Retiro: cerrada y sin colectivos, aceleran los trabajos para reabrir la terminal antes de fin de año
La paralización del transporte de pasajeros en todo el país por efecto de la pandemia de coronavirus permitió avanzar en una transformación que no se logró en dos procesos licitatorios truncos. La terminal de ómnibus de Retiro, por donde circulaban más de 50.000 personas a diario antes de la llegada del virus, tiene sus puertas cerradas por las obras de mantenimiento que se están haciendo y que se esquivaron durante gran parte de la concesión vigente con un contrato vencido. Si los plazos se cumplen según lo esperado, antes de fin de mes podría comenzar a operar, al menos en forma parcial, para empezar a recibir servicios en plena apertura del turismo nacional y los viajes entre provincias.
Con veedores en la estación y un permiso de operación precario a la empresa TEBA SA, que controla la terminal de Retiro desde hace 27 años, se tomaron dos medidas para mejorar el funcionamiento de la estación. La primera, realizar reparaciones y la puesta en valor de las instalaciones, una condición determinante para que la firma esté habilitada a presentarse a una nueva licitación que podría lanzarse en los próximos meses; la segunda, elevar el canon mensual de $100.000 a $3.600.000 desde septiembre pasado.
El "plan de contingencia para el mantenimiento de la infraestructura de forma tal que garantice las condiciones de salubridad y seguridad de la terminal y de los pasajeros" fue solicitado por el Ministerio de Transporte de la Nación a TEBA SA, en mayo y en agosto pasado, con un doble objetivo: mejorar las instalaciones y adecuarlas a las nuevas condiciones de distanciamiento preventivo ante la emergencia sanitaria frente al Covid-19. El plazo de ejecución de los trabajos, según fuentes del Ministerio, se redujo de 18 a cinco meses con el fin de iniciar la operatoria antes de fin de año. A partir de la reactivación de los viajes los servicios de larga distancia que llegan a Buenos Aires son derivados a las estaciones Liniers y Dellepiane.
Entre las refacciones inmediatas se destacan la adaptación de los baños públicos para facilitar el cumplimiento de los protocolos, la reparación o reemplazo de las escaleras mecánicas y ascensores, el fortalecimiento de la iluminación y luces de emergencia, el reacondicionamiento del sistema para combatir incendios, la refacción de sanitarios y vestuarios para el personal de la terminal, la adecuación de los espacios designados para el cuerpo de fiscalizadores de la Comisión Nacional de Regulación del Transporte (CNRT) y la mejora de las áreas de espera de los pasajeros, las dársenas, el mobiliario y la estética del lugar.
De acuerdo a los tres informes presentados por TEBA SA entre noviembre y diciembre hasta el momento, se cambió la iluminación por artefactos LED, ya quedó restaurado el piso en los baños de damas, caballeros y personas con discapacidad demolidos en el puente 3 y se iniciaron las reformas de los baños del puente 4 consistentes en divisiones de montaje en seco, revestimientos, cielorraso, iluminación y nuevas instalaciones. Además comenzó el montaje de las escaleras mecánicas de los puentes 2, 3 y 4 y se realizaron mejoras en la losa de diversos sectores.
El deterioro de la terminal de Retiro, que recibía 30.000 servicios por mes antes de la pandemia, fue avanzando en los últimos años y quedó en evidencia durante un recorrido que realizó LA NACION en enero, poco tiempo antes de que se cerrara por la pandemia. En ese momento, las autoridades de Transporte, que habían asumido un mes antes, manejaban dos alternativas posibles para cambiarle definitivamente la cara a la terminal, a pesar de que una licitación seguía su curso con dos oferentes que ya habían presentado sus propuestas. Una era intervenir la concesión para terminar con las renovaciones automáticas; otra, dar por finalizado todos los procesos licitatorios iniciados en la gestión anterior y preparar un nuevo llamado. Finalmente se decidió por la última opción.
Las dos licitaciones que no pudieron completarse se iniciaron durante la gestión del exministro de Transporte de la Nación, Guillermo Dietrich, para terminar con la concesión que desde hace 27 años está en poder del empresario Néstor Otero, con contratos vencidos y prórrogas otorgadas de 2006 en adelante. Las dos empresas que pugnaban por quedarse con un nuevo contrato eran Terminales Terrestres Argentina, ligada a Otero, y un consorcio formado por Neuss Capital S.A. y empresarios uruguayos. La propuesta de Otero se basaba en la mejora de todas las instalaciones y la construcción de un hotel más un centro de convenciones. Neuss y sus socios ofrecían generar un paseo comercial y la puesta en valor de toda la infraestructura.
El primer proceso licitatorio se había lanzado en febrero de 2017 con una inversión estimada en 500 millones de pesos y un contrato para hacerse cargo de la "administración, explotación comercial, reparaciones, ampliación y servicios complementarios de la Estación Terminal de Ómnibus de Retiro (ETOR)". Por vicios en el procedimiento se determinó que ese llamado quedara sin efecto en diciembre de 2018 y, en mayo del año pasado, se lanzó una nueva licitación para cubrir una inversión mayor, cercana a los 1000 millones de pesos, que cautivó el interés de Otero y el Grupo Neuss.