Pasaje Bollini: por iniciativa vecinal, se trabaja en recuperar su estética original
En las dos cuadras de la callecita de Recoleta, ya no se puede estacionar y los camiones recolectores de basura dejaron de ingresar; empezaron a pintar los frentes y colocarán farolas
Jorge Luis Borges solía pasar las tardes en una de las mesas de La Dama de Bollini, un bar inaugurado en 1983 y recordado por haber sido fuente de inspiración de artistas y otros escritores. En ese local asociado con la bohemia, donde nacieron historias que luego se volcaron a los libros y a las canciones, surgió recientemente una idea transformadora del pasaje Bollini. O, mejor dicho, un proyecto que prevé transportarlo a sus orígenes para recuperar la historia de su entorno.
Allí comenzaron a gestarse los cambios para las dos cuadras empedradas y las vereditas angostas de ese singular rincón del barrio de Recoleta. La iniciativa surgió de un grupo de vecinos, que la acercaron a las autoridades de la Comuna 2. Lo primero que lograron fue el reordenamiento del estacionamiento y el tránsito de vehículos, del sistema de recolección de residuos y hasta de las mascotas y los perros callejeros que pasaban por el pasaje.
La siguiente etapa del proceso despuntó ayer. Una cuadrilla de 30 hombres comenzó a pintar las fachadas de acuerdo con el color que eligió cada frentista; todos los trabajos se realizan con materiales donados por una empresa del rubro. Y, hoy, será el principio de la planificación de los próximos pasos para una transformación que pretende recuperar las tradicionales farolas de iluminación y las veredas originales.
"La iniciativa partió de los vecinos. Todo lo que vino después tiene que ver con un trabajo en conjunto con la comuna", resumió a LA NACION Felipe Goetz, uno de los vecinos del pasaje Bollini. "Lo primero que logramos fue el ordenamiento del estacionamiento y que no pasara más el camión recolector de residuos, que provocaba daños", agregó.
El detalle de cómo se planificó y aplicó el control sobre el tránsito demuestra el trabajo en equipo que realizaron los frentistas, con el aporte y autorización del gobierno de la ciudad. Tres meses antes de que comenzara a regir la veda para estacionar, los vecinos colocaron folletos en los automóviles para alertar que en poco tiempo más dejar el auto en esas cuadras angostas, entre Pacheco de Melo y French, sería una infracción. "La prohibición comenzó un lunes a la mañana y el domingo anterior, por la tarde, ya no había autos", enfatizó Goetz.
Conteo canino
A pesar de la tranquilidad que se desprende de las pintorescas fachadas, de las plantas colgando sobre las paredes y cierto aire melancólico que le aporta el empedrado, el pasaje Bollini es un sitio de tránsito constante de personas que van y vienen al hospital Rivadavia, situado a pocos metros. También, de gente que pasea sus perros o de perros callejeros. Eso representaba un problema para los vecinos.
La solución llegó luego de una suerte de auditoría vecinal que durante tres días, entre las 8 y las 19, contaron cuántos perros ingresaban en el pasaje. "Hicimos un conteo entre cinco vecinos de una misma cuadra, con postas de vigilancia en determinados horarios. Pasaban unos 300 perros por día, y ese dato fue la llave para tomar medidas", recordó Goetz. Por eso, se instalaron pequeñas casitas de madera con bolsas que sirven para depositar la materia fecal de los animales; los mismos vecinos las reponen. Además, lograron que la empresa Cliba realizara una limpieza con hidrolavadora una vez por mes.
"Los intercambios entre la comuna y los vecinos son, en general, en forma individual porque cada uno tiene su reclamo. Este caso grupal representa un salto cualitativo formidable porque son vecinos que se ponen de acuerdo con lo que quieren para su cuadra y que ceden parte de su tiempo para mantener el espacio. Eso facilita las cosas y garantiza la satisfacción plena", analizó Facundo Carrillo, presidente de la junta comunal 2.
El modelo que nació en el pasaje Bollini ya comienza a replicarse en otros espacios públicos del barrio de Recoleta. Por ejemplo, en las plazas República de Paraguay, Vicente López e Intendente Alvear.
Los trabajos que se iniciaron ayer en el pasaje están a cargo de la Dirección General de Descentralización, que, además, cedió dos hidrogrúas y otras herramientas. Las tareas se extenderán por unos 20 días.
La pintura fue donada por la empresa Tersuave, que, además, aportó 300 kilos de enduido para tapar grietas y refaccionar las fachadas, 500 lijas y 50 cepillos de alambre. Los proyectos no se detienen: como se dijo, hoy comenzará la campaña para conseguir fondos destinados a que el pasaje Bollini recupere su estética original.
Una historia que comenzó con los inmigrantes
- En 1874, unos 300 inmigrantes fueron trasladados a la quinta Bollini, que se extendía desde Chavango (primer nombre de la avenida Las Heras), a la altura de Sánchez de Bustamante, hasta Paraguay. Fue un mojón histórico en el nacimiento del pasaje Bollini porque esos europeos y sus descendientes les dieron su impronta a la zona.
- En 1887 se oficializó el nombre de pasaje Bollini. Los habitantes de esa época eran quinteros y elaboradores de vinos que vivían en casas modestas. Los hábitos más comunes eran el fútbol en la misma calle, el mate en la puerta y el festejo del Carnaval. Comenzaron a surgir locales comerciales a los que asistía el "malevaje" del entorno.
- La historia moderna se escribió a partir de 1980, cuando comenzó a cambiar la fisonomía del lugar, con pubs y restaurantes. En 1983 se inauguró La Dama de Bollini, en Bollini 2281, un refugio de intelectuales como Jorge Luis Borges, Guillermo Roux, Raquel Forner y Pérez Celis, que le dieron prestigio a exposiciones de arte organizadas allí.