Vecinos de Mataderos luchan para recuperar el cine El Plata
El cine fue testigo de la gloria del cine argentino en los ´40 y ’50; ahora está cerrado
Hubo una vez en Mataderos, sobre la Avenida Alberdi al 5751, a metros del cruce con Fonrouge, un cine de estilo Art Decó con más de mil butacas listas para recibir a los vecinos de la zona. “El cine El Plata era nuestro Gran Rex que ya brillaba sobre la Avenida Corrientes”, dicen los vecinos que fueron parte de aquella época y que ahora, a siete décadas de su inauguración en 1945, se reúnen cada sábado por la mañana frente a sus puertas cerradas para recolectar firmas y defender lo que queda de él.
El Plata fue testigo de la gloria del cine argentino en los ´40 y ’50. Los vecinos recuerdan los nombres de Niní Marshall, Pepe Arias, Mirtha Legrand. Aníbal Troilo tocó allí. Cuentan historias. Están los que pasaron su vida entera junto al cine, los que de niños repartían volantes a cambio de entradas gratis, los que dieron en las últimas filas los primeros besos de amor. Pasó el tiempo y las costumbres cambiaron.
En 1987 el cine se vendió. Aquella vez no hubo ninguna resistencia vecinal. Nadie puede explicar por qué. Tal vez fue la seducción de las multi-salas en los shoppings, la euforia por las videocaseteras o la crisis económica que latía fuerte y llamaba a ocuparse de otras emergencias. El comprador usó el edificio como depósito de los electrodomésticos que vendía pero no lo despojó de su esencia; no tocó el escenario, ni los camerinos; apenas si desmontó las butacas y guardó sus bienes entre bambalinas. Y así pasó el tiempo. Sin novedad. Hasta que un día de 2004, El Plata amaneció con el cartel de venta clavado en la entrada.
Un comerciante del barrio alertó a sus conocidos más cercanos y estos alertaron a otros, y entonces algo distinto pasó. Los vecinos pensaron en los destinos posibles para el viejo cine: bingo, bailanta, templo, garaje: eso no podía pasar. En pocos días juntaron cinco mil firmas y lograron que el Gobierno de la Ciudad comprara el edificio e hiciera promesas. Pronto, El Plata sería un Centro Cultural. De pronto surgió un vínculo comunitario denso, fértil y contagioso. Había tanto que hacer.
De la gestión de Aníbal Ibarra sólo recuerdan el gran telón que se colgó en la fachada del cine anunciando lo que nunca fue. De la siguiente, de Jorge Telerman, dicen que no hay nada para recordar. La secuencia de acontecimientos que siguió con el gobierno del PRO lleva diez años de ilusión y desencanto que no encuentra aún su final. El proyecto de montar un CGP, Centro de Gestión y Participación Comunal, fue rechazado por la justicia en 2008; el cine debía ser un espacio cultural. En 2010 comenzó la puesta en valor y en el bicentenario los funcionarios anunciaron millones de pesos en inversiones para recuperar el tiempo perdido.
El cine se reabrió; dos salas comenzaron a funcionar mientras seguían las obras. Parecía un sueño que en La Noche de los Museos el micro tuviera un motivo para detenerse en Mataderos. Hubo anuncios rimbombantes y una de las reinauguraciones se iluminó con un ciclo de películas de Fellini y una exposición de sus dibujos que hacía imaginar un futuro inmenso para El Plata. Frente a las cámaras de televisión hubo funcionarios que hablaron incluso de ¡óperas! Pero la ópera no llegó a Mataderos. Las obras se detuvieron y en 2015 el cine volvió a cerrar. Ahora, los vecinos viven en estado de alerta. Juntan firmas y ya son más de catorce mil. En el ministerio de Cultura de La Ciudad recibieron los llamados de LA NACION pero, por el momento, no hicieron declaraciones.