Patrimonio verde: de los árboles sobrevivientes de Hiroshima al “de Buda”, estos son los ejemplares notables de la ciudad
En la Capital, hay especies que recuerdan los bombardeos en la ciudad japonesa, otras que fueron plantadas por presidentes, y un tercer grupo que fue testigo de la historia porteña desde el siglo XIX
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La ciudad se destaca, entre otras características, por su enorme y variado patrimonio paisajístico. Más de 430.000 árboles están esparcidos por su territorio –con diferencias significativas según el barrio– mayormente sobre la vía pública.
El arbolado porteño tiene una gran variedad: hay registradas más de 400 especies distintas entre ejemplares de hojas grandes, coníferas y arbustos. Algunos de ellos son famosos: en las calles y los espacios verdes hay retoños de árboles que sobrevivieron a los bombardeos atómicos de Hiroshima, otros plantados por presidentes y gomeros que son testigos de la historia porteña desde el siglo XIX.
A continuación, algunos de los más destacables:
El gomero de Recoleta
Bien podría ser el más viejo de la ciudad, aunque no hay manera de comprobarlo. Ubicado frente a la Basílica de Nuestra Señora del Pilar, en Recoleta, un enorme gomero tiene una base de diez metros, una copa de casi cuarenta y un lugar privilegiado para observar la historia del barrio desde hace ¿más de 200 años? Y es que depende a quién se le pregunte. Para algunos el árbol fue emplazado por el agrónomo Martín Altolaguirre en 1806 y, para otros, ya pertenecía previamente a una quinta de la zona. Desde 2014 sostiene una de sus enormes ramas “Atlas”, una escultura de 300 kilos hecha con partes de automóviles. Cada tanto su autor, Joaquín Arbiza, la reacondiciona porque el árbol sigue creciendo sin parar. Los gomeros se reconocen fácilmente porque tienen raíces robustas y copas muy frondosas. Otros ejemplares pueden verse en el Parque Tres de Febrero (Palermo), en Plaza San Martín (Retiro), Plaza Lavalle (San Nicolás) y Parque Lezama (San Telmo).
El lapacho de Ezcurra
Cuando el lapacho florece pierde todas sus hojas y se llena de miles de racimos de campanitas de un rosa intenso. Algunos ejemplares, como el que está ubicado en la Avenida Figueroa Alcorta y Castilla, son objeto de admiración. El llamado “lapacho de Ezcurra” –por el paisajista que supuestamente lo plantó– está ubicado en un lugar estratégico, frente a un bello edificio en la entrada de Barrio Parque. Basta pararse en esa esquina unos minutos para ver cómo peatones y automovilistas se detienen a fotografiarlo.
Félix Luna, el famoso historiador y escritor, aguardó ansioso esa floración por muchos años. “Siempre mandaba cartas de lectores recordando al porteño apurado y ajetreado que mirara el lapacho de Ezcurra, que florecía en tonos fucsias”, recuerda su hija Felicitas. Pronto se generó una comunidad de entusiastas que persiste hasta hoy y continúa avisando de la floración.
La magnolia de la disputa
Una enorme magnolia grandiflora decora la avenida Berro, en Palermo. Fue plantada por decisión del presidente Nicolás Avellaneda en la inauguración del Parque Tres de Febrero, el 11 de noviembre de 1875. Esa elección del árbol generó cierta disputa con Domingo Faustino Sarmiento, su predecesor, quien tenía otro árbol en mente. Según el escritor Daniel Balmaceda, Sarmiento ya había planeado que presidiría la ceremonia y lo haría plantando un arrayán, árbol típico del Sur argentino. Pero su sucesor en el cargo consideró que esa tarea le correspondía y decidió emplazar una magnolia. Según explica el autor, lo hizo en parte porque así lo quiso su esposa y porque ya había redactado el discurso en el que hablaba de la magnolia. El árbol continúa en la misma ubicación y florece cada diciembre.
En el barrio de San Telmo también se pueden ver magnolias antiquísimas en el Protomedicato, la institución que regulaba la práctica de la Medicina en los tiempos del Virreinato (Humberto 1º 343).
La ofrenda uruguaya: el ibirá pitá
Las flores amarillas de los magníficos ibirá pitá (Peltophorum dubium) colorean el verano en la ciudad. Estos árboles de gran porte arman túneles verdes en algunas avenidas (como en Forest del 1700 al 1500) y manchones de esa tonalidad en varios espacios públicos, como en la plaza Plaza San Martin o las plazoletas de la Av. 9 de Julio. El más famoso de esa especie es un retoño del llamado “Árbol de Artigas”, un ejemplar de ibirá pitá que José Artigas disfrutó durante su exilio en Asunción de Paraguay y que fue ofrendado por la colectividad uruguaya. Está ubicado en la Plaza 25 de Agosto de Villa Ortúzar (llamada así por el día de la independencia uruguaya).
