Rehenes de una disputa política
¿Se acuerdan del efecto invernadero? El término se empezó a usar entre 1975 y 1980, para definir las consecuencias de la industrialización sobre el planeta, según concuerdan los científicos. En aquel momento se planteaba una cuestión de teóricos cataclismos que muy pocos creían posibles. Pues bien, 35 años después, aquellas previsiones resultaron ciertas. El futuro llegó. Y lo tenemos en forma de agua dentro de las casas.
Treinta años pasaron. Más o menos los mismos que tiene el proyecto para rectificar y ampliar el entubamiento del arroyo Vega que, con obras periféricas, acaba de poner en marcha el gobierno de Mauricio Macri. Buenos Aires se inunda cada vez más seguido y, como bien sostiene el jefe de gobierno, no hay soluciones mágicas. ¿Habrá que acostumbrarse a vivir con el agua? Sería muy triste aceptar esa pregunta como respuesta. Ayer a la tarde. la inundación parecía haber quedado disminuida a una disputa política alrededor de la cantidad de muertos.
Que eran seis. Que eran ocho. Como si esa diferencia aumentara la responsabilidad de algunos y pusiera a salvo la ropa de otros. El cortoplacismo político, tal vez, no entienda o esté muy alejado de la realidad de la gente. La que llora sus muertos; la que cuenta sus pérdidas.
Ayer a la tarde, cuando aún no habían bajado las aguas, un ex jefe de gobierno salía a denunciar que Macri no estaba en el país. Era el mismo jefe de gobierno porteño que se escondió durante la trágica noche de Cromagnon.
También, a la hora del análisis, se puede hablar de las prioridades del poder político para definir hacia dónde se destina el dinero de la obra pública. ¿Es prioritario el traslado del centro cívico a Barracas? ¿Es imperiosa y necesaria la venta del edificio del Plata? ¿Puede Buenos Aires vivir sin un "rockódromo"? ¿Vale la pena techar el estadio del Parque Roca? Todo depende de las prioridades políticas, claro está.
Hace poco más de un año hubo una inauguración, la de la última etapa del arroyo Maldonado que, justo es reconocerlo, palió en gran parte las recurrentes inundaciones de todo el sector aledaño a la avenida Juan B. Justo, desde Liniers hasta el Río de la Plata.
¿Cuántos años demoró esa obra? Catorce. Y fue la última y casi única que se hizo. A tal punto que para una habilitación parcial, en julio de 2011, posaron para la foto los cuatro jefes de gobierno que tuvieron responsabilidad sobre los trabajos; a saber: Enrique Olivera (Alianza), Aníbal Ibarra (Alianza), Jorge Telerman (Alianza) y Mauricio Macri (Pro). ¿Otro dato? Fue la única obra hidráulica de envergadura que se encaró y se terminó en la ciudad en los últimos 68 años. No estuvo en esa foto Fernando de la Rúa, que en 1998 elaboró el Plan Director Hidráulico que sólo en 2005 consiguió el primer aval para que se inicien los trabajos.
Ese plan director elaborado por De la Rúa es el mismo que hoy se utilizará para aliviar la cuenca de los arroyos Vega y Medrano que inundan Belgrano, Núñez, Saavedra, Villa Urquiza y Coghlan, entre otros. ¿Es posible? ¿Suena lógico? La verdad que sí es posible, pero resulta totalmente ilógico.
Buenos Aires no es la misma ciudad hoy que en 1998. El boom inmobiliario trocó la geografía porteña. Donde antes había casas y barrios residenciales, hoy hay edificios, departamentos y poco espacio verde. Detalles que, como bien se sabe, tienen una directa relación con el impacto ambiental. El agua no escurre como hace 15 años y además, llueve más copiosa y frecuentemente.
La lógica indica que ante esos cambios el plan haya tenido una adecuación en el tiempo. Pero no se escucha a los políticos debatir, polemizar o victimizarse por estas cuestiones técnicas que, tal vez, sí ayuden a la gente (a sus votantes) a vivir mejor. El mundo de la política parece enfrascado y muy cómodo culpando a unos por no hacer obras y a los otros acusando de cajonear la firma de los avales que se necesitan para hacer esas obras.
Anoche, tardiamente, el Banco Ciudad anunció un línea de crédito para los inundados. La gente, mientras tanto, ve como el agua se lleva todo. Esfuerzo, sueños y también la vida.