Veredas rotas: cuando caminar por la Ciudad se convierte en un desafío
El año pasado, el gobierno porteño recibió 18.338 reclamos por la destrucción de las veredas; los vecinos desconocen que una ordenanza les pide compromiso en el "mantenimiento y conservación"
El estado de buena parte de las veredas porteñas representa un peligro para los peatones, que día a día se ven obligados a practicar un raro deporte urbano que consiste en esquivar pozos y roturas. Uno de los tantos que no salieron ilesos de esa desventura cotidiana fue David Ryba, un médico cardiólogo de 70 años. "Yo me tropecé con una baldosa sobresalida cerca del cruce de las calles Curapaligüe y Alberdi, en el límite entre Flores y Caballito, y como consecuencia me tuvieron que hacer una cadera nueva", dijo. En otra oportunidad también se cayó, y la caída le causó un grave problema en una muñeca.
Como en las dos oportunidades en que se cayó tenía puestos mocasines, ahora Ryba usa zapatillas deportivas, "hasta para ir a dar una conferencia". Con cierta resignación, dice que con el cambio de calzado encontró algo "parecido" a una solución.
Ocurre que en la Capital proliferan las baldosas rotas, los desniveles, los tramos quebrados y las montañas de escombros. Semejante combinación de obstáculos dificulta el paso de los peatones, sobre todos de aquellos que tienen alguna dificultad para movilizarse.
De hecho, en 2012 los 15 centros comunales de la ciudad registraron un total de 18.334 reclamos por esta cuestión, y cada vez son más los que, como Ryba, intentan buscar alternativas al hecho de caminar, una actividad cotidiana que no debería implicar riesgo alguno.
Otro ejemplo es María Aguilar. Para esta ejecutiva de cuentas de 29 años que trabaja en pleno microcentro, ir a la oficina en zapatillas o calzado chato para cambiarse en su trabajo se ha convertido en una necesidad. "Y no es por deporte, como en Nueva York -aclara-; lo que pasa es que entre las plataformas que se usan ahora y las veredas destrozadas es cada vez más difícil caminar, y ya me cansé de tropezarme cada dos por tres."
Claro que no todos pueden acceder a ese tipo de solución. Para las personas con movilidad reducida o para los padres que llevan a sus bebes en cochecito (ver recuadro), algo tan simple como salir a dar una vuelta puede convertirse en una verdadera aventura.
"Hacer un trámite en el centro es una peripecia", dijo a LA NACION Rodrigo Erdozain, quien desde hace 15 años se encuentra postrado en una silla de ruedas, a causa de un accidente automovilístico. "Como las veredas son tan irregulares y corrés el riesgo de caerte, la mayoría de las veces terminás bajando a la calle, que, paradójicamente, termina siendo lo más seguro", concluyó Erdozain, quien atiende al público en el Servicio Nacional de Rehabilitación del Ministerio de Salud de la Nación.
De acuerdo con Analía Leguizamón, subsecretaria de Mantenimiento del Espacio Público porteño, en Buenos Aires hay un total de 16 millones de m2 de veredas y el presupuesto de este año contempla el arreglo de 600.000 m2. La cifra representa exactamente el doble que el año pasado, lo que permite estimar que se resolverán alrededor de 15.000 reclamos.
Al respecto, el secretario de Gestión Comunal porteño, Eduardo Macchiavelli, explicó a LA NACION: "Es importante señalar que cuando las veredas están rotas por antigüedad o mal uso la responsabilidad es del frentista. Hay, además, otras dos situaciones previstas: una, cuando las empresas de servicios rompen la vereda para hacer un arreglo. En ese caso, a ellos les corresponde dejar todo como estaba y al gobierno, intimarlos para que así sea. Y la otra, si la causa de la rotura son las raíces de un árbol o si se trata de la acción de un organismo público. Ahí, la responsabilidad es del gobierno".
Macchiavelli, además, señaló que para establecer con exactitud cuántas veredas rotas hay y a quién corresponde arreglarlas, el plan de acción para 2013 contempla la descentralización de los mecanismos de control -que recaerán en cada comuna- y la incorporación de medio centenar de inspectores a las cuadrillas que patrullan la ciudad. En ese sentido, es importante destacar que, a pesar de que la ordenanza 33.721, que data de 1977, establece claramente en su primer artículo que "la responsabilidad primaria y principal de la construcción, mantenimiento y conservación de las veredas compete al propietario frentista", la realidad parece indicar que entre los vecinos hay un profundo desconocimiento sobre quién es finalmente el responsable.
Una mala costumbre
"Muchos consorcios no están acostumbrados a incorporar la vereda como parte de su responsabilidad, pero lo cierto es que nosotros necesitamos del compromiso del frentista para solucionar este problema. Una vez que terminemos con el relevamiento cuadra por cuadra y evaluemos cada caso, a quienes corresponda se les enviará una carta para ponerlos en aviso de su responsabilidad e informarlos del plan Frentistas Responsables de la ciudad", contó Facundo Carrillo, presidente de la Comuna 2.
Carrillo, además, explicó a LA NACION que mientras cumplan con ciertos requisitos de seguridad el aspecto de las veredas corre por cuenta del frentista.
Los vecinos de un edificio ubicado en Uruguay al 1100, por ejemplo, se decidieron por una vereda de cemento peinado porque era la forma más rápida de solucionar el problema, pero aclaran: "Nosotros no sabíamos que la vereda nos correspondía por ley -contó una de las consorcistas, que prefirió no identificarse-, pero nos cansamos de meter el pie en un pozo cada vez que salíamos del edificio, así que decidimos arreglarla entre todos", dijo.
Para incentivar a los frentistas a mejorar el estado de sus veredas, el gobierno de la ciudad está llevando adelante un plan. Se trata de una efectiva campaña de comunicación que contempla una serie de facilidades, como explicó Facundo Carrillo, presidente de la Comuna 2.
El plan de facilidades consiste, en palabras de Carrillo, en "subsidios del Banco Ciudad de tasa muy blanda, que para un individuo son muy convenientes y para un consorcio, casi imperceptibles". Para obtener más información, hay que dirigirse a http://www.buenosaires.gob.ar/atencionciudadana/frentistas .
Arboles añosos y problemáticos
Las raíces de los árboles añosos son una de las principales causas por las cuales las veredas de la ciudad están rotas. Si bien los vecinos denuncian esta problemática, la Ciudad, en ocasiones, demora años en quitarlos y destruyen las aceras.