Viviani, el dueño de la llave de los taxis
En todo lo que tiene que ver con los taxis, el gobierno macrista porteño y Viviani trabajan codo a codo desde hace años
Desde hace 32 años, Jorge Omar Viviani es el líder del Sindicato de Peones de Taxis. Formado sindicalmente bajo el ala de Hugo Moyano , su alianza de acero con el camionero se rompió en 2011, cuando el jefe de la CGT se distanció del kirchnerismo y el taxista, en cambio, avanzó hacia el otro lado: creó otra central obrera, con la venia de la Casa Rosada.
Candidato a diputado nacional por el Frente para la Victoria en 2015, Viviani está hoy ajeno al proceso de reunificación que se gesta con las tres vertientes de la CGT. Se sumaría recién en el último tramo, entre agosto y octubre. Mientras tanto, talla en la interna del PJ, donde integra el sector de los que ya no quieren saber nada con el kirchnerismo ni La Cámpora .
La llegada de Mauricio Macri al poder no significó una pérdida de poder para Viviani. Como su zona de infulencia siempre se concentró en la ciudad de Buenos Aires, muchos de quienes son hoy funcionarios nacionales fueron durante ocho años sus interlocutores en el territorio porteño.
Su relación es estrechísima con el ministro de Transporte de la Nación, Guillermo Dietrich . Cruzan mensajes a diario y al menos una vez a la semana hablan por teléfono. Ni bien asumió, el funcionario consultó con el taxista su plan para reordenar el tránsito en las calles porteñas, además de pedir referencias de algunas personas que después ocuparían cargos en la cartera de transporte.
Lejos de criticar al Gobierno después de su primer mes en el poder, Viviani se mostró conciliador durante una entrevista con LA NACION. Minimizó las protestas sociales ("no hay ningún gremio en alerta y movilización"), rescató el diálogo ("el gremio que tuvo problemas los pudo resolver con la ayuda del Gobierno") y dijo tener "una excelente relación" con Horacio Rodríguez Larreta (jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires), Dietrich y el ministro de Trabajo, Jorge Triaca .
En todo lo que tiene que ver con los taxis, el gobierno macrista porteño y Viviani trabajan codo a codo desde hace años. Desde el mercado de las licencias hasta los cambios de leyes vinculados al rubro. También, claro, el aumento de las tarifas para la bajada de bandera.
En septiembre de 2014 hubo una muestra de esa alianza subterránea: en la Legislatura porteña, donde la mayoría es macrista, se acompañó un proyecto presentado por un legislador vinculado al gremio de Viviani (Claudio Palmeyro, que es vocal del sindicato), en el que se promovía una modificación en la ley de taxis y obligaba a los trabajadores monotributistas o autónomos integrantes de sociedades a estar en relación de dependencia y pagar aportes patronales, pese a ser dueños del vehículo o la licencia. El día que se trató el proyecto hubo graves incidentes en la puerta del Parlamento entre taxistas. Los manifestantes responsabilizaron del ataque a una patota vinculada a Viviani. Sin embargo, el jefe sindical se despegó y acusó a Pascual Guerrieri, dueño de la empresa de radio taxi Gold.
A pesar de su rechazo público a la llegada de Uber al país, Viviani observa con buenos ojos el emprendimiento siempre y cuando se le permita representar a los nuevos choferes. Está dispuesto a negociar y sabe que no puede oponerse al avance tecnológico. Ayer, entre los taxistas que apedrearon el hotel donde se capacitaban a los eventuales choferes de Uber, no había militantes de su gremio.
Tanto Viviani como José Ibarra, de la Federación de Conductores de Taxis y un hombre que responde a Moyano, conversaron sobre el tema con el secretario de Transporte porteño, Juan José Méndez, quien intenta seguir la misma política que Dietrich.
Además de sus conocido poder sindical e influencia política, Viviani se jacta también de tener lazos en el Vaticano. Siempre fue número fijo en los viajes oficiales de Cristina Kirchner a Roma y en otros acontecimientos figuró en la primera fila, rodeado de jefes de Estado. Se explica a partir de una vieja amistad con el cardenal argentino Leonardo Sandri, virtual número tres de la Santa Sede y quien en cada paso por Buenos Aires se reúne personalmente con el taxista.