Una aventura sagrada que marca un antes y un después
El día que conocí a Moli, hace un año, la incertidumbre la sentía claramente en el cuerpo. Pero en el corazón había una definida sensación de tranquilidad. Sabía que ese día iba a ser importante, aunque sería tan sólo el inicio de una cadena de días importantes.
Fue el principio de una de las aventuras más sagradas de mi vida. De esas que marcan un antes y un después, de esas que no te cambian la esencia pero sí parte de la existencia, de esas que te mueven el alma para modificarla con ínfimos detalles, de esas que te instalan nuevas rutinas que te hacen bien. De esas que te llevan al terreno del asombro por lo que vamos aprendiendo juntas y por lo que dos seres somos capaces de hacer tan sólo entrenándonos en habilidades. De esas que te hacen pensar que no está tan malo tener una discapacidad si ésta viene acompañada por un sol como Moli.
Donde veo una luz de esperanza, no dudo en acercarme a ella. Y gracias a esto hoy Moli para mí es la realidad de una vida más simple, más buena y más sabia; lo mejor que sé lo aprendí de pocas personas y de todos los perros.
Hoy Moli es una parte mía como lo es una parte de mi cuerpo. Llega allí adonde mis brazos no llegan ya sea por el dolor, por el esfuerzo o por ahorrar la energía para el siguiente movimiento. Camina los pasos que mis piernas no pueden dar.
Su comportamiento es el resultado de un trabajo en equipo con un objetivo bien claro: ayudar a que personas como yo tengamos una vida más fácil. Porque pequeños hechos y las cuestiones más básicas me son inmensamente complicados. Y de repente resulta que viene un ser que sólo a cambio de amor y comida me hace más sencillo lo que a veces es tan difícil. Y resulta también que ese ser me terminó cambiando la vida porque está permanentemente mirándome, atenta a lo que necesito, porque me permite olvidarme de mí misma para ocuparme de ella y así me ayuda a cambiar el foco. Además de todo esto, Moli conquista el corazón y también cada espacio de mi casa. Y ciertamente de esta forma hace carne la famosa frase: "Cada situación con un perro es mejor". Y para personas con una discapacidad, esto ¡no es poca cosa!
La autora es psicóloga y escritora. Tiene movilidad reducida
Magdalena Espoueys