"Ruido de verdad hacían los Fokker y los Hércules", dicen los vecinos de El Palomar
"¡Desde 1912 la gente sabe que está este aeropuerto acá!", dice Antonio Vitali, un vecino de El Palomar que se fastidia de tener que decir lo que cree obvio. Y es que siempre hubo aviones en la zona. "Hace 65 años que vivo sobre la calle Derqui, donde está el colegio Emaús. Vi pasar todos los aviones militares que existieron. Las naves se fueron sofisticando de turbohélices a hélices y, ahora, vuelos de pasajeros. Esto es lo mismo que el que se hace una casa al lado de las vías del ferrocarril Sarmiento y después se queja porque le pasa el tren cerca", describe, en alusión a los reclamos judiciales contra el funcionamiento del aeropuerto de El Palomar. Antonio se acercó en bicicleta a la manifestación en rechazo de la restricción horaria para operar que la Justicia impuso entre las 22 y las 7, a partir del 26 de este mes.
Unas cien personas, entre empleados y vecinos, se congregaron ayer al mediodía en la entrada de la aeroestación para apoyar su existencia. Empleados de FlyBondi y JetSmart, las dos empresaslow cost que operan allí actualmente, junto con residentes de la zona, aplaudían y sostenían carteles que decían "miles de empleados afectados", "más vuelos, más empleos" y "la jueza Martina Forns no nos deja trabajar". No estaban del todo organizados, pareció evidente que se trató de una convocatoria bastante elemental.
María Elena Hellmund también se acercó a expresar su apoyo. "Vivo en Ciudad Jardín desde el 53. Conviví con el aeropuerto toda mi vida, incluso cuando levantaban aviones Hércules que eran muy ruidosos. Salían a las 4 de la madrugada y realmente se escuchaban. Supongo que la gente que protesta es nueva, porque esto es una posibilidad enorme para un montón de gente que puede trabajar y viajar. Me parece entonces que se trata de una queja más política que otra cosa", explicó. Para César Remisón, jubilado y habitante de la zona, "hacen más ruido el Tiro Federal, los bomberos y las ambulancias antes que los aviones, que pasan por un instante y lejos".
Jorge Corche, un abogado de 71 años que participó de la manifestación, minimizó el ruido de los aviones de las low cost. "Ruido de verdad hacían los Fokker de la Fuerza Aérea, esto no es una cosa que moleste realmente", describió. Corche vive en El Palomar desde que tiene diez años y afirma: "El aeropuerto es un orgullo para los palomarenses. Le da otra vida, esta es una fuente de trabajo muy importante. Y hay mucha gente que voló por primera vez desde acá, como mi hija".
En una recorrida que LA NACION realizó por el barrio antes de la marcha, costó encontrar a algún vecino descontento con el funcionamiento de la aeroestación. La mayoría de los comerciantes y habitantes coincidieron en que la zona mejoró mucho en los últimos dos años. "Era tierra de nadie. Ahora mejoró nuestra imagen, la seguridad, hay más asfalto y luminarias. Mirá el movimiento de gente que hay", dice Juan Beloqui, mientras señala con la cabeza las paradas de colectivos que llevan a Liniers y Constitución. Él trabaja en el estacionamiento situado frente al aeropuerto, donde cuesta conseguir lugar. Explica que está a 200 metros de la pista y no escucha a los aviones que despegan. "Es un éxito total. Son apenas cuatro gatos locos los que quieren que desaparezca", dice.
Los comerciantes de la avenida Misiones, sobre la que funciona la estación Palomar de la línea San Martín, coinciden en que el aeropuerto trajo más movimiento. "A mí como comerciante me benefició", expresa Rubén Oscar Muñiz, el dueño de la Panchería El Tano, que queda en el camino obligado desde la estación al aeropuerto. "A El Palomar le cambió toda la cara; están arregladas las calles, hay mejor señalización, más locales y movimiento de gente", detalla.
Irma del Monte vive a siete cuadras del aeropuerto y asegura que no la afecta "en nada" la coexistencia con los aviones. "Tengo mi oficina en mi casa. Casi ni escucho los aviones y realmente no me molestan", informa. Su hijo ofrece en alquiler un departamento amoblado en la zona, que se llena de familias del interior que vienen a Buenos Aires y esperan entre vuelos a distintos destinos.
Milton Silva, un empleado de rampas de la empresa FlyBondi, repartía volantes en la manifestación. "Soy de Hurlingham y estoy igual de afectado que cualquier vecino, todos los días me pasan aviones por encima de mi casa. Y no solo de El Palomar, también los que vienen de Ezeiza y Aeroparque. Limitar el horario de este aeropuerto va a representar cancelaciones, demoras para los pasajeros y baja del empleo. Nos perjudica a todos", expresó.
Graciela Palumbo, una docente jubilada, lamenta que ya nunca encuentra espacio para estacionar. "Empecé a moverme más en colectivo por El Palomar porque me pasó de tener que dejar el auto a seis cuadras. ¡Acá, que siempre fue supertranquilo! Pienso que El Palomar no tiene la infraestructura necesaria para tanta gente que llega de repente. Pero -contrapone- el beneficio es realmente innegable. Yo misma hace poco vi que pusieron un vuelo a Ushuaia y me hizo feliz pensar que puedo ir haciendo solo 12 cuadras desde mi casa".