Podaron un gomero de más de 90 años en la Plaza Lavalle
Una corriente fluida de personas sale por la escalera mecánica de la estación Tribunales de la línea D del subte y desemboca sobre la Plaza Lavalle. Algunos cruzan la vereda sin siquiera advertirlo, pero la mayoría detiene su mirada en lo que quedó del árbol. Es el esqueleto de un gomero, un tronco ancho sin ramas ni hojas que hasta hace pocos días daba sombra a la salida del subte, al canil de la plaza y a parte del camino peatonal que cruza hacia el Teatro Colón.
Noelia Lagostino, de 33 años, que trabaja en una oficina a dos cuadras de ahí, filma el gomero con el celular en alto. "Acá está el pobre árbol", dice a la cámara, mientras camina y lo enfoca desde diferentes ángulos. "Me indigna cómo quedó. Filmé el video para mandárselo a mi cuñada. Siempre veíamos el árbol a la salida del subte. Con él, la plaza era otra cosa", dice.
La poda de este gomero de más de 90 años, ubicado en la intersección de las calles Talcahuano y Viamonte, se hizo el jueves pasado, tres días después de que una tormenta –la del 30 de diciembre – quebrara una de sus ramas laterales. A pesar de las quejas y comentarios de los vecinos -algunos de ellos denunciaron por Facebook que la poda fue una "mutilación" y organizaron una protesta- el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires afirma que el recorte del ejemplar fue instruido por especialistas, quienes diagnosticaron que los daños que el árbol sufrió por la tormenta hicieron necesaria esta decisión.
La poda del árbol trajo además un inconveniente práctico para la plaza: el canil, antes cubierto de forma completa de sombra, ahora se encuentra bajo el sol potente del mediodía. El suelo de este espacio diseñado para animales está cubierto por pequeñas piedras fijadas con cemento, que ahora arden. Los bancos de cemento del canil, donde solían sentarse los propietarios y paseadores de perros, también se encuentran bajo las altas temperaturas veraniegas. Según comentan varias personas que vinieron a traer a sus perros, a esta hora, este espacio enrejado solía ser bastante concurrido.
"Ya no puedo meter a los perros ahí porque se mueren de calor", dice Azul de los Santos, de 19 años, que trabaja como encargada de un edificio. Desde la poda, ella decide soltar a sus dos perros por la plaza. Lo mismo decidieron hacer Iván Pollini, de 23 años, y Mariela González, de 50. Ellos solían traer su perro al canil pero ahora dicen que es imposible por el calor del piso.
Razones de seguridad
Desde el gobierno también lamentan la poda, pero afirman que fue realizada por razones de seguridad. "Claramente lo que sucedió es lamentable, es una pérdida irreparable", dice una fuente de la Secretaría de Atención y Gestión Ciudadana de la capital porteña, pero insiste en que al árbol se le practicó una "poda de seguridad", necesaria después de que la tormenta rompiera una rama de gran porte.
El informe realizado por el el inspector de arbolado de la Comuna 1 luego de la tormenta, dice que este ejemplar de gomero, de 150 cm de diámetro y nueve metros de alto, presentaba "pudrición en las ramas y un ahuecamiento pronunciado en la base del tronco principal".
Desde la secretaría dijeron que cuando un árbol tiene un deterioro interno y presenta inestabilidad, es necesario tomar las medidas correspondientes: en este caso, una poda profunda para garantizar la seguridad de las personas.
A pesar de que esperan que el gomero logre sobrevivir, desde el gobierno dicen que hay posibilidades de que su pudrimiento interno termine por matarlo. Es por eso que los especialistas gestionaron un estudio por imágenes de la madera, que se hará en los próximos días. Este estudio determinaría su nivel de pudrimiento. En caso de que el árbol no logre sobrevivir, dicen que van a plantar uno nuevo.
El ombú de Plaza Roma
En diciembre de 2013, un árbol icónico vivió una situación similar: el histórico ombú de la Plaza Roma. El árbol había sufrido graves daños durante una tormenta y, al día siguiente, fue podado de manera profunda. Esta medida del gobierno fue repudiada por el Observatorio de Políticas Urbanas y Patrimoniales, una ONG especialista en el tema, que consideró la poda como una "tala feroz".
En su momento, también hubo denuncias por parte de los vecinos. Las primeras ramas con hojas empezaron a asomar sobre el tronco desnudo un año después. Hoy, sin embargo, la sombra del ombú todavía es pequeña y su copa no es la misma.