Se podrá viajar en lancha de Quilmes al centro
La empresa que ya hace viajes desde Tigre habilitará servicios en julio; los boletos, a partir de $ 60
Trasladarse al trabajo por el Río de la Plata de la zona sur al centro porteño será una realidad en el corto plazo. Viajes en lancha para cubrir ese trayecto se pondrán en marcha en julio, cuando en Quilmes se inaugure una nueva terminal portuaria. El servicio será similar al que hoy funciona entre la zona norte y el puerto de Buenos Aires. Tardará 40 minutos, será directo y el valor mínimo será de 60 pesos.
En el municipio de Quilmes confirmaron a LA NACION que hace más de un año firmaron un convenio con Proa Urbana, la empresa de navegación de Sturla Viajes, que desde 2008 transporta pasajeros por el Río de la Plata desde el Norte hasta el centro porteño. Prevé la incorporación de un servicio similar en el Sur una vez que el puerto esté listo, dentro de aproximadamente tres meses (ver aparte).
Para esa fecha, los vecinos de Quilmes y sus alrededores podrán subirse a una lancha de lunes a viernes para trasladarse, ida y vuelta, a sus trabajos en el centro de la Capital. El servicio les permitirá viajar más distendidos, evitar embotellamientos y llegar a tiempo.
Voceros de Sturla Viajes agregaron que ya tienen la habilitación otorgada por la Prefectura Naval y que hicieron más de diez viajes de prueba, de Quilmes a Puerto Madero, para evaluar las rutas. Las lanchas salieron del Club Náutico Quilmes, en Marinero López y Alsina, lindero al predio donde estará la nueva terminal portuaria, y arribaron a la Dársena Norte, en Puerto Madero. También hicieron paseos turísticos con pasajeros por el mismo recorrido.
Jorge Sturla, uno de los dueños de la empresa de navegación, adelantó que los boletos costarán entre 60 y 80 pesos, casi como un pasaje en combi de la zona sur al centro porteño. Y el viaje será directo, porque no hay paradas autorizadas entre ambos destinos.
Esa tarifa es similar a la del servicio que hoy funciona entre la zona norte y el puerto de Buenos Aires, aunque existen promociones con abono mensual, o solicitud por Internet, que reducen el boleto a $ 35 y $ 45, respectivamente. Las lanchas son techadas y están equipadas con cómodas butacas, Wi-Fi, calefacción, aire acondicionado y baños. A los pasajeros se les ofrecen café y alfajores, los diarios del día y pueden calentar agua para el mate.
La empresa tiene dos alternativas diarias, ida y vuelta, con capacidad para trasladar 80 pasajeros en cada embarcación: la primera zarpa de Nordelta a las 7.20 y arriba al puerto de Buenos Aires a las 8.45; la otra sale de la estación fluvial de Tigre a las 7.45 y llega a la Capital a las 9. Ambas lanchas hacen paradas intermedias en Tigre, San Fernando (Punta Chica), Náutico de San Isidro (exclusivo para sus socios) y Olivos. Para el regreso, las salidas son a las 18 y a las 18.30.
Fernando Sturla, otro de los dueños de la empresa, explicó que los últimos meses la demanda del servicio disminuyó por la llegada del verano y, en parte, tras la renovación de la flota del ferrocarril Mitre, que conecta Retiro con Tigre, en noviembre pasado. "Algunas personas volvieron a usar el tren, pero seguimos teniendo nuestros clientes. Esperamos repuntar ahora que terminaron las vacaciones", dijo el empresario.
Una pequeña comunidad
LA NACION se sumó a uno de los recorridos desde la zona norte hasta el centro porteño. A las 7.45, una voz anunció por parlante la salida del chárter desde la estación fluvial de Tigre, en Mitre al 300, hasta la Dársena Norte, en Puerto Madero. Luego indicó las normas de seguridad: "Los salvavidas están en el techo; se ruega permanecer sentado durante el viaje".
El sol asomaba sobre el Río de la Plata. Sergio Cordoni, un ingeniero de 45 años que vive en Tigre, observaba el paisaje por la ventanilla mientras esperaba para encontrarse con tres amigos que se suben en la parada de Punta Chica, en San Fernando. Se conocieron hace tres años a bordo de la lancha. Y si bien ahora suelen usar el tren para ir al centro porteño, los jueves toman la embarcación para reunirse.
"Festejamos varios cumpleaños arriba de la lancha. Los fines de semana nos juntamos a comer y a jugar al truco", explicó Roberto Raffo, un ingeniero de 58 años que integra el grupo. A su lado iban Santiago Speroni Chica, un contador de 40, y Marcelo Lofiego, un kinesiólogo de 49. Mientras se hacían chistes, el marinero les sirvió café y alfajores.
En la lancha viajaban 48 pasajeros. Aprovechaban el recorrido para leer el diario, estudiar, adelantar trabajo, escuchar música o, simplemente, contemplar la belleza del río. Todos coincidieron en que era un problema la falta de alternativas en los horarios de salida, pero estaban de acuerdo con el precio del boleto, similar al de las combis.
La embarcación arribó a la ciudad a las 9. La última en bajar, con su bicicleta a cuestas, fue Adela Marcó, de 33 años. La llevaba para pedalear desde el puerto de Buenos Aires hasta el microcentro, donde trabaja como consultora comercial. "Tomo la lancha en Tigre dos veces por semana. Si no existiera, ya habría renunciado", aseguró la mujer, mientras se ponía el casco.
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