Por el diseño de un edificio en construcción los vecinos lo relacionan con el arquitecto español referente del Modernismo Catalán; la zona vive un proceso de gentrificación por quienes eligen alejarse del ruido de la avenida Avellaneda
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Con la constante aplicación de formas curvas, orgánicas y asimétricas utilizadas como fuente de inspiración Antonio Gaudí se transformó en un referente del Modernismo Catalán, una corriente de renovación artística entre finales de siglo XIX y mediados del siglo XX caracterizada por la búsqueda de nuevas formas de expresión y de estética, inspiradas en la naturaleza. La Sagrada Familia, su obra cumbre inconclusa y atravesada por su muerte, refleja la imaginación y la personalidad de este arquitecto que falleció de manera trágica.
Bien lejos de Barcelona, en una zona donde la temperatura la marca el comercio textil que irradia la actividad sobre la avenida Avellaneda, Flores se prepara para tener su propio Gaudí en una esquina que busca convertirse en el centro neurálgico del barrio y promover una oferta receptora de residentes de la misma zona que podría estar atravesando su propia gentrificación.
El nuevo Gaudí, al menos como fue bautizado en los grupos vecinales de interacción en redes sociales y chats comunitarios, es un edificio de 12 plantas en la esquina de Boyacá y Méndez de Andes donde conviven un puñado de desarrollos modernos con viejas casas y edificios que ya tienen varias décadas encima. Una zona en expansión con al menos cinco proyectos inmobiliarios en marcha para captar la demanda creciente de residentes que buscan alejarse del ruido comercial de Avellaneda.
“Los sueños son curvos”, promueve un spot de la empresa constructora de Boyacá 602, como se denomina el proyecto. “El futuro es curvo”, refuerza el mensaje que circula por las redes sociales de HOM Group, la desarrolladora que ya tiene varios proyectos en el barrio.
Un café de especialidad, a tono con la ambición que propone la construcción, y otro edificio de corte moderno arremeten contra las edificaciones más viejas y los comercios de barrio, como una panadería ubicada al cruzar la avenida y ese kiosco/despensa/casa de comidas que se instaló hace apenas un año, a la espera que la zona tenga un despegue definitivo.
“Creemos que la esquina se puede convertir en el nuevo centro neurálgico de Flores porque notamos que la búsqueda residencial del barrio se está expandiendo hacia Boyacá y alejándose de la zona comercial de Avellaneda y Nazca, que siempre fue el centro residencial”, analiza Sebastián Grego, de HOM Group. “La comunidad y la gente se empezó a mudar cerca de donde estaba, pero lejos del caos”, agrega.
La fachada, el diseño de los balcones y las curvas definidas que van entrelazándose entre las diferentes plantas sirvieron para que el proyecto fuera bautizado el “Gaudí de Flores”. Las ondulaciones de hormigón dominan los dos frentes, hacía Méndez de Andes y hacia Boyacá, con capas que se superponen y van uniéndose como ondas, desde la terraza hasta la planta baja.
“Hay una impronta estética diferente, con un diferencial en el movimiento en base a las tendencias que fuimos observando en diferentes partes del mundo. Boyacá 602 se estableció como un desafío para darle al barrio más capacidad habitacional y una impresión distinta. La esquina reunía las cualidades para jugársela un poco más, para hacer una jugada distinta con algo más desafiante y por fuera de la estética del barrio. Un edificio disruptivo que busca darle un valor agregado al barrio”, sostiene Grego.
Barrio completo
La mañana está fría y lluviosa. Es preferible quedarse bajo techo que estar esquivando charcos o las goteras que caen cuando se terminan los techitos de los edificios. La sede del Club Independiente, sobre Boyacá, está radiante, con sus colores rojos que resaltan en ese día gris, lejos del clima hostil que se vivió el día anterior en la cancha y en la derrota del equipo frente a Newell’s.
Sin embargo, la avenida no da tregua. El tránsito es intenso y complica para cruzar a aquellos peatones que esperan en las esquinas sin semáforos. Todos apuran el paso cuando ven que el rojo detiene a los vehículos a más de 100 metros; la lluvia pega en los ojos y molesta al salir de los refugios. Hay supermercados, inmobiliaria, mercado saludable, panadería, carnicería y una franquicia de heladería con nombre propio vacía, no como el café de la otra cuadra que está repleto de gente que busca resguardo en un trago caliente.
“Acá tenemos de todo, es un barrio en constante movimiento. Algo debe tener este lugar por la cantidad de edificios que se están haciendo. En la esquina hay uno, en la otra cuadra otro, acá a la vuelta tenés otro... Son como cinco o seis”, enumera Elba Gaona mientras vende medialunas, pastelitos y criollitos en la panadería que tiene sobre Boyacá hace 18 años. “Por lo general, los que compran los departamentos son de la comunidad judía”, analiza con su mirada clínica.
A pocos pasos de allí, de donde salen clientes también con tortas de manzana o pastafrolas, está Natalia Natalia, un local en una esquina que ofrece comida casera, productos de almacén y de kiosco, todo junto y apretadito en un espacio similar a un monoambiente. “Vimos la oportunidad y nos instalamos”, admite Diego De Sena, del otro lado del mostrador, mientras prepara los ñoquis que servirán en el plato del día. “Tenemos muchos clientes que son obreros de los edificios de la zona. ¿Cuándo termina las obras? Veremos... Estamos ansiosos que se terminen los edificios para tener clientes nuevos”, se adelanta.
Residente de Flores desde hace varios años, Diego insiste con la posibilidad de que la zona tenga un boom inmobiliario y comercial que ayude a potenciar a los comercios ya instalados. Coincide, de alguna forma, con la mirada de los desarrolladores que apuntan a convertir esa esquina en uno de los sectores de mayor expansión por el corrimiento de los vecinos, una tendencia que sólo puede sustentarse en la mirada de los locales.
“Los días de semana hay movimiento, pero mucha gente de paso, igual que los fines de semana. El café de la esquina siempre está lleno”, observa Diego González, el diariero que atiende el puesto hace seis años. “Pero es cierto que cada vez más gente viene a vivir por estos lados. No me preguntes las razones, pero es así”, reafirma.
¿Puede un barrio cambiar a partir de una esquina? Se verá con los hechos consumados, pero la previsión es que, al menos, sea un punto de partida. “Arquitectónicamente el edificio le dará un upgrade al barrio, será un bien inmueble, pasa a ser parte de la fisonomía, la gente lo puede contemplar, lo puede ver. Esperemos que sea el primero de una serie de proyectos desafiantes”, asume Grego.