Villa 31: La nueva dinámica que impulsa la llegada de un ministerio y 2150 empleados
Hace casi dos meses, la cartera educativa porteña se mudó a una moderna sede en el barrio de Retiro; la Ciudad trabaja sobre la reacción de los habitantes y las dudas de los trabajadores
La imagen cambió sobre la calle Perette, en la villa 31, en los alrededores del nuevo Ministerio de Educación de la ciudad, casi dos meses después de la mudanza de los primeros empleados que trabajan en esa dependencia oficial. Los colectivos de las líneas 45 y 33 llegan con pasajeros hasta la puerta del edificio, las bicicletas circulan sin pausa por los carriles exclusivos y se ven mujeres y hombres en delantal llegando a la sede para realizar trámites. La zona muestra una dinámica diferente a la de algunos años atrás, cuando el lugar tenía una vida más sombría.
Sin embargo, la creación del Polo María Elena Walsh, que además del ministerio incluye establecimientos educativos de distintos niveles, sigue planteando desafíos para la gestión de Horacio Rodríguez Larreta y hace equilibrio entre la fuerte presencia del Estado en el barrio y ciertos obstáculos que aparecen en el camino. La adaptación de los habitantes de la 31 a los nuevos vecinos y las barreras de prejuicios que tuvieron que superar los trabajadores en un entorno laboral que no era familiar, acompañado de los temores por algunos episodios de inseguridad que ocurrieron, son quizá los elementos que mayor atención demandan además de lo que significó la construcción de todo el complejo educativo y la logística de la mudanza.
"Todo cambio es traumático y las mudanzas son traumáticas en la vida de todos. Hay gente que estuvo acostumbrada a trabajar durante 20 años en la sede del ministerio de Plaza de Mayo y tuvo que cambiar. Pero los prejuicios van quedando a un costado. Son prejuicios humanamente entendibles", explicó ayer el jefe de gobierno en un encuentro del que también participó la ministra de Educación, Soledad Acuña.
La reunión sirvió para mostrar las instalaciones de la nueva sede administrativa de 22.000 metros cuadrados, donde ya trabajan los 2150 empleados, que tiene siete pisos, salas de reunión, salón auditorio y comedor, además de dos subsuelos con estacionamiento para 124 autos, con escuelas de nivel inicial y primario y un centro de formación de adultos. El edificio tiene características sustentables: terraza verde, colector solar, recolector de agua de lluvia, iluminación LED y espacios exteriores con especies nativas. "La mudanza del ministerio atiende la visión de integración que buscamos", recordó Rodríguez Larreta.
En los primeros días varios empleados mostraron su preocupación por algunos robos que sufrieron antes de ingresar al edificio. Entre los trabajadores, las opiniones todavía son diversas sobre el nuevo espacio laboral. "Prefiero no hablar, hacer silencio y guardarme la opinión. Pasan cosas raras", dijo, enigmático, un hombre que se tomaba una pausa en la vereda y no quiso dar su nombre. "Todo lo que sea inclusión es bienvenido. Me parece que es un mensaje que se debe dar desde cualquier área de gobierno", sintetizó Guillermo. "Trabajar en Plaza de Mayo o acá es lo mismo. Me pueden robar cuando salgo de mi casa, en Once, o acá en la villa", soltó Antonella. Ambos prefirieron no dar su apellido.
"Este es un plan que comenzó hace cuatro años, no fue de la noche a la mañana. Hicimos una encuesta entre los trabajadores para analizar muchas variables, entre ellas, el temor inicial al nuevo barrio. Ahora la gente se anima a salir más y hay mayor presencia policial en la zona", admitió Acuña. Para la funcionaria los robos fueron casos aislados que podrían haber ocurrido en cualquier otro punto de la ciudad.
Actividad comercial
La nueva dinámica impactó de manera dispar en los comercios de la zona, muchos de los cuales ya tienen un convenio con el Banco Ciudad mediante el cuál los clientes reciben descuentos si pagan con tarjetas emitidas por la entidad. En toda la villa hay 120 locales que ya fueron incorporados a la reglamentación tributaria, el 15% del total de los que funcionan en todo el macizo, según contó Diego Fernández, titular de la Secretaría de Integración Social y Urbana.
"En el desafío de la integración primero preparamos al barrio para hacer todo lo que le faltaba: cloacas, pavimento, atención pública y otras obras de infraestructura. La llegada del ministerio cambia mucho esa dinámica. Ahora tenemos otra meta que es transformarlo en un punto de destino para que el resto de los vecinos lleguen hasta acá", sostuvo el funcionario. El desarrollo de un mercado al estilo La Boquería de Barcelona, que se instalará en Perette y Walsh, apunta a ser uno de los atractivos del barrio.
"El trabajo subió un 50% desde que abrió el ministerio. Antes trabajábamos con gente del barrio, pero principalmente para eventos con fotografías y otros servicios", dice Enrique Panta, de Fotos Renzo, mientras no deja de atender una fotocopiadora ante los pedidos gente que llega con el DNI en la mano o con varias hojas de expediente.
Para Cathy Tarifa, que tiene una despensa sobre la misma calle Perette, los nuevos vecinos no gastan mucho dinero "porque cada uno tiene que cuidar su bolsillo". Pero ella considera que la llegada del ministerio es un beneficio para todo el barrio "por la cantidad de mejoras y el movimiento de personas" en esas cuadras que funcionan como una de las puertas de entrada al barrio.
Sopa maní, picante de pollo, pollo frito y chuleta de cerdo ofrecen en el restaurante boliviano que está a pocas cuadras del polo María Elena Walsh. "Los obreros venían a comer, pero desde que terminó la obra solo viene la gente del barrio, los que venían siempre", cuenta Jhonatan Ramos mientras toma los pedidos. Tampoco le cambió mucho la ecuación económica a José Luis Araujo, que arma y desarma un puesto de reparación de bicicletas a metros de la bicisenda. "Se ve más movimiento, pero el laburo es casi el mismo", dice. La integración está ocurriendo, pero a paso lento.