Siete circuitos turísticos no tradicionales para descubrir en la ciudad
Buenos Aires es una de las ciudades más grandes del mundo. Tiene 48 barrios distribuidos a lo largo de 200 kilómetros cuadrados. Sin embargo, a muchos porteños jamás se les ocurriría hacer turismo en su propia ciudad. Ahora, a raíz de ciertas restricciones para viajar por la pandemia de coronavirus, el Gobierno de la Ciudad lanzó un nuevo programa con circuitos al aire libre a través de barrios emergentes que permite descubrir desde murales escondidos hasta edificios emblemáticos. ¿Cuáles son esos barrios? ¿Cómo se hacen los recorridos? ¿Qué tienen de especial cada uno de ellos?
De acuerdo a un sondeo, en Buenos Aires hay 841 atractivos turísticos pero tan solo el 19% están identificados en barrios no tradicionales. Turismo en Barrios propone rescatar esas zonas poco visitadas a través de un programa de siete nuevas rutas que se descargan en la web del organismo con mapas offline: Puerto Madero y Rodrigo Bueno, Barracas, Chacarita, Villa Crespo, Colegiales y dos rutas diferentes en Belgrano.
En total son 223 atractivos que ofrecen en esas comunas. Solo hace falta contar con el mapa, un par de zapatillas y un sombrero para seguir algunas de las propuestas a pie, en recorridos que duran hasta una hora y media con trayectos de cinco kilómetros aproximadamente. Se pueden hacer en cualquier momento del día y están dirigidos a niños, jóvenes, familias y a la comunidad LGBTIQ+.
“Es la puesta en marcha de un plan de verano para todos aquellos que no se puedan ir de vacaciones”, explicó a LA NACION Camila Suárez, titular del Ente de Turismo. Según la funcionaria, el porteño acostumbra los fines de semana a huir de su ciudad y, si permanece en ella, por lo general se desplaza en masa dentro de Buenos Aires, especialmente cuando hay algún evento popular de interés. De ahí que el plan tenga la intención de descentralizar al ofrecer nuevos puntos para visitar, explicó. Además, con el proyecto se impulsa la reactivación de los comercios incluidos en cada uno de los circuitos, con descuentos para consumir que se obtienen a través de la página web.
Los nuevos circuitos incluyen puntos distribuidos en el mapa donde se señalan plazas, parques, rincones especiales, murales, clubes, edificios emblemáticos por su arquitectura y diseño, y lugares donde sentarse a tomar algo o a almorzar para recuperar fuerzas luego de la caminata, como el Patio Gastronómico de la flamante urbanización Rodrigo Bueno en Puerto Madero. Allí se puede disfrutar a un precio módico de un ceviche peruano o de una sopa paraguaya mientras las iguanas de la Reserva Ecológica caminan bajo la mesa de los comensales. Además posee estacionamiento gratuito.
Esculturas, restaurantes y secretos
A metros del patio también es posible conocer el vivero que fundaron las vecinas de la exvilla Rodrigo Bueno. Está en manos de 14 mujeres emprendedoras del barrio y por eso se llama “Vivera”, en femenino. Ahí se puede aprovechar la visita y llevarse un kit de plantines con hortalizas, aromáticas, florales y nativas. También en ciertos días de la semana venden bolsones con frutas y verduras ecológicas cultivadas por ellas.
Pero en realidad esos puntos son la última parte del recorrido que comienza en Puerto Madero, en algunos de sus restaurantes de los docks o en la escultura Marinos Mercantes. “Una obra moderna de Pablo Irrgang, que homenajea a los trabajadores marinos y fluviales y que tiene escondida atrás una escalera por la cual se llega a un mirador con una gran vista”, explicó la guía Belén Martínez, que acompañó a LA NACION durante la caminata.
Pero esta no es la única obra de arte de Puerto Madero, sino que hay varias esculturas y murales ocultos, además del Museo Amalia Fortabat que exhibe la colección de la empresaria y que está ubicado en un moderno edificio del arquitecto Rafael Viñoli. También incluye este circuito edificios y torres emblemáticas y la Reserva Costanera Sur.
Barracas es otro de los barrios emergentes que ofrece un recorrido muy peculiar donde se mezcla la tradición de las fábricas y de las iglesias, con edificios modernos y de diseño a lo largo de pintorescas calles empedradas que conducen a lugares como el Pasaje Lanín. Es un sitio de puro arte al aire libre, con los frentes intervenidos de casi todas las casas, pintados con distintas formas y colores. A varias se les aplicó una técnica de cerámica partida utilizando mosaico veneciano y azulejo trencadís.
“El artista plástico Marino Santa María, vecino del barrio que vive en esta calle, fue el pionero en usar ese sistema en el taller de su casa y luego los vecinos decidieron replicar la técnica en sus viviendas”, explicó la guía Marina Caballero. También, para a quienes les gusten los mitos y las leyendas se puede visitar la Iglesia de Santa Felicitas y el Palacio de los Leones y terminar comiendo en algunos de los restaurantes de la Avenida Caseros.
Además de estos siete barrios que hoy ofrece la web, el Ente de Turismo tiene la intención de agregar nuevos circuitos en el Casco Histórico, Caballito, Devoto, Villa Urquiza y Núñez.