Mar del Plata: una multitud en el recital de Ciroy los Persas
La banda tocó anoche, gratis, en el Paseo Hermitage; estimaron que hubo más de 100.000 personas
MAR DEL PLATA.- Un frente de casi 400 metros a lo ancho, con calles en tres niveles de altura, a metros de la Bristol, entre el complejo Bustillo y el Torreón del Monje, todo cubierto de público. La primera línea de edificios, del primer al último piso, con los balcones convertidos en palcos de lujo. Y en el escenario, de espaldas al mar, Ciro y los Persas.
Fanáticos, seguidores y los que también andaban de paso y se quedaron le dieron anoche un volumen inédito de público a este espectáculo al aire libre y gratuito. Los organizadores estimaron que hubo más de 100.000 espectadores, nada que envidiar a lo que la banda movilizó hace poco más de un mes en el estadio de River Plate.
El show empezó a las 21.35 con el tema "Banda de garaje", siguió con el clásico de Los Piojos "Taxi Boy" y luego con "Prometeo". Al cierre de esta edición continuaba con otros de sus hits.
"Armo la lista con hits que a nosotros nos gusta mucho tocar y a la gente escuchar, con otros que permiten conocer lo que no han oído tanto", avisó el vocalista antes del show. Y cumplió. Preparó una lista como para poder tocar tres horas. Así, se paseó entre lo último que generó su actual formación, los clásicos que lograron en estos años y levantó a todos cada vez que sonaron temas históricos de Los Piojos, esos que saben todos o por lo menos resultaron familiares a quienes se acercaron sin saber muy bien quién estaba en el escenario.
Esta fecha del Movistar FRI Music había arrancado avanzada la media tarde, con varios teloneros fuertes. Manu Martínez, la hija de Ciro, que tuvo su debut grande con banda propia, abrió el fuego de una tarde gris, plomiza, que justificó resignar horas de playa para asegurarse el lugar más cercano posible al escenario. Enseguida Micky Rodríguez, exguitarrista de Los Piojos, ahora al frente de La que Faltaba, generó el clima perfecto para el tan esperado cierre. Y luego El Plan de la Mariposa dejó a todos listos para lo mejor.
"Nos vinimos a dedo desde Rosario a Buenos Aires y en tren hasta Mar del Plata, solo para ver el show porque los seguimos a todas partes", explicaron Marcelo Ibañez y Soledad Pérez López, pareja desde hace 20 años, enfundados en remeras con el logo de Los Piojos y otra flamante, comprada en la previa del último show en Núñez. "Gratis es la primera vez que los veo, siempre pagué y con gusto", aseguró Bettina Di Yorio, de Capital Federal, feliz con sus ídolos cantando casi en la playa.
El escenario se montó de espaldas al mar, en el playón seco de Las Toscas, en pleno centro y en medio de las más clásica postal de la ciudad. Hasta allí llegó la gente con sus equipos de mate y heladeras portátiles con bebidas, también con reposeras que se tuvieron que plegar por una cantidad de asistentes que superó cualquier otro espectáculo que se haya visto por allí. En el recuerdo, con impacto similar, habrán quedado un recital de Rodrigo Bueno y otro más reciente de Pimpinela.
Sobre el Boulevard Peralta Ramos el tránsito vehicular no se cortó, pero fue a paso de hombre.
Además de divertir y hacer mover a todo el público, Ciro se dio un par de gustos más. Hizo subir a tocar a Micky Rodríguez, guitarrista y viejo compañeros de ruta, para sumar temperatura piojosa. Y así como tuvo a su hija menor como telonera, al igual que había hecho en River le reservó un micrófono a Alejandro, el más pequeño de la familia, para que lo acompañe en las voces con "Pistolas". El pibe, que mete trozos de trap a los temas que canta su padre, fue un verdadero show en sí mismo y se ganó una ovación.
La banda ya había tocado en Mar del Plata en un espacio abierto. Aquella vez fue en un balneario del faro y Ciro recordó que desde el escenario notaba algo raro, y era que con el paso de los temas el público no se movía como siempre. "Entendí enseguida que con la arena la gente se cansa más", dijo anteayer en conferencia de prensa. Anoche fue como siempre. Sobre tierra firme, los pies en el aire y un temblor con cada caída sobre el pavimento. "Rebotín, rebotan", y no paran de saltar.