Ponen en marcha un plan para combatir el grafiti en Recoleta
El programa Fachadas Limpias está inspirado en una estrategia implementada con éxito por la ciudad de Nueva York en los 80 y 90; en qué consiste
¿Se pueden erradicar por completo los grafitis? Como en toda gran ciudad, los vecinos de Buenos Aires están acostumbrados a convivir con esta suerte de conversación que se dirime en las fachadas de sus edificios. Declaraciones de amor, mensajes políticos, provocaciones entre hinchadas.
Sin embargo, en la comuna 2 de la ciudad, que comprende el barrio de Recoleta, están decididos a combatir por completo este tipo de vandalismo. Para ello pusieron en marcha el programa Fachadas Limpias, inspirado en una estrategia implementada con éxito por la ciudad de Nueva York en los 80 y 90, y que luego fue tomada por otras grandes ciudades del mundo.
"Nuestro objetivo es tapar todos los grafitis nuevos dentro de las primeras 48 horas.Un grafiti es un mensaje, y si las otras personas no lo llegan a ver, deja de tener sentido y el grafitero buscará otro lugar para expresarse
La premisa del plan es que el grafiti vandálico- a diferencia del arte callejero y el muralismo- no es una expresión artística, sino un hecho de comunicación. El objetivo del grafitero solo es darse a conocer y enviar un mensaje a otros, que pueden ser sus compañeros de clase, de banda, el club de fútbol adversario u otros vecinos. Entendido de esta manera, el grafiti solo tiene sentido si perdura el tiempo suficiente como para ser visto por ese otro, destinatario del mensaje. Entonces, la estrategia adoptada por la comuna es disuadir a los potenciales vándalos borrando los mensajes los más rápido posible, ya que esto impide que la pintada cumpla su función.
"Nuestro objetivo es tapar todos los grafitis nuevos dentro de las primeras 48 horas.Un grafiti es un mensaje, y si las otras personas no lo llegan a ver, deja de tener sentido y el grafitero buscará otro lugar para expresarse. Por supuesto que puede volver a realizarlo, pero cuanto más seguido y rápido se tape mas se desalentará la acción, entre otras razones porque conlleva un gasto económico para este." Explicó a LA NACION Facundo Carrillo, Presidente de la comuna de Recoleta.
El éxito de la estrategia depende en gran medida de que los vecinos participen de la acción denunciando lo más rápido posible la aparición de nuevos grafitis. Para esto se dispuso la casilla de mail reclamoscomuna2@buenosaires.gob.ar , donde los vecinos pueden escribir para denunciar las nuevas pintadas . La cuadrilla a cargo de la remoción está compuesta por tres personas equipadas con una hidrolavadora y un producto especial para remover la pintura. Una vez que la fachada está limpia de vuelta, se aplica sobre la misma otro producto que genera una capa protectora que impermeabiliza la superficie e impide que el próximo grafiti se adhiera, para que luego sea más fácil de remover.
El éxito de la estrategia depende en gran medida de que los vecinos participen de la acción denunciando lo más rápido posible la aparición de nuevos grafitis
Claro que primero hay que borrar todos los grafitis ya existentes. Según explicó Carrillo, se realizó un relevamiento de todas las fachadas de la comuna y se identificaron 2523 frentes pintarrajeados que se están empezando a limpiar. El costo anual del programa será de 650.000 pesos.
"Estamos trabajando ya, y vemos que la gente pasa al lado de la camioneta, que tiene la dirección donde hacer la denuncia, y la anotan. Así que esperamos que haya mucha participación" explicó José San Martín, el encargado del equipo de tareas de remoción.
La teoría de las ventanas rotas
Según explicaron desde la comuna, la estrategia de eliminar todos los grafitis nuevos dentro de las primeras 48 horas no solo es efectiva porque impide que el la pintada cumpla su función, sino que también está inspirada en la teoría sociológica de Las Ventanas Rotas, según la cual el vandalismo que no se repara inmediatamente manda un mensaje de desinterés e indiferencia que a su vez incentiva a que los hechos delictivos se repitan. En este sentido, una manera efectiva de combatir el vandalismo es solucionándolo ni bien ocurre, aunque al principio parezca una infracción de poca importancia.
La teoría se implementó con éxito por primera vez a mediados de los 80 en Nueva York para combatir el grafiti en los subtes, para lo cual el gobernador Edward Koch decretó que no circularía ninguna formación que tuviera ni el más pequeño grafiti en su exterior.
Esta premisa luego se transformó en uno de los fundamentos de la política de "tolerancia cero" del gobernador Giuliani en Nueva York en la década del noventa, quien hizo hincapié no solo en que el vandalismo podía prevenirse de esta manera, sino que incluso combatiendo estas infracciones menores se podía reducir significativamente los crímenes más serios, una teoría que aún es discutida y despierta mucha controversia.
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