El espacio rescata la historia y rinde homenaje a las 85 víctimas que murieron en el ataque de 1994; así culmina un proceso que comenzó en 2017 cuando la Justicia liberó el predio que tenía en custodia como parte de la investigación
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Las 85 víctimas del atentado a la sede de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) tienen desde hoy un nuevo de recordación y homenaje. Junto al Río de la Plata, sobre los escombros del edificio que fue atacado, un espacio verde y público les rendirá tributo permanente con una conexión histórica de lo que pasó el 18 de julio de 1994 cuando el terrorismo dejó una herida imborrable en la historia argentina.
La nueva plaza Memorial AMIA, ubicada entre Ciudad Universitaria y el Parque de la Memoria, comenzó su proceso de transformación en julio del año pasado como parte de la recuperación de la costa rioplatense y de un plan integral del Gobierno de la ciudad que abarca otros proyectos entre la General Paz y la Reserva Ecológica Costanera Sur. La propuesta de generar una plaza surgió en 2017 por iniciativa de la Ciudad y un trabajo en conjunto con AMIA cuando la Unidad Fiscal AMIA, creada luego del atentado, autorizó la liberación del espacio que tenía protegido como parte de la investigación.
Una pasarela que balconea sobre el Río de la Plata, senderos por donde pueden circular las personas que visiten el memorial y 85 estacas verticales de acero en homenaje a cada una de las víctimas, con una placa con los nombres de todos los fallecidos, son parte del nuevo espacio verde que esta mañana quedó abierto al público con un recorrido y un acto íntimo.
En la presentación estuvieron presentes al menos 50 familiares de víctimas y heridos en el atentado, autoridades de la AMIA, del Gobierno de la ciudad y de la Universidad de Buenos Aires (UBA), que también fue parte de la iniciativa. “En este lugar seguiremos nombrando y recordando en forma permanente esos 85 nombres, esas 85 historias, interrumpidas en forma violenta y atroz”, dijo Amos Linetzky, presidente de la AMIA, durante el acto.
“Lamentablemente no pudimos prevenir su muerte física. Pero asumimos entonces la responsabilidad de prevenir una segunda muerte, la del olvido. Y naturalmente no hago referencia a los familiares que cada instante sienten y sufren esas ausencias, sino a nosotros, la sociedad en su conjunto, que debemos mantener y recrear la memoria, para que su recuerdo sea eterno”, prosiguió.
En un mensaje que reivindica el pedido de Justicia “después de más de 29 asfixiantes años de impunidad”, el presidente de la Asociación Mutual profundizó la idea de mantener el homenaje permanente a quienes perdieron la vida en el atentado.
“Tantos sueños interrumpidos a las 9.53 del 18 de julio. Este entorno de contacto con la naturaleza nos invita a pensar cómo eran ellas y ellos un instante antes de que les arrancaran el futuro. Cerrar los ojos para traerlos al presente. Aunque sea por un momento tenerlos con nosotros”, compartió.
“Debemos honrarlos con más construcción, con más proyectos de vida. Somos una institución que pocas horas después de la explosión ya estaba nuevamente brindando sus servicios esenciales, ofreciendo respuestas y contención. Ese mismo espíritu solidario que hoy se multiplica con decenas de proyectos sociales, educativos y culturales que benefician a miles de personas en todo el país. No pudieron destruirnos, seguimos de pie”, agregó Linetzky.
Entre los oradores también estuvieron algunos familiares de víctimas como Marina Degtiar, hermana de Cristian, fallecido en el atentado, y secretaria del departamento de Arte y Producción de AMIA e integrante de la Comisión Directiva. También Elio Kapszuk, director de Arte y Producción de AMIA, área que lideró el proyecto desde la institución.
“La memoria como ejercicio, como concepto, como principio, necesita de las conmemoraciones, de la resignificación de las efemérides, de la creación de lugares simbólicos y reales de la memoria, con el único objetivo de confrontar con el olvido e intentar presentarle pelea en una lucha desigual. La memoria también puede ser un proceso íntimo, pero cuando se trata de crímenes impunes, la memoria debe ser colectiva y debe ser sostenida por el reclamo de justicia”, compartió Kapszuk en el acto de la mañana.
“Entre todos los testimonios, y en la posibilidad de seguir creándolos, está la formación de la memoria colectiva, que es donde una nueva generación acude en el momento de hacer memoria sin recuerdos propios. En este sentido, la Plaza Memoria AMIA, como testimonio urbanístico, tiene un basamento único, que son los escombros. Estos escombros que formaron este terreno, son testigos del horror y portadores de memoria. Era imprescindible que siguieran su función de transmisión y que no sean tapados por un precioso manto verde. Es por eso por lo que la Plaza Memoria AMIA honra a cada uno de los 85 asesinados. Son 85 ausencias, un dolor permanente que la impunidad multiplica en forma cotidiana. Las 85 estacas que recorren esta plaza son el símbolo del dolor, pero también de la decisión de seguir recordando y reclamando justicia”, compartió Kapszuk.
Proyecto de seis años
En 2017 el arquitecto Ariel Iasge, exdirector de Espacios Verdes del Ministerio de Ambiente y Espacio Público de la ciudad, entabló el primer contacto entre el gobierno y la AMIA para abrir el debate sobre el destino del predio de 3285 m², una idea que prendió rápido en AMIA que ese mismo año le dio forma al diseño de la plaza. Una carta compromiso, firmada entre las partes en septiembre de 2018, le dio la formalidad necesaria para que el proyecto avance. Y en julio de 2019 hubo un paso más allá con la colocación de una piedra fundamental de la plaza, ya con el proyecto bajo la tutela de la Secretaría de Desarrollo Urbano.
Para la Ciudad, además de ser un espacio público y de recordación vivencial, es una nueva puerta de conexión con el Río de la Plata en su ambición de recuperar la costa con varios proyectos, como la instalación de una playa permanente, los parques del Arroyo Vega y del Golf, y otras intervenciones en Costa Salguero y Punta Carrasco.
El presupuesto para la instalación de la plaza AMIA partió del convenio urbanístico Dique 4, en Puerto Madero, que como contraprestación debía destinar los fondos para la creación del memorial. En la entidad valoran que el predio se encuentre cerca de Ciudad Universitaria para acercar el pasado y la historia a jóvenes que no tienen memoria vivencial de lo ocurrido en Pasteur al 600 en 1994 por haber nacido después de esa fecha.
“Desde el primer momento entendimos que la plaza tenía un destinatario principal, que son los jóvenes estudiantes de la UBA. Tenía que tener la misión de contar, como testimonio, lo que sucedió el 18 de julio de 1994, de honrar y nombrar a las víctimas una vez más, no desde una perspectiva de monumento sino desde una concepción de lugar de memoria, un lugar para ser utilizado, para ser habitado por el diálogo, por el encuentro, por la discusión de ideas, por la posibilidad de escuchar al otro. Entendiendo que este encuentro, este puente, este diálogo es el mejor antídoto contra cualquier tipo de discriminación e intolerancia”, profundizó Kapszuk.