María Luján Rey: "La vida de mi hijo se la llevó la corrupción"
La madre de Lucas Menghini, muerto en la tragedia del tren Sarmiento, en Once, contó en su libro Desde mis zapatos todas sus vivencias
Que su nieta Paz algún día necesitaría conocer toda la verdad sobre la muerte del padre a bordo del tren Sarmiento fue una de las motivaciones que impulsó a María Luján Rey a empezar a volcar por escrito sus recuerdos y emociones en relación con el deceso de su hijo, Lucas, en la tragedia de Once. Así comenzó a hacerlo los días posteriores al choque, ocurrido el 22 de febrero de 2012, para ordenar ideas y "completar huecos" en su memoria, y también como un modo de catarsis. "De poder contar lo que me pasaba sin que hubiera un otro escuchando, sintiéndose obligado a comprenderme, aguantar mi tristeza o a decir algo", explica la mujer.
Esta semana, a poco de cumplirse el tercer aniversario de la tragedia ferroviaria en la que murieron 51 personas y a la par de la reanudación del juicio oral que establecerá responsabilidades sobre el accidente, esos borradores vieron la luz bajo la forma de un libro que, con el título Desde mis zapatos, acaba de poner en venta la editorial Planeta.
Fueron 64 desesperadas horas las que María Luján y su ex marido Paolo Menghini debieron dedicar a la búsqueda de su hijo, cuyo cuerpo había quedado atrapado entre los vagones del tren siniestrado, luego de que los encargados de la remoción de víctimas dieron por concluidas las tareas con 50 cadáveres recuperados y negaron la posibilidad de que hubiera otro fallecido.
La temprana partida de Lucas, que tenía 20 años, marcó una bisagra en la vida de María Luján. A sus habituales roles de madre, abuela, artesana y profesora de geografía en una escuela de San Antonio de Padua, donde vive, se sumó entonces otro: el de mujer que lucha por la justicia. Y, ahora, el de escritora.
"Los textos surgieron como una necesidad personal. Un día se los mostré a Leila Guerriero, periodista de mi confianza, y ella me animó a publicarlos. A todo lo que yo había narrado espontáneamente durante el primer año después de Once, me pidieron agregar un resumen de 2013 y de 2014", recuerda Rey, de 45 años.
Y se entusiasma con que su historia, la que cuenta en el libro, sea "una manera de generar conciencia, de que los familiares de Once no sean vistos como raros, de despertar ganas de acompañar a gente común y corriente a la que la vida se le dio vuelta de un día para otro".
A ella la dejó sin su hijo mayor, "el Chimu", padre de su única nieta, Paz Menghini. "Pachu se parece más a la mamá, pero tiene muchos gestos de Lucas. Es el mejor tesoro que me dejó mi hijo. Ahora tiene 7 años, siempre fue muy especial, pero ahora entiende muchas más cosas. Este año me pidió que, el 22, la lleve al cementerio a ver al "Quetejedi", como menciona al papá desde su muerte. "Tengo que cobrar fuerza: desde el entierro, nunca volví", recuerda la mujer.
También tiene que atravesar María Luján otro momento "raro": como ella dice, su hija menor, Lara, se está convirtiendo en su hija mayor, ya que alcanzó la edad que tenía el hermano cuando perdió la vida en el tren Chapa 16. "Lara creció de golpe. Su rendimiento escolar fue muy bueno en 2012 y 2013. Algunas cosas hicieron eclosión en 2014: pensaba estudiar en la Capital, pero tiene miedo de viajar en el Sarmiento", relata Rey.
Mientras sigue de cerca a su familia, María Luján no se pierde ni una de las audiencias del juicio oral contra 29 imputados por la tragedia, que se retomaron el lunes pasado, en sintonía con el lanzamiento de Desde mis zapatos. Entre los acusados, que enfrentan cargos por defraudación contra la administración pública y descarrilamiento culposo, figuran ex funcionarios del área de Transporte y directivos de la concesionaria TBA, así como el maquinista de la formación.
En su libro, que fue prologado por el director de cine Juan José Campanella, que desde hace años acompaña a los deudos de las víctimas, la mujer sostiene: "Los responsables de la tragedia de Once tienen apariencia de seres humanos sólo porque la falta de humanidad no es perceptible a simple vista. Desde el choque, sé que los perversos, los cínicos, los asesinos viven entre nosotros".
María Luján a veces se siente respaldada en su reclamo por justicia y otras veces criticada: "La vida de mi hijo se la llevó la corrupción del Estado. Descubrí que hay gente que lucra y gente con intereses mezquinos, aunque también conocí gente comprometida con la verdad. A los que me atacan les digo que no tienen ni idea de lo que es enterrar a un hijo".
lanacionar