Pandemia: Cerró Fausto, una emblemática fábrica de pastas y pizzas de Mataderos
Si bien ya presentaba dificultades desde 2019, la cuarentena y la consiguiente baja del consumo durante la pandemia la llevó a la quiebra; los empleados reclaman sueldos adeudados
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“Nosotros hacíamos todo desde cero: desde la masa hasta que salían los camiones con los productos frescos o congelados listos para entregar. Yo entraba a las cuatro de la mañana, muy temprano, porque cargaba los camiones y a las seis me iba al área de producción”, cuenta Fabián López, empleado desde 2015 de Buenos Aires Food S.A., la empresa fabricante de productos Fausto. La marca adquirió cierta popularidad porque sus pizzas, canelones, tartas y empanadas frescas o congeladas se distribuían en las grandes cadenas de supermercados. Pero ni sus casi 30 años en el mercado impidieron que se sumara a la lista de las empresas del rubro gastronómico que fueron golpeadas doblemente por los vaivenes de la economía local y por la pandemia.
Todo empezó en el barrio de Mataderos, sobre la avenida Lisandro de la Torre, en una pequeña planta de elaboración a fines de los 90 donde no más de 15 empleados elaboraban empanadas y tartas que vendían frescos a algunas cadenas de supermercados para sus rotiserías. Los pedidos iban en aumento y, años más tarde, la empresa creó la marca Fausto con la que empezó la elaboración y venta de productos congelados. La estrella era la pizza de muzzarella, la que más llevaba la gente en los supermercados. El crecimiento vino años después y, para 2014, la empresa pasó a una planta de 3500 m2, en el mismo barrio, para atender ya no solo a las cadenas de supermercados sino también a empresas de catering. Sus empanadas tradicionales, tartas, pizzas, prepizzas, canelones y lasaña —frescos o congelados— eran un éxito.
Pero la crisis económica en la Argentina durante los últimos años empañó el horizonte de Buenos Aires Food y, en octubre de 2019, sus dueños presentaron el concurso. La cuarentena y la consiguiente baja del consumo durante 2020 también los afectó y en febrero de este año se declaró en quiebra. “La empresa ya venía mal, siempre tuvo altibajos, la economía del país nunca le fue favorable y, además, tenía problemas con el tema de los pagos tanto para trabajadores como para proveedores”, asegura Marcelo Gasso, secretario de organización gremial del Sindicato de Pasteleros, entidad que en estos momentos presta ayuda a los trabajadores afectados.
“Hay 57 empleados sin trabajo. Nosotros estamos solventando la carencia de las familias con donaciones que hacemos como institución y con otras que recibimos para que puedan seguir alimentando a sus familias. Muchos están buscando otro trabajo y otros están resistiendo en la fábrica”, sostiene Gasso.
Sueldos adeudados
Durante el año pasado, la empresa dejó de pagar sueldos, o lo hacía en cuotas que no llegaban a cubrir el total. Por otra parte, sus empleados cobraron parte de su sueldo por el ATP en julio, agosto y septiembre. “A partir del 4 de enero pasado tomamos la fábrica exigiendo que se cancelaran los sueldos adeudados, pero se hizo caso omiso y los dueños desaparecieron anunciando que no estaban en condiciones de hacer los pagos. Dijeron que no había cobranza de lo que se entregaba a los supermercados porque el pago era tardío y por esa razón no podíamos cobrar”, explica Calli Aliaga, delegado de los trabajadores de la empresa Buenos Aires Food y empleado desde 2009.
LA NACION intentó insistentemente comunicarse con los directivos de la empresa, pero no obtuvo respuesta.
Según López, los empleados venían “bancando” a la empresa hacía rato acumulando horas extra sin pagar para seguir adelante, para no dejar de trabajar. “Somos gente de trabajo, muchos vienen de provincia, tienen su familia, son gente humilde que se quedó sin nada. Un buen número está yendo a comedores y otros están viviendo en la fábrica porque tuvieron problemas con el alquiler y no pudieron pagarlo. Esperamos una solución para esta situación que es muy angustiante para nosotros. Lo que queremos es que se nos paguen los sueldos atrasados y que se reconozca la antigüedad, aunque sea una parte”, dice López.
Según el secretario de organización gremial del Sindicato de Pasteleros, los trabajadores quieren volver a trabajar, algunos proponen hacer una cooperativa porque tienen toda la maquinaria y está todo armado para volver al ruedo. “Les vendían a las grandes cadenas de supermercados, hay un montón de clientela, si bien son clientes que pagan a 90 días, una vez que enganchaste la rueda eso sigue”, explica Gasso.
Según sus cálculos, Gasso la indemnización sería de un promedio de 80 a 100 millones de pesos, ya que en la fábrica hay personal de 20 o 15 años de antigüedad. “Sabemos que nadie va a pagar las indemnizaciones y hacerse cargo de la empresa. Otra alternativa que vemos es buscar alguien que quiera darle continuidad sin reconocer la antigüedad, pero que el personal pueda seguir trabajando”, finaliza.