".
"Cacho es un hito que nos marca un rumbo de lo que logran y deben continuar logrando los egresados del Instituto Balseiro".
"Hasta siempre, capitán".
Deja a su mujer, Lucila "Pimpi" Colombo, tres hijos y cinco nietos.