Otra vez, violencia por la Sala Alberdi
Mientras los asambleístas y el gobierno negociaban la salida de los cuatro ocupantes de la sala, manifestantes empujaron las vallas; arrojaron piedras y una bomba molotov; la Policía Metropolitana repelió con balas de goma
Lo que, a primera hora de la tarde, se esperaba que culminara con la salida de las cuatro personas que desde los primeros días de enero se mantienen dentro de la Sala Alberdi, en el sexto piso del Teatro San Martín, terminó con una nueva batahola.
Hubo corridas de cientos de manifestantes por Paraná, Sarmiento y Corrientes, perseguidos por un camión hidrante de la Policía Metropolitana, que también disparó balas de goma para dispersar a unos pocos exaltados que intentaron voltear las vallas que mantienen sellada la plaza seca del complejo artístico y teatral.
Hubo un detenido, acusado de atentado y resistencia a la autoridad. Anoche, al cierre de esta edición, el caos había cesado, pero la situación de tensión se mantenía por la llegada de un grueso contingente de manifestantes, algunos de los cuales iban encapuchados, con sus caras tapadas y con largos palos.
Los disturbios comenzaron a las 19, cuando dentro de la plaza seca una representante de la Asamblea de Autogestión Sala Alberdi, el ex diputado nacional de izquierda Luis Zamora y un representante del Ministerio de Justicia y Seguridad porteño mantenían negociaciones en torno a una relativa inmunidad para los cuatro ocupantes de la sala, que pretenden dejar vacío el lugar. Pero, al contrario de lo que exige la fiscal contravencional Claudia Barcia, a cargo del caso, no quieren ser identificados para no ser acusados en el causa por el desalojo, ordenado el viernes por la Cámara Contravencional.
Emmanuel Álvarez, del Movimiento Popular la Dignidad -que apoya la lucha por el espacio público- contó a LA NACION cómo empezaron los disturbios. "Había una actividad cultural fuera de la Sala Alberdi mientras adentro estaban reunidos, cuando en un momento la Policía Metropolitana comenzó a reprimir con balas de goma. Si bien hubo una provocación de un grupito que era infiltrado, la policía reprimió a todos los que estaban allí y fue un verdadero caos", dijo Álvarez.
A esa misma hora, miles de personas se agolpaban en la Plaza de Mayo para recordar un nuevo aniversario del golpe militar del 24 de marzo de 1976. Según confió una asambleísta de la Sala Alberdi a LA NACION, al mediodía representantes de una columna de militantes que iban a ese acto de conmemoración se comprometieron a regresar a la noche para hacerles "el aguante".
Según pudo observar LA NACION en el lugar, un par de jóvenes que no formaban parte del grupo de unos 150 que, desde hacía horas, esperaban con tranquilidad y con actividades artísticas el desenlace de las negociaciones comenzó a mover las vallas de contención, con la aparente intención de voltearlas.
Casi al unísono, otro joven arrojó una bomba molotov, que cayó en el primer piso de un edificio situado en Paraná y Sarmiento. Y otro rompió, de una pedrada, el vidrio de la sucursal del banco Itaú situado en Paraná entre Sarmiento y Corrientes.
En respuesta, dos docenas de efectivos de Infantería de la Metropolitana que estaban pertrechados al otro lado del vallado comenzaron a disparar postas de goma para dispersar a todos los que estaban allí.
Comenzaron las corridas por Paraná, desde Sarmiento y en dirección a la avenida Corrientes. De inmediato, un camión hidrante de la policía porteña comenzó a arrojar chorros para dispersar a todos.
En Corrientes y Paraná los manifestantes más violentos habían armado una suerte de barricada con dos contenedores. En uno encendieron fuego. Eso hizo que se hiciera presente también una autobomba de la Policía Federal.
Los disturbios, en concreto, duraron menos de diez minutos. Pero, desde entonces, ya no hubo calma. Algunos manifestantes del Partido Obrero, que estaban en la Plaza de Mayo, se llegaron hasta el San Martín.
En tanto, las negociaciones estaban estancadas. Los asambleístas exigían que se dejara salir a los cuatro ocupantes de la sala sin identificarlos, con el argumento de que "no se pueden criminalizar la protesta social y la defensa de la cultura popular". Repetían que esperaban que el cuarteto saliera ayer "sí o sí".
El ministro de Justicia y Seguridad, Guillermo Montenegro, que se sumó al cónclave para ofrecer la máxima representación del gobierno porteño, insistía en que la orden de la Justicia era identificarlos y que no podía incumplir esa resolución.
En tanto, su par de Cultura, Hernán Lombardi, hablaba por teléfono con Montenegro para conocer los detalles de lo que sucedía minuto a minuto. "Es una locura lo que está pasando, pero todo se tiene que solucionar lo antes posible", dijo Lombardi a LA NACION.
Anoche, el abogado Eduardo Villar, uno de los representantes legales de los asambleístas -que aún no tiene legitimación en el caso, lo que obligó a que se hiciera presente una defensora oficial porteña-, dijo que tenían una propuesta para el gobierno porteño: que Lombardi les cediera en comodato, y con cargo, una sala de características similares a la Alberdi en otro lugar, que los asambleístas se comprometían a dar un uso de centro cultural.
También pedían que se aceptara incluir el caso dentro de la figura de la mediación, de forma de suspender cualquier acción penal; en tal caso, los cuatro ocupantes estaban dispuestos a bajar del sexto piso y dar sus datos filiatorios.
Sobre estos petitorios de los ocupantes, ningún funcionario porteño quiso anoche referirse al tema. Insistían, por lo bajo, en la certeza de que la única salida posible era que fueran identificadas las cuatro personas que mantienen tomada la sala del sexto piso del San Martín.
Fallo y apelación
El viernes pasado, la Sala I de la Cámara de Apelaciones en lo Penal, Contravencional y de Falta de la justicia porteña ordenó el allanamiento y la desocupación del lugar. Pero se anunció que la medida será apelada por la Defensoría Oficial ante el Superior Tribunal de Justicia porteño, y que, en caso de quedar firme, recién podría cumplirse después del 5 de abril, pasadas las Pascuas.
"La Cámara ya falló a favor del Estado y el desalojo es irreversible e inminente. Pero no vamos a dejar que ellos decidan cuándo es el fin de la Sala Alberdi", indicaron los asambleístas.
Mientras, y separados por sólo una treintena de metros, en Paraná y Sarmiento seguían concentrados medio millar de manifestantes y unos treinta efectivos de Infantería.
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