¿Quién maneja el subte?
Cómo es la la feroz interna que se desató bajo tierra y que provoca paros sorpresivos en varias líneas de la red, principalmente en la B y en la C
Otra vez un paro en el subte. Y otra vez en la línea C. Un día después de que las empresas Sbase y Metrovías (concesionaria del servicio) y los sindicalistas firmaran un acuerdo de "paz social", un puñado de empleados se tiró a las vías e interrumpió la circulación de los trenes desde esta mañana. ¿El motivo? Incumplimiento del contrato por el blindaje de boleterías, reclamos laborares y una larga lista de exigencias que, curiosamente, se habían consensuado ayer entre el gobierno y los máximos referentes de los metrodelegados, encabezados por Roberto Pianelli, Néstor Segovia y compañía.
Pero nada de aquello se cumplió hoy. Los usuarios se encontraron con los andenes cerrados y los colectivos volvieron a colapsar en Constitución y en Retiro. Eso sí: la sorpresiva medida que afectó a unos 100.000 usuarios esconde feroz interna gremial. Comenzó a gestarse el año pasado, cuando la izquierda del subte, liderada por Claudio Dellecarbonara, decidió marcar territorio frente a una cabeza gremial que perdió más peso con la salida del kirhnerismo del gobierno nacional.
El paro de hoy no fue casual, sino más bien debidamente premeditado. Se estudio como jugada de ajedrez. Y se ejecutó con la precisión de un especialista. Se eligió el momento (el día después de un acuerdo de paz social con la empresa) y el lugar (en la línea C, que comanda Segovia). Justamente allí, en sus propias narices, delegados "trotskistas" enfrentados con Segovia se tiraron a las vías para demostrar poder. Tomaron mate en las vías e hicieron un berrinche en la casa del mediático delegado, que, curiosamente, evitó por estas horas aparecer ante las cámaras de televisión.
La fractura en los metrodelegados (Dellecarbonara ya es un actor independiente que le causa varios dolores de cabeza a la cúpula) también le dibujó una sonrisa al otro gremio del subte, la UTA (más conciliados con el oficialismo). Hasta hace pocos meses, éste era el único sindicato con poder de firma en las disputas gremiales bajo tierra. Era, porque cinco minutos antes de que dejara su cargo como ministro de Trabajao de la Nación, el kirchnerista Carlos Tomada le autorizó a los metrodelegados, el archirival de la UTA, la representación legal. Lo reclamaban desde hacía más de siete años, pero se lo concedieron cuando en las últimas elecciones los argentinos decidieron que el kirchnerismo dejara el Gobierno.
Así, se sembraron semillas que hoy comienzan a germinar, con disputas que se dirime sin reglas ni jueces. El subte está a la buena de Dios, es cierto. ¿Quién lo maneja? Al parecer, el sindicato. El gran problema es que aún no resolvieron cuál de todos ellos.