San Antonio de Areco, la ciudad que sufre por otra inundación
El enojo y la desilusión de vecinos que todavía no se recuperan del desastre de 2009
SAN ANTONIO DE ARECO.- Las situaciones que los vecinos de esta ciudad vivieron en los últimos dos días les trajo a la memoria los recuerdos de una inundación similar que ocurrió en 2009. Ayer, como aquel año, la gente sacaba sus muebles, colchones, ropa y todo tipo de pertenencias por las ventanas, ayudándose entre vecinos, cargándolos en camionetas y otros vehículos para escapar del avance del agua.
Al menos 300 personas fueron evacuadas en los últimos tres días por la caída de 230 milímetros que provocó el colapso de los barrios Amespil, Canuglio, Soldado Argentino y Don Pancho. En esos lugares decenas de vecinos decidieron autoevacuarse cuando sintieron las primeras gotas el miércoles por la noche, cuando cayeron 183 milímetros en pocas horas.
La asistencia a los damnificados más comprometidos por la crecida del río Areco se realizaba en botes con los cuales lograban llegar al hospital Emilio Zerboni para recibir asistencia. Había embarcaciones pequeñas hasta para asistir a las mascotas junto con sus dueños.
La hospitalidad afloró en Areco ante el azote de la lluvia, pero no logró despejar la sensación de desamparo. "Es algo muy feo sentir cómo estás perdiendo todo el sacrificio de tu vida en cuestión de minutos", contó a LA NACION Sabrina Bianchi, quien sufrió la inundación en la zona del barrio Soldado Argentino. "Con tres hijos se hace más difícil todo y a veces se cree que con recibir un colchón o una frazada van a reacomodar tu tristeza, pero no funciona así", agregó la mujer que se lamentó por la falta de obras y la ineficacia de los trabajos que se realizaron.
"El que poco tiene, poco pierde", dijo Daniel Hirschfeld, vecino del bulevar Zerboni, en plena costanera de la ciudad, para definir lo que estaba viviendo Areco. Conmovido, recordó la inundación de 2009: "Los comunicados pueden decir que no hubo víctimas fatales, pero lo cierto es que muchos perdimos a nuestros seres queridos días después de la inundación, gente que estaba enferma y cuyo estado se agravó. Mi mamá estaba luchando contra el cáncer y cuando le contamos que de su casa sólo se veía el techo, empeoró y murió a los cuatro días. No puedo olvidarme de eso".
El miércoles pasado, cuando escuchó la sirena de los bomberos, Daniel se alarmó. "Cada vez que hay pronóstico de lluvia no dormís o dormís con un ojo abierto; te cambia el humor, estamos todos enojados y alterados porque esto nos saca de nuestro eje", explicó.
Daniel, al igual que Sabrina, piensa que las obras realizadas sirvieron de muy poco. "Muchos pensaban que no iba a volver a pasar por los aliviadores que se construyeron, pero la verdad es que no funcionan porque no desagotan rápido. Los políticos nos dicen que hay que hacerse amigo del río, pero yo todavía no recuperé lo que perdí hace seis años", se lamentó.
En efecto, muchos vecinos azotados por aquella inundación revivieron la angustia en la última catástrofe. Incluso se armaron grupos de autoayuda para los más afectados, una forma de hacer catarsis. Por entonces, a los damnificados se les prometió un crédito de $ 50.000, pero la mayoría no cobró más de $ 15.000. "Nunca me voy a olvidar cuando fui al banco y el gerente me dijo: «Esta no es una empresa de beneficencia, es un banco, tenés que pagar»."
Extraño pedido del intendente
- Algunos vecinos de San Antonio de Areco se sorprendieron ayer cuando el intendente de esta localidad, Francisco "Paco" Durañona, recomendó por una radio local que la gente "no saliera a hablar en los medios", porque después la situación "se magnificaba". De hecho, se negó a responder preguntas de algunos periodistas.