Ponen en marcha un plan para combatir el grafiti en Recoleta
La comuna 2 invertirá $ 650.000 para remover en 48 horas nuevas pintadas
Como en toda gran ciudad, los vecinos de Buenos Aires están acostumbrados a convivir con esa suerte de conversación que se dirime con grafitis en el frente de sus edificios . Declaraciones de amor, mensajes políticos, provocaciones entre hinchadas.
En la comuna 2, que comprende el barrio de Recoleta, están decididos a combatir por completo este tipo de vandalismo. Para lograrlo, pusieron en marcha el programa Fachadas Limpias, inspirado en una estrategia implementada con éxito en Nueva York en los años 80 y 90, y que luego fue replicada por otras grandes ciudades del mundo.
La premisa del plan es que el grafiti vandálico -a diferencia del arte callejero y el muralismo- no es una expresión artística, sino un hecho de comunicación. El propósito del grafitero es darse a conocer y enviar un mensaje a otros, que pueden ser sus compañeros de clase, de banda, el club de fútbol adversario u otros vecinos. Entendido de esta manera, el grafiti sólo tiene sentido si perdura el tiempo suficiente como para ser visto por el destinatario del mensaje. Entonces, la estrategia adoptada por la comuna es disuadir borrando los mensajes lo más rápido posible.
"El objetivo es tapar todos los grafitis nuevos dentro de las primeras 48 horas. Un grafiti es un mensaje, y si las otras personas no lo llegan a ver deja de tener sentido y el grafitero buscará otro lugar para expresarse. Por supuesto que puede volver a realizarlo, pero cuanto más seguido y rápido se tape, más se desalentará la acción; entre otras razones, porque conlleva un gasto económico", explicó a LA NACION Facundo Carrillo, el presidente comunal.
El éxito de la estrategia depende en gran medida de que los vecinos participen mediante denuncias lo más rápidas posible cuando detectan la aparición de nuevos grafitis. Para hacerlo, se dispuso la casilla de mail reclamoscomuna2@buenosaires.gob.ar, a la que los vecinos pueden escribir para indicar la ubicación de las pintadas.
La cuadrilla a cargo de la remoción está compuesta por tres personas, equipadas con una hidrolavadora y un producto especial para remover la pintura. Una vez que la fachada queda limpia, se aplica otro producto que genera una capa protectora que impermeabiliza la superficie e impide que el próximo grafiti se adhiera, para que luego sea más fácil de remover.
Claro que primero hay que borrar todos los grafitis ya existentes. Según Carrillo, se realizó un relevamiento de todas las fachadas de la comuna y se identificaron 2523 frentes vandalizados que se están empezando a limpiar. El costo anual del programa será de 650.000 pesos.
"Cuando la gente pasa junto a la camioneta, que tiene inscripta la dirección donde hacer la denuncia, la anota. Esperamos que haya mucha participación", dijo José San Martín, encargado del equipo de remoción.
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