Tarde de emoción y nostalgia en el puente Avellaneda
Vecinos porteños anduvieron en barquilla
Se trató de una larga espera, pero ayer, después de 57 años de permanecer estático, el puente transbordador Nicolás Avellaneda volvió a ponerse en marcha sobre el Riachuelo ante la expectativa de vecinos y curiosos que comenzaron a aplaudir apenas la plataforma se movió unos milímetros.
Silencioso y a paso lento, así se trasladó. Parecía flotar. Aún se podía percibir el aroma de la pintura renovada en el interior de la barquilla. María Acuña lloraba de emoción. "Volví a revivir mi niñez", sollozaba. Abuelos y nietos compartían anécdotas y simpáticas selfies.
Inicialmente la fiesta no fue completa. Se suponía que la barquilla volvería a unir las costas de la ciudad con la isla Maciel, pero como había una manifestación del lado de Avellaneda los organizadores decidieron acortar los primeros viajes. Poco después de pasar la mitad del recorrido, el vagón colgante regresó al lugar de partida con los primeros 30 vecinos que salieron sorteados para disfrutar de la experiencia. El trayecto, de poco más de cuatro minutos, se redujo a tres.
Con el lema "porque un río no es una grieta, nosotros también festejamos", la comuna de Avellaneda convocó a un festival al mediodía. Los organizadores de la reapertura dijeron que sí fueron invitadas las autoridades del municipio sureño. Y, de hecho, antes del atardecer, la barquilla pudo cumplir su trayecto completo.
"Estuvo muy lindo", dijo Silvina Antón Giovanni al descender de la barquilla. Cuando supo que había sido una de las 15 ganadoras del concurso de Participación Ciudadana llamó a su amiga del trabajo Sandra Torreyra y la invitó. "Es parte de nuestra identidad", agregó la mujer.
Para Luisa Soria, no parecía que hubieran pasado más de cinco décadas. Conservaba en su memoria aquellas imágenes de cuando tenía seis años y su madre la llevaba allí a pasear. "Cruzaban carros y caballos y para las personas dejaban una especie de paso peatonal a los costados [de la plataforma móvil]", detalló.
El puente transbordador Nicolás Avellaneda, que une los barrios de Dock Sud e Isla Maciel con La Boca, es uno de los ocho que quedan en pie a nivel mundial y el único en el continente americano. Ayer, antes del acto de reapertura, se celebró un Congreso Internacional de Transbordadores en el que se reunieron comisiones de la Argentina, Alemania, Francia, España y el Reino Unido -donde hay similares estructuras- en el cual se firmó un acta para proponerle a la Unesco que los ocho puentes sean declarados Patrimonio de la Humanidad.
El presidente de la Fundación X La Boca, Oscar Andreani, destacó: "El viejo coloso de hierro volverá a la vida sostenido e impulsado por el cariño y el compromiso de su gente".