Street Art: de la calles a un centro cultural alternativo en el barrio de Palermo
Guache y El Marian decoran las paredes de El Quetzal bajo el concepto de la resistencia y la reivindicación de la tierra; para los artistas concretar la obra en este espacio fue un desafío
Hace casi cuatro años, cuando Mariano Viceconte llegó por primera vez a la casona de Guatemala 4516, en el barrio de Palermo, se encontró con una serie de paredes gigantes "color medianera" en un patio que, a todas luces, pedía a gritos un poco de creatividad, bochinche, olor a látex.
Desde entonces, cada año, El Quetzal -bar y espacio cultural dedicado a la difusión y promoción del arte emergente- invita a dos muralistas, uno argentino y otro de otro país latinoamericano, a convertir aquellas inmensas paredes en un lienzo a gran escala, fusionando distintos estilos, técnicas e ideas.
Viceconte explica que la línea curatorial de la Galería de Murales del Quetzal se basa en la reivindicación del pasado y la herencia como pueblo; de un intento por reconocer la identidad surgida de la mezcla entre civilizaciones centenarias, y de reconocer influencias culturales no sólo de Europa, sino también de los pueblos originarios de América del Sur.
"Buscamos retomar valores y costumbres olvidadas. La simbología está, nos atraviesa. De no ser así estaríamos desterrados en nuestra propia tierra", sentencia.
Mural sugestivo
Quizá sea por eso que en esta quinta edición, Oscar González (Guache), que es colombiano, y el argentino Mariano Antedomenico (El Marian) decidieron unir su talento en la obra "Somos el color de la Tierra".
Se trata de un mural sugestivo y rebelde que habla de la familia, la naturaleza, la solidaridad y la necesidad de juntar fuerzas para lograr un fin común.
Guache desde una perspectiva indigenista, donde el simbolismo, la relación con lo ancestral y la recuperación de la madre tierra atraviesan su obra. El Marian desde una corriente más relacionada a la protesta urbana, con una técnica muy particular basada en su afán autodidacta vinculado a la resistencia y el contenido político.
"Hablamos de una lucha contra el sistema, pero no de la violencia porque sí, sino de valores humanos", dice Guache, quien asegura pintar para sensibilizar a las personas y escapar del diseño comercial.
El Marian cuenta que se siente orgulloso de haber podido compartir este proyecto con su compañero muralista colombiano. Se habían cruzado en la ciudad de Bogotá en una oportunidad y seguían en contacto por Facebook, pero jamás habían trabajado juntos.
"Pensamos parecido y compartimos códigos, por eso a la hora de plasmar la idea y pintar supimos entendernos muy bien. Pudimos combinarnos y explotar nuestro potencial sin que se perdiera la impronta característica de cada uno."
En la obra, de aproximadamente 10 x 20 metros, que se extiende por tres paredes del patio y llevó dos semanas de realización, priman los colores tierra y ocre.
Los artistas estiman haber utilizado cerca de 60 litros de látex y 20 aerosoles, y aseguran que si bien hubo planificación y producción antes de la puesta en marcha, el resultado final de la obra fue parte de un proceso de muchos cambios e improvisación.
Mayor producción
A la hora de hablar sobre las diferencias que existen entre pintar en la calle o en un espacio cerrado, ambos coinciden que en la vía pública el tiempo apremia, por lo que uno no puede detenerse demasiado en los detalles ni trabajar con puntillismo y mucha tranquilidad.
"En un muro tan grande como éste se necesitan andamios y producción. Si yo fuera a pintar en la calle llevo todo en el lomo, voy en bici y con latas de pintura de un litro en la mochila", dice El Marian.
Guache explica que para él, pintar en un centro cultural es un desafío, ya que además de adaptarse al espacio uno debe planificar y pensar su obra en un escenario distinto al habitual.
El mural, inaugurado el viernes 19 junto a un DJ en vivo y serigrafía alusiva a la simbología latinoamericanista, puede visitarse todos los días y es de acceso libre y gratuito.
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