Pese al frío, la peregrinación a Luján convocó a miles de fieles
Familias y grupos de amigos le rindieron tributo a la Virgen
Agustín y Jesuá están sentados bajo el sol, descalzos y concentrados en cubrir los dedos y las plantas de sus pies con cinta de papel. Cortan con los dientes largas y finas tiras que van pegando como artesanos, una al lado de la otra, hasta dejar las superficies completamente cubiertas. Fue una sugerencia de Agustín "para evitar ampollas".
Ambos tienen 25 años, son amigos, viven en Tandil y arribaron al patio abierto de la iglesia San Cayetano de Liniers hace cuatro horas. Mientras se despabilan, esperan que llegue el mediodía para partir hacia Luján en la 41a peregrinación juvenil a pie. Son casi 60 kilómetros de un recorrido que el año pasado hicieron 2,5 millones de personas. Y que ayer también convocó a una multitud, pese las bajas temperaturas.
"Gracias, Madre, por estar siempre y ayúdanos a cuidar nuestra patria", fue el lema en esta oportunidad. "Vinimos para agradecerle a la Virgen, siempre es una buena ocasión para hacerlo y para compartir esta experiencia tan linda con la Iglesia como comunidad", dice Agustín, docente de segundo grado del colegio primario, que asiste a la caminata desde hace seis años.
En el mismo patio, las chicas del grupo de apoyo de peregrinos de Juan Bautista Alberdi, provincia de Buenos Aires, terminan de almorzar. Fuman y cuentan los minutos para empezar la peregrinación. "Incentivamos a las personas, fundamentalmente en las paradas más difíciles, como General Rodríguez, donde la mayoría empieza a sentir el frío y el cansancio después de cenar", explica una de ellas.
A las 2, los peregrinos llegan allí juntando fuerzas para seguir hasta el destino final: la Basílica de Luján. En ese momento, las chicas de todas las edades repartirán entre los 84 miembros de su grupo lo que llaman "el combustible espiritual": cartas personales que familiares y amigos les escribieron para darles ánimo. Como el resto de los peregrinos, a las 6.45 de hoy prevén arribar a Luján para hacerse de un buen lugar en la misa central que el obispo auxiliar monseñor Joaquín Sucunza dará desde las 7.
La iglesia San Cayetano está tan llena que no alcanzan los confesionarios. Los sacerdotes reciben a los fieles a la vista de todos; ponen sus manos sobre sus cabezas y los bendicen en los pasillos del templo. Al pie de los santos, grupos espontáneos se arman y se desarman para estirar sus brazos y tocar las imágenes. Se necesitó llamar a seis ministros para que dieran la comunión a miles de personas que llegaron hasta aquí.
Cerca del mediodía, Mario asoma al punto de partida con un pique corto, en la vereda de Cuzco al 100, y esquiva a la gente hasta acomodarse junto con sus compañeros. Es uno de los guardianes de la "imagen de cabecera", la figura de la Virgen de Luján que está presta a salir. Funcionará como faro guía durante toda la caminata. La carga un grupo de cuatro hombres que se irá renovando, incluso entre peregrinos que se ofrecen voluntariamente. De lunes a viernes, Mario trabaja en un banco. Tiene 58 años y viene a la peregrinación desde que se hizo por primera vez, en 1975. Recuerda que, hace 20 años, se intentó medir la cantidad de personas que había desde un helicóptero. "Desde las 2 de la tarde, una columna de fieles unió los 58,4 kilómetros que hay entre Liniers y Luján", dijo.
Al fin, la Virgen ya está en marcha y la multitud que la escolta, reza. Una sola voz quiebra el silencio de este sábado fresco y soleado. Ahora aplauden, cantan; se ve que la Virgen avanza sobre la marea de cabezas y, poco a poco, la vereda de San Cayetano se va despoblando. La caminata arrancó. El desafío también. Demandará 12 horas alcanzar el objetivo. Ni el frío ni la noche serán escollos para ellos. Todos quieren llegar. Todos tienen una promesa para cumplir que los hace más fuertes.