Subte: detectaron cinco operarios afectados por exposición al asbesto y piden el recambio de la flota
La presencia del asbesto en el subterráneo porteño ya no sorprende a nadie, pero hasta el momento no había afectado a ningún trabajador de la red. Sin embargo, nuevos estudios médicos realizados por una aseguradora de riesgos de trabajo determinaron que al menos cinco personas que estuvieron en contacto con la peligroso sustancia padecen una patología originada por exposición al asbesto, o amianto, un mineral cancerígena cuyo uso está prohibido en la Argentina desde 2001, pero que aún permanece en varios componentes del material rodante.
El anuncio fue realizado por la Asociación Gremial de Trabajadores del Subterráneo y Premetro (Agtsyp) y los trabajadores afectados son, principalmente, mecánicos de los talleres Rancagua y Villa Urquiza de la línea B. A pesar que son cinco los casos confirmados habría otras seis personas afectadas por la misma enfermedad pulmonar. Todas ellas deberán estar en vigilia médica permanente para controlar su estado de salud. Por esta situación los metrodelegados exigieron el recambio total de la flota de la B.
"No es un reclamo laboral, es un problema de salud laboral", diferenció Roberto Pianelli, secretario general de la Agtsyp, para explicar que por el momento el gremio no tiene pensado paralizar el servicio. "No queremos hablar de medidas de acción porque es un conflicto de salud laboral y pública. Nadie se puede hacer el distraído con lo que está pasando, hay que saber de que se trata", aseguró.
Neomoconiosis debida a la exposición al asbesto y a otras fibras materiales, es el diagnóstico médico de lo que padecen los cinco trabajadores. En otras palabras, se trata de placas pleurales, una inflamación sobre la membrana que recubre las paredes de la cavidad torácica y los pulmones.
A diferencia de lo que ocurrió en Madrid, donde en mayo de 2018 la muerte de un operario del Metro de dicha ciudad expandió el temor, la patología no es grave. En España tres hombres fallecieron a causa de asbestosis u otras formas de cáncer; los tres habían manipulado durante años piezas con asbesto.
¿Cuál es la conexión entre el subterráneo porteño y el Metro de Madrid? Las víctimas habían trabajado en los coches CAF 5000, los mismos que fueron comprados por el gobierno porteño en 2011 y que hasta hace poco tiempo circulaban en la línea B. El año pasado los trabajadores de la red local denunciaron esta situación, realizaron estudios en distintas piezas de los coches y le exigieron a la Subsecretaría de Trabajo de la Ciudad que active un plan de acción. El temor fue mayor cuando en diciembre pasado la empresa estatal Subterráneos de Buenos Aires (Sbase) reconoció la presencia de piezas con amianto en las formaciones españolas.
Por eso, 160 trabajadores de la línea B, principalmente mecánicos de los talleres Rancagua y Villa Urquiza, se sometieron a estudios para descartar si habían sido afectados por el temible material. Se estima que otras 550 personas, entre conductores y guardas, deberán ser sometidos a los mismos estudios (tomografía de tórax, radiografía y espirometría) para descartar cualquier situación de riesgo.
"Exigimos la inmediata desamientización del material rodante de la línea B, que se sustituyan, las piezas que tienen amianto por otras nuevas. Pero el nivel de contaminación exige que se cambie toda la flota porque hay lugares donde no se podrá cambiar las piezas", sostuvo Pianelli.
Desde Metrovías, la empresa que opera el subte y el premetro, informaron que cuando se confirmó la presencia de asbesto en los coches CAF-5000 los mismos fueron desafectados del servicio y se retiraron de la red. Además ante la sospecha de presencia de amianto en otras formaciones se conformó una comisión de trabajo integrada por La Superintendencia de Riesgos del Trabajo, la Defensoría del Pueblo de la Ciudad, la Asociación de Protección Ambiental (APRA), el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), los gremios, Sbase, la Subsecretaría de Trabajo de la Ciudad y Metrovías.
"Por decisión conjunta, se implementó un Plan de Gestión Segura del Asbesto, con el objetivo de retirar y eliminar de manera segura todos aquellos elementos que contengan asbesto. Este trabajo ya se está llevando a cabo en la Línea B", sostuvieron desde la empresa.
El asbesto es un material poco perceptible, en forma de partículas en el aire. Si se respira a diario puede afectar el aparato respiratorio, llegando a tapar los pulmones, y hasta puede provocar cáncer.
La situación planteada por la Agtsyp podría ser más grave porque, según análisis realizados en la Universidad Nacional del Sur en (UNS) Bahía Blanca, el material sigue apareciendo en piezas de otras flotas, como los coches Mitsubishi, de más de 60 años de antigüedad (antes rojos, hoy amarillos y negros, con asiento de pana).
"Queremos dejar dicho que es una necesidad imperiosa que se llama a una nueva licitación porque eso puede demorar años mientras se sigue con los estudios en todas las líneas para que los trabajadores que estuvimos en esa zona de riesgo estemos en esa vigilia permanente", culminó Pianelli.
Polémica compra
La compra de los coches CAF 5000 se decidió en enero de 2011, cuando Mauricio Macri era el jefe de gobierno porteño, pero hubo varios intentos desde 1985 y siempre estuvieron cargados de polémica. En la primera compra de vagones fabricados entre 1974 y 1976 se incluyeron 24 unidades, pero luego se sumaron otras 12 para completar una flota de 36. Cada coche tuvo un costo de US$550.000, para sumar casi US$20 millones.
Las formaciones entraron en servicio en el subte porteño en 2013, pero tuvieron una carrera accidentada debido a las constantes fallas mecánicas. La malograda flota hoy está confinada en el depósito Magaldi, en Barracas, como chatarra ferroviaria.
En España siguen apareciendo casos de asbestosis y el metro de Madrid comienza a pagar indemnizaciones a los familiares de las víctimas. Así ocurrió en abril pasado luego de un fallo que ordenó abonar 370.000 euros a la familia de un fallecido tras comprobar que el cáncer que padecía la víctima había sido provocado por la inhalación de asbesto.
Mientras tanto en los talleres Rancagua y Villa Urquiza, por el momento los más expuestos al asbesto, los trabajadores realizan retención de tareas, es decir, no manipulan elementos en los que se comprobó la presencia de amianto y hay muchas zonas restringidas-