Retiro se vuelve a poblar de puestos ilegales y hay quejas de comerciantes
Desde hace unos meses, se instalan en la vereda de las terminales de trenes; habían sido desalojados en 2013; la Ciudad avanza en un proyecto para mudarlos
Caminar por Retiro se parece cada vez más a una carrera de obstáculos. Pero en cámara lenta. A diario, una multitud transita como puede las veredas de las terminales de trenes entre andamios y, nuevamente, puestos de venta ilegal. Cargadores, auriculares, cinturones, linternas, adaptadores, tapas de termo, lentes de sol, golosinas, chips de telefonía celular, juguetes, ojotas, ropa y hasta pelotas de fútbol: todo eso y más puede conseguirse sobre la avenida Ramos Mejía, entre Libertador y Antártida Argentina.
Desde hace algunos meses, los puesteros ilegales comenzaron a instalarse de nuevo en cantidad por la zona, de la que habían sido desalojados por el gobierno porteño en 2013. En enero pasado ya habían intentado regresar, lo que derivó en un enfrentamiento entre un grupo de manteros y la Policía Metropolitana.
Ahora, los vendedores ambulantes instrumentar una nueva táctica. Abandonaron las mantas y exhiben las mercaderías sobre carros, cajones de verdura, cajas y tablas de madera. Todo desmontable en pocos segundos y fácil de cargar, en caso de que aparezcan los inspectores. Es común ver carretillas que se mueven de un lado a otro con frazadas cubriendo los productos, si agentes del Ministerio de Ambiente y Espacio Público o policiales recorren la zona.
"Los viernes a la tarde es el peor día. Siento que no voy a llegar nunca a tomar el tren", dijo Manuel Espinosa, un empleado bancario que todos los días combina el subte C con el ferrocarril Belgrano Norte. En ese tramo se hace casi imposible transitar en hora pico, por la concentración de puestos.
"Por la cantidad de gente y los manteros, más de una vez perdí el servicio", agregó el joven. Los andamios colocados por las obras en la fachada de la terminal del tren Mitre reducen aún más el paso.
Por momentos, la congestión es tal que muchos caminan peligrosamente por la avenida a la par de los colectivos, taxis, autos y camiones para esquivar el tumulto.
En números
Según un relevamiento de la Confederación Argentina de la Mediana Empresa (CAME), Buenos Aires es el distrito del país más afectado por la informalidad, con 12.927 puestos ilegales. Más de 8000 se encuentran en "saladitas" y casi 5000 en la vía pública. De todos modos, el informe -publicado en abril pasado, luego de los operativos de despeje en las avenidas Avellaneda, Acoyte y Rivadavia (de lo que se informa por separado)- destacó que se relevaron 1665 manteros menos que en agosto de 2015.
En una recorrida realizada el viernes pasado por Retiro, LA NACION contabilizó más de 50 puestos de venta ilegal frente a las terminales de los ferrocarriles Mitre, Belgrano Norte y San Martín. Aunque la cantidad de vendedores varía de acuerdo con el día y el horario.
"Siempre lo mismo. Nunca cambia. Las mesas tienen dueños. Cada uno tendrá cuatro o cinco tablones. Por 200 o 300 pesos por día ponen a un mantero, que tiene que vender la mercadería que es de ellos y, además, arreglar con la policía", denunció el dueño de un local en la terminal del San Martín.
"Antes de un operativo, alguien les avisa que van a venir y levantan todo. Cuando llegan los inspectores no queda nadie", añadió el hombre, que prefirió mantener su identidad bajo reserva por temor a represalias.
Mientras los peatones tienen dificultades para moverse entre los puestos ilegales, los comerciantes ven sus ganancias afectadas por el mercado informal del otro lado de la puerta. Un auricular en un negocio cuesta 450 pesos; en la calle se consigue por $ 100.
"Hay gente que después de comprar vuelve furiosa y te lo tira por la cabeza", dijo Víctor, que vende productos de electrónica en la galería de la cabecera del Mitre. "El envoltorio y la marca son similares, pero adentro el producto no es el mismo. Las grandes marcas te venden sólo si estás inscripto. El de afuera es trucho, pero al ser idénticos nadie lo entiende", afirmó.
"Es muy difícil competir. Uno tiene que pagar todo. Alquiler, luz, habilitación, cargas sociales, porque todos tenemos a nuestros empleados en blanco", comentó Maximiliano Gamez, quien tiene un negocio de golosinas en Retiro. "Yo me veo obligado a vender bien barato y tengo que trabajar más horas. De 8 a 23 estoy acá, no me queda otra", graficó el quiosquero.
Proyecto oficial
"Es una situación muy compleja. Por un lado, tenemos a las personas que necesitan trabajar y encuentran en la calle la única forma de subsistencia y, por el otro, a las mafias organizadas que se aprovechan de esa situación", afirmaron fuentes del Ministerio de Ambiente y Espacio Público ante la consulta de LA NACION.
Adelantaron que se encuentran trabajando en un "proyecto integral" que no sólo atienda el reclamo de los comerciantes por la competencia desleal, sino que les ofrezca una alternativa a los puesteros. Así sucedió con los manteros de Avellaneda, que tienen la posibilidad de trabajar en un galpón en Once.
"En Retiro no son los mismos que estaban antes", dijo Fabián Castillo, secretario de Relaciones Públicas de CAME, y agregó que de este tema hablaron con el jefe de gobierno, Horacio Rodríguez Larreta.
"Hay que ver si hay mafias detrás de todo esto", afirmó Castillo. Y alertó sobre la cultura de los compradores: "Alguna gente compra medicamentos pediátricos sin saber qué hay dentro de la caja; otros compran sabiendo que la mercadería tiene procedencia dudosa. Se necesita más concientización".
Flores y Caballito, sin manteros
- Hasta el verano pasado, la avenida Avellaneda era sinónimo de caos. Entre la multitud que viajaba desde distintos puntos del país para comprar ropa y calzado al por mayor y la ocupación casi total de las veredas, sólo quedaba un estrecho pasillo por el que la gente se las arreglaba como podía para caminar con bolsas y changos.
- Hoy, el paisaje en Avellaneda y sus aledañas es completamente distinto. Si bien la gran cantidad de compradores que llega en ómnibus de larga distancia se mantiene, las veredas están despejadas y hay espacio para caminar. Existe un operativo permanente con agentes de las policías Metropolitana y Federal de la ciudad y del Ministerio de Espacio Público, según pudo constatar la nacion en una recorrida por el lugar.
- El cruce de las avenidas Acoyte y Rivadavia fue durante varios años otro punto conflictivo que desataba quejas permanentes entre los comerciantes formales. Cada uno tenía un competidor ilegal en la calle. Luego de la intervención de la Ciudad, en forma simultánea con los operativos sobre Avellaneda, la zona se mantiene despejada.
- Varios de los puesteros que ofrecían mercadería en esas zonas desalojadas aceptaron trasladarse al paseo de compras que funciona en un galpón situado sobre la calle Perón, en Once.