Un monumental edificio de 1897 que albergó osos podría convertirse en un mercado gastronómico
El edificio más grande del Ecoparque porteño, que hoy luce deteriorado, aguarda su turno para ser restaurado; fue recinto de animales hasta los 90
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Una escalera caracol se sumerge en la oscuridad de los subsuelos olvidados del exzoológico de la ciudad y aparecen las entrañas de un recinto que durante décadas albergó osos y también tigres. Las telarañas cuelgan de las rejas que separan las jaulas subterráneas donde los animales pasaban la noche después de estar exhibidos al público durante el día. El techo se viene encima: una persona de estatura media debe entrar encorvada y solo puede erguirse en el centro. Es una especie de iglú amurallado que apenas deja filtrar algunos rayos de sol por ventanas enrejadas desde donde podrían verse las pisadas de la gente que camina en el exterior. Un calabozo para animales.
Las jaulas, cada una con escaleras por donde bajaban los animales, rodean el perímetro del edificio construido en 1897 durante la gestión de Eduardo Holmberg. En el medio se nota la panza de un gran estanque ubicado en la parte superior entre ornamentos que simulan una selva, escenografía agregada por el concesionario privado que no forma parte de la protección patrimonial de toda la estructura original.
El lugar, uno de los 42 edificios históricos del actual Ecoparque porteño, espera su turno para la restauración y su destino a tono con la reestructuración del predio. Un proyecto que está siendo estudiado es la instalación de un mercado gastronómico de productos regionales, aunque podrían surgir otros usos. La puesta en valor de la estructura aún no tiene fecha de inicio porque para eso se debe liberar el recinto de los orangutanes, próximo a la Casa de los Osos y con dos ejemplares habitándolo.
La osera es un pabellón de escala monumental, el más antiguo del predio, historicista e inspirado en el estilo gótico replicando un palacio medieval con aberturas ojivales. Fue concebido para alojar osos polares, negros y tibetanos con construcción tradicional formado por una estructura de mampostería portante de ladrillos y perfiles de acero. Los animales residieron allí hasta la década del 90.
Según explicaron expertos en el patrimonio del Ecoparque, se trata es un edificio de perímetro libre rodeado por un foso “pensado como un castillo de planta cuadrada con cuatro torres de planta poligonal que se elevan por encima del nivel del cuerpo principal del edificio”. La fachada y las torres están rematadas con almenas y presentan grandes ventanales con arcos de ojiva y pilastras con capiteles de hojas y ornamentación típica del estilo.
Cubiertas de bovedilla y también de perfiles de acero y de ladrillos y de estructura metálica y malla forman el espacio central que originalmente era el patio. El solado, o revestimiento del piso, es de cemento en la planta baja, de 766 metros cuadrados, y en el subsuelo, de 1000 m², y de baldosas cerámicas en las terrazas y la azotea. Las puertas y ventanas son de carpintería metálica y las rejas originales de barras redondas.
Los espacios reducidos, tanto en la planta baja como en los subsuelos, advierten sobre las condiciones de habitabilidad ofrecidas a los osos en tiempos marcados por la falta de discusión sobre el bienestar animal, salvo excepciones como las cartas que el Dr. Ignacio Albarracín, presidente de la Sociedad Protectora de Animales entre 1885 y 1926, le enviaba a los directores de turno del exzoo. Al igual que el resto de los edificios, la Casa de los Osos no estaba pensado para que le gente los recorriera sino para adaptarlo al animal, pero con algunas intervenciones agregadas cuando dejó de albergar ejemplares se cambió su funcionalidad.
Cambios en la estructura
En 1999, el edificio se ambientó como selva subtropical, una adecuación que requirió horadar y demoler algunos tabiques interiores y el agregado en aberturas de una carpintería dividida en paños rectangulares con vidrios. Otras carpinterías fueron cambiadas y se agregaron pasarelas, puentes y escaleras, así como también una estructura metálica vidriada sobre el gran patio central. El exterior fue conservado con modificaciones en jaulas.
Esos puentes y escaleras eran parte de un recorrido que se ofrecía a los visitantes que podían ingresar al lugar para ver otras atracciones, ya sin osos o felinos en su interior, como un mariposario y ejemplares de especies de menor tamaño y en recintos vidriados más chicos. Las estructuras están hoy corroídas por la humedad, y el paso del tiempo las deterioró. La falta de uso de las instalaciones se observa en todos los agregados, el foso aún conserva agua y la vegetación crece como maleza y comienza a ganar terreno. Sin embargo, el edificio original está en buenas condiciones, según los especialistas del Ecoparque, que realizaron un relevamiento sobre la estructura.
“Hay que preservar la caja original, todo lo que tiene valor patrimonial, restaurarlo y conservarlo. Todos los agregados que se hicieron en los 90 se deben remover. Cuando se restaura un edificio no debe perder su sentido original, hay que lograr que la gente se de cuenta cuál era la función de ese edificio. Lo que no se puede hacer es reconstruir una pared si ya se abrió un hueco, por ejemplo, porque se generaría un falso histórico”, explica María José Micale, del área de patrimonio del Ecoparque.
Arco de Tito, Casita Bagley, Pabellón de las Fieras, caballerizas, Pabellón de los Loros, Templo Hindú de los Elefantes, Templo de Vesta, Pabellón Arabe, Casa de las Jirafas son otros de los edificios, al igual que la Casa de los Osos, que forman parte del conjunto declarado Monumento Histórico. La Comisión Nacional de Monumentos, de Lugares y de Bienes Históricos determinó grados de protección e intervención para cada uno de los componentes del ex zoológico equiparándolo con un Paisaje Urbano Histórico emblemático de la ciudad de Buenos Aires.
Cualquier proyecto que se realice allí, sea un mercado gastronómico u otra propuesta, deberá respetar los lineamientos de la Comisión que sigue de cerca todas las intervenciones en los edificios históricos.