Anorexia: cómo enfrentarla en familia
Un nuevo modelo pone el acento en la motivación del paciente para la cura, y también de su entorno
Era flaca. Pero bajó 10 kilos en tres meses. Sacando cuentas, ahora pesa 20 kilos menos respecto del año último. Carolina sólo come yogurt, hace seis meses que no menstrúa y es perfeccionista, insegura y dependiente. Con 17 años, confiesa: "Mi mayor miedo es engordar y crecer".
Después de la obesidad y el asma, la anorexia nerviosa es la tercera enfermedad crónica más frecuente en mujeres adolescentes. Así lo constatan estudios recientes, publicados en el Journal of Adolescent Health y el American Journal of Psychiatry.
Existen diferentes cuadros anorexoides, pero la anorexia vera -cuyas víctimas son en un 90% mujeres y un 10% de varones- involucra una serie de parámetros bien definidos que incluyen una búsqueda tenaz de la delgadez (con el consiguiente déficit de peso), una autovaloración excesivamente basada en el peso y el aspecto corporal, retardo en la talla y amenorrea, entre otros, aunque el 15% de las mujeres afectadas continúa teniendo ciclos menstruales normales.
Conducta dietante
En cualquier caso, la cronicidad no es sinónimo de buen pronóstico. Libradas al azar, las adolescentes que sufren este trastorno tienen 12 veces más probabilidades de fallecer que las chicas -sanas- de su misma edad, según datos recogidos por la licenciada Cecile Rausch Herscovici en "Comprehensive handbook of Psychotherapy", una publicación de consulta y referencia psicoterapéutica de reciente aparición en los Estados Unidos.
La eficacia que pueda lograrse en el control del propio peso es lo que define el autovaler de estas adolescentes: "Camino 40 cuadras por día. Me quieren hacer comer, pero yo no quiero", dice Carolina. Lo que ella quiere, en realidad, es pesar cada día menos.
Es que, si bien se desconoce el origen de la anorexia nerviosa, "el único factor de riesgo específico para desarrollar este trastorno es la conducta dietante -afirma la licenciada Herscovici, profesora titular de Métodos y Técnicas de Psicoterapia de la Universidad del Salvador (Usal), miembro titular de la Academy for Eating Disorders, y supervisor aprobado de la American Association for Marrige and Family Therapy-. Las personas vulnerables que hacen dieta tienen incrementado ocho veces el riesgo de desarrollar anorexia nerviosa".
-¿Cómo se aborda el tratamiento de una adolescente con este trastorno alimentario?
-Existen diversas alternativas, pero los estudios demuestran que el enfoque familiar es el más efectivo. Aclarando que, por enfoque familiar se entiende que debe existir un rol activo de la familia no por ser causal de la enfermedad sino como recurso terapéutico privilegiado. También abarca el beneficio de incluir otras personas cercanas, como las amigas o las compañeras del colegio.
-¿Qué tipo de intervenciones realiza el terapeuta?
-Es importante externalizar el problema, que la paciente no sienta que su identidad es su enfermedad. Que ese trastorno es una circunstancia en su vida y que, en equipo -paciente, terapeuta, familia- se lo puede derrotar.
También es importante un segmento psicoeducativo; hay que explicarles a ella y a su familia en qué consiste la anorexia nerviosa y cuáles son los requisitos para la recuperación; que no conocemos su causa, y que nadie tiene la culpa de que ocurra.
-¿Es habitual que la familia se sienta culpable?
-Sí, muy habitual. Pero el enfoque familiar no implica considerar a la familia como generadora a priori de patología. De hecho, puede suceder que en determinada familia desaparezca una disfuncionalidad, y aun así no se cure la anorexia.
El punto es que hay que trabajar con la familia porque se trata de una enfermedad egosintónica: a la paciente no le molesta, la vive como una virtud, y por ende nunca llega espontáneamente a la consulta.
-¿A qué apunta el nuevo enfoque que realza la motivación?
-Surge de una adaptación del modelo de las adicciones. Los adictos, como las personas con anorexia, también suelen negarse a la propuesta terapéutica. El enfoque procura que, al tiempo que la familia participa para ayudar a la paciente en su ambivalencia respecto de la cura, se promueva la motivación para que ella misma llegue a tomar la iniciativa del cambio.
Y para eso debe entender todo lo que en su vida está sacrificando por la enfermedad.
-¿En qué consiste la sesión de comida?
-Es una intervención cuyo origen está en los años 70, creada por el argentino Salvador Minuchin, que actualmente se implementa con ciertas variantes. La idea es que en las sesiones las pacientes puedan comer en compañía de sus familiares, planteándose objetivos por cumplir según el caso.
Como el recupero de peso es prioridad absoluta en el tratamiento, hay que lograr que la adolescente llegue a reconocerlo como una necesidad, y que sepa que la familia y el terapeuta la van a ayudar. La sesión de comida es una intervención por tener en cuenta, aunque no se usa con todas las pacientes.
-¿Se aconseja la internación o los hospitales de día?
-No, de ninguna manera. El tratamiento ambulatorio es altamente preferible. La internación sólo debe ser indicada cuando existe riesgo clínico, pero en el tiempo más corto posible. El objetivo no debe ser privar a la paciente de su libertad, sino volver a integrarla en un contexto de vida saludable.
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