Murales en la ciudad: códigos de un arte al borde de la ley
Las paredes porteñas son de los artistas callejeros, pero el gobierno empezó a tomar partido
La semana pasada, la artista Sofía Wiñazki realizó un mural en Palermo por convocatoria del gobierno de la Ciudad. No había terminado el trabajo cuando alguien le pintó encima una bandera argentina. Resultó ser el grupo Azul un ala, que reivindica Malvinas, indignado porque habían tapado una obra suya creada en esas mismas paredes, pero sin autorización, un año antes.
El malentendido fue aclarado, pero dejó algunas dudas. ¿Qué pasa cuando los artistas pintan sin permiso? ¿Cómo elige el gobierno de la Ciudad a los pintores que intervienen sus paredes ? ¿En qué marco legal las “cede”? ¿Cuáles son los códigos del arte callejero?
“Hay lugares que, se sabe, son para grafiteros, para pintadas políticas. Nuestro criterio para elegirlos es pedir permiso a la municipalidad o al propietario o usar lugares abandonados, fiscales, que no sean reclamables. Tratamos de que no sea un delito. O quizá sea un delito, pero se tolera”, dijo a LA NACION Alan Fioravante, artista plástico, autor de más de 30 murales esparcidos por la Ciudad, cuyas temáticas describe como “patrióticas”.
En el gobierno porteño comparten sus ideas: “Los grafiteros y artistas que se dedican al arte urbano no piden permiso. Es una idiosincrasia específica de ese tipo de arte. Se hacen de cada pared y vuelcan lo que les pasa. Desde el gobierno se promueve el arte urbano, el vandalismo es otra cosa”, dijo una fuente del ministerio de Ambiente y Espacio Público de la Ciudad.
Aunque reconoció que pintar sin permiso es ilegal, señaló que es una práctica cultural aceptada. Y que no existe un proceso estandarizado para pintar murales, como sí lo hay, por ejemplo, para para filmar en un espacio público. Debe pedirse autorización a quien tiene a su cargo cada pared o espacio.
En los pocos casos en los que se toman medidas punitivas contra los autores de los murales es porque hubo una denuncia, que suele quedar enmarcada como una contravención. Pero no es lo más común.
Fioravante, que encabeza el grupo Arte es Combate, cuenta que tuvieron “un par de denuncias” e incluso que se les acercaron agentes de policía mientras pintaban. “A veces somos veinte o treinta pintando. Se hace un asado, se pinta a la noche. Pero nunca pasó nada. La policía también se identifica con el mensaje. Tienen conciencia de la reparación histórica que implica, sabe lo que significan los murales de Malvinas. Y a los veteranos les gusta ver los murales que hacemos, son un regalo para ellos también”, dijo el artista.
Los muralistas callejeros trabajan con materiales que compran con sus propios sueldos -el caso de Alan, como profesor de arte plástica-. O reciben donaciones. Pintar un mural como el de Alcorta y Dorrego cuesta entre 1000 y 3000 pesos. "En el arte callejero hay códigos. Cuando pinto un mural, sé perfectamente que a los pocos días puede desaparecer", aseguró.
En general son grupos organizados que persiguen diferentes temáticas. Como Arte en Combate existe Azul un ala y Fénix Malvinas. Pero también hay grupos feministas que impulsan murales, así como agrupaciones derivadas de partidos políticos, entre otros.
Los docentes suelen pintar murales, pero en general piden permiso. Una maestra de Plástica de la Escuela Nº 19 participa de una asamblea de docentes que organiza "pintadas" con la comunidad escolar. "En general nos manejamos con permisos de los supervisores de los distritos, para respetar la vía jerárquica. Trabajamos en paredes de escuelas o muros que lindan con escuelas", contó a LA NACION. Prefirió reservar su nombre como forma de respetar lo colectivo del proyecto.
Dibujan sobre los temas que conversan con los chicos en las escuelas, en general relacionados con los derechos humanos. "Trabajamos con resistencias, como la reivindicación de los derechos de los trabajadores, de los niños. Hemos hecho murales con motivo de los cuarenta años del golpe, en homenaje a Carlos Fuentealba, por el Primero de Mayo", recordó la maestra.
A pesar de tener permiso, también sufren que tapen sus trabajos, como pasó con el último que hicieron, en Apolinario Figueroa entre San Martín y Rojas.
Cuando los murales son "oficiales"
Más allá de los murales "espontáneos", a través de distintos programas el gobierno porteño convoca artistas para crear murales. De hecho, cuando tapó el mural de Malvinas que estaba en Dorrego y Alcorta, le ofreció a su autor una pared de mayor extensión en Luis María Campos.
El programa oficial más relevante es Arte en la Ciudad, que busca intervenir 400 bajoautopistas y puentes ferroviarios.Por ejemplo, en Av. Del Libertador entre Dorrego y Bullrich habrá un “Mural del Tango”, que estará a cargo de Alfredo Segatori, artista autodidacta que trabaja desde 1989 en la pintura mural usando la técnica del aerosol a mano alzada free hand.
Y en San Telmo, en Defensa y Alsina se trabaja en la creación de un “Mural de la línea de tiempo”, a cargo de Fernando Goin, otro artista argentino que trabaja a través de diferentes interfaces pictóricas y audiovisuales.
Los artistas se eligen según la temática cultural que atañe a la zona. Hay dos funcionarios porteños que ofician de "curadores urbanos" y, entre otras cosas, deciden a qué artistas convocar. "Todo el tiempo se ofrecen, es impresionante. También los convocamos vía Facebook y otros canales de participación ciudadana. Hay mucha oferta espontánea", contó a LA NACION el ministro Eduardo Macchiavelli.
Para elegir cómo pintar las paredes de los barrios, el gobierno porteño también convocó a elecciones barriales. El año pasado se le pidió a los vecinos de la Comuna 15 que contribuyeran a realizar un listado de películas. Se eligieron 30 y se le pidió a un grupo artistas que hicieran bocetos sobre cada una para que fueron volcados en las paredes. Lo mismo se hizo con los puestos de libros de Primera Junta y Plaza Italia.