Pasean perros, los olvidan y no cumplen con las normas
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Los paseadores de perros parecen exentos de los controles en la ciudad de Buenos Aires. En las plazas de Palermo, Belgrano y Recoleta, entre otros barrios, es habitual encontrarse con personas que llevan más de ocho canes, el número máximo que autoriza la normativa porteña, según una resolución de 2005.
El incumplimiento de esta disposición está a la vista: días atrás, en los alrededores de las Barrancas de Belgrano, un paseador llevaba 24 perros. Sí, 24.
Los animales, de todos los tamaños y razas, hacinados y enrollados en sus propias correas, ocupaban absolutamente toda la vereda. Y también parte de la calle. En riesgo quedaban no sólo los canes, sino también los peatones.
¿Qué sucedería si los perros, por alguna razón, perdieran el control? ¿Está realmente capacitada una sola persona para monitorear el cuidado de más de ocho mascotas?
La irresponsabilidad de algunos paseadores de perros no termina allí. También es habitual encontrarse en la calle con animales en soledad, atados en rejas o en árboles, a la espera de que su paseador regrese de dejar a otro perro en un domicilio o de hacer alguna otra actividad no relacionada con su trabajo. Como dormir una siesta bajo el sol, por ejemplo.
Contratar a un cuidador de canes en la ciudad cuesta entre $ 250 y $ 1500 por mes. El precio del servicio dependerá del barrio y de la frecuencia con la que pase a buscar a la mascota.
Según la normativa que establece el gobierno porteño, toda persona que realice esa actividad lucrativa con más de tres perros al mismo tiempo debe inscribirse en el Registro de Paseadores. Y de esta forma podrá desarrollar la tarea de cuidador con hasta ocho animales.
Pero... la ley no se cumple. Tampoco se controla. Mientras los dueños de los perros que advierten esta situación suelen mirar hacia otro lado, en lugar de ejercer una tenencia responsable, cada vez hay más paseadores que desatienden las reglas básicas de buena convivencia.
¿Nuevo mobiliario urbano?
A falta de carteles de señalización en las paradas de los colectivos de la avenida Scalabrini Ortiz, casi esquina Cabrera, en Palermo, bueno es el ingenio popular: el mobiliario urbano se improvisó sobre los volantes del homenaje al genocidio armenio, pegados en los postes de luz. Una carencia que se repite en la esquina de Scalabrini Ortiz y Güemes, donde la parada del 110 también está en un poste de electricidad.
El deterioro de la plaza de mayo
El vecino Marcelo Moffo denunció la rotura de las veredas de la Plaza de Mayo, sobre la Av. Rivadavia. "Desde hace meses que las veredas se encuentran en lamentable estado. ¿Puede circular por ahí alguien con impedimentos físicos o en silla de ruedas? Hasta los que caminamos con normalidad debemos tener cuidado", indicó.
Un panal que nadie ve en recoleta
Desde hace más de un año hay un gran panal de abejas en uno de los faroles de la plaza Uruguay, justo frente de la embajada de Chile, en Recoleta. Así lo reveló Viviana Gómez, vecina de la zona. "El panal está a la vista. Se le advirtió al personal de la plaza más de una vez, pero nadie se ocupa", aseguró.
Congreso: grafitis en las luminarias
Vecinos denunciaron que las históricas columnas de luminarias de la plaza Congreso están repletas de grafitis. La limpieza del lugar, tras la movilización por la reapertura de las sesiones legislativas, había demandado al gobierno porteño 1,6 millones de pesos.
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