Los sobrevivientes de Hiroshima
Los japoneses apodaron Hibakujumoku a los árboles que sobrevivieron a los bombardeos atómicos de Hiroshima en 1945. Son alrededor de 170 ejemplares que permanecieron en un radio de 2 km del epicentro de la detonación. A nuestro país llegaron retoños de dos especies: un Ginkgo biloba que se puede visitar en el Jardín Botánico, y tres “hijitos” de caqui que están plantados junto a la casa de té del Jardín Japonés
El ombú de los coleccionistas
Los ombúes pueblan la ciudad desde la época colonial. Originario de los montes del noreste argentino, en su versión porteña difieren bastante de la forma natural que tienen en el norte. El más famoso es el Ombú de los coleccionistas, en Parque Rivadavia, en Caballito, que fue nombrado así porque desde el verano de 1943 ofrece sombra a los filatelistas (que se siguen dando cita ahí cada domingo a la mañana). Se trata de un ejemplar añoso que pertenecía a la arboleda de la quinta Lezica, que hacia 1870 estaba ubicada entre las actuales avenidas Rivadavia y La Plata y la calle Rosario.
Los cerezos del Jardín Japonés
Todo Japón se rinde ante el encanto de los sakura (cerezos), un verdadero símbolo nacional. “Es un árbol que nos conmueve porque representa la felicidad efímera y la fugacidad de la vida: en el mayor momento de esplendor de la floración empiezan a caer sus pétalos, justamente denotando que la felicidad para los japoneses no es eterna. Es el alma de la cultura”, explica Sergio Miyagui, del Jardín Japonés. El sendero de los sakura de ese espacio está compuesto por unos 30 árboles y se llena de admiradores cada vez que florecen, entre fines de julio y agosto. En ese momento los japoneses celebran el Harami, como se llama al acto de contemplación de los árboles.
Los exóticos de Barrio Parque, Plaza Lezama y Plaza Lavalle
Hay muchos árboles exóticos distribuidos en la ciudad. Muchos de ellos fueron plantados por los vecinos que eligen especies particulares para sus frentes (por fuera de las permitidas según el gobierno porteño). Parte de eso explica la enorme variedad de más de 400 especies vegetales. Es el caso de la Erythrina poeppigiana (bucaré), un árbol singular exótico decora las calles de Barrio Parque y es el único que se conoce de esa especie. Originaria de las selvas tropicales sudamericanas, cuando florece ofrece un espectáculo: sus flores rojizas y anaranjadas atraen a los curiosos que pasean por la zona.
En Parque Lezama se puede ver un ejemplar de Melaleuca ericifolia, también conocido como árbol de papel, que tiene una hermosa floración y una corteza particular: se desprende en tiras como láminas de papel. Se lo considera un arbusto y da unas flores de color blanco o amarillentas que tienen forma cilíndrica.
En plena Plaza Lavalle y a pasos del Teatro Colón, una Sterculia monosperma (o castaño asiático) ofrece un espectáculo con sus frutos de color rojo. Originario del sur de China, allí se consumen sus semillas cuando están maduras.
El “árbol sagrado” del Jardín Botánico
En el Jardín Botánico existe un ejemplar de Ficus religiosa conocida como higuera sagrada, higuera de las pagodas o Bodhi tree, especie nativa de Nepal, India y el sudoeste de China que es sagrada para los budistas y los hinduistas. Según la tradición budista, Siddhartha Gautama alcanzó el Nirvana y se convirtió en Buda luego de haber estado meditando debajo de un árbol de esta especie. Es por ello que aún hoy muchos religiosos continúan meditando debajo de estos árboles. En la cultura india se utiliza medicinalmente. La especie tiene hojas caedizas con forma de corazón alargado y corteza gris pálido. El del Jardín Botánico está ubicado cerca de la entrada de Plaza Italia y tiene entre 40 y 60 años de edad.
El imán de aves y mariposas de Palermo
La especie Celtis tala es una nativa que fue declarada como “especie representativa de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires”. Muchos ejemplares de esta especie se pueden encontrar en el parque Tres de Febrero. Su fruto color naranja es el preferido de muchas aves. Y como toda buena nativa atrae también a las mariposas. El más antiguo del que se tiene registro se llama Tala Abuelo y está ubicado en la vereda de la calle Agustín Méndez de la plaza Florencio Sánchez, en Palermo. Tiene un enorme tronco de 110 cm de base y curiosas ramas en forma de zigzag. Otro espécimen imponente se llama Tala Patriarca y está ubicado dentro del Club de Amigos. Ambos poseen copas y troncos de gran diámetro y representan verdaderos representantes de la biota rioplatense